Su salón es oscuro y tenue, lleno de antorchas que arden lentamente y una chimenea que emite su estertor agónico. Sin embargo, en la pared del salón brilla el fuego y la luz del día de hace años.
Estoico: “¡O los acabamos o ellos nos acabarán a nosotros! ¡Es la única forma de librarnos de ellos! Si encontramos el nido y lo destruimos, los dragones se irán. ¡Encontrarán otro hogar! Una búsqueda más. Antes de que se forme el hielo”.
Vikingo: “Esos barcos nunca regresan”.
Estoico: “¡Somos vikingos! ¡Es un riesgo laboral! ¿Quién está conmigo ahora?”
Vikingo: “Hoy no es un buen día para mí. Tengo que devolver el hacha”.
Estoico: “Está bien. Los que se queden cuidarán de Hipo”.
Una tarea que, evidentemente, nadie desea.
Flema: “¡A los barcos!”
Spitelout: “¡Estoy contigo, Estoico!”
Estoico: “Eso está mejor.”
A Estoico no le interesa mucho revivir viejos y cansados discursos y bromas sobre él, el niño. La búsqueda de la que habla en el muro no llegó a ninguna parte, terminó igual que todas las demás: con barcos naufragados y vergüenza. La magia está jugando con él, revelando la huida del niño de su casa y luego obligándolos a ver estos eventos en el Gran Salón.
A Estoico no le importa mucho y desea que la proyección vuelva a su primer tema. ¿Dónde está Hipo, la versión más joven del hijo que creía conocer?
Bocón se acerca al jefe. —Está bien, prepararé mi ropa interior.
Estoico: “No, necesito que te quedes y entrenes a algunos nuevos reclutas”.
Bocón: “Oh, perfecto. Y mientras estoy ocupado, Hipo puede cubrir el puesto. Acero fundido, cuchillas afiladas como navajas, mucho tiempo para sí mismo... ¿qué podría salir mal?”
Estoico suspira. “¿Qué voy a hacer con él, Gobber?”
Actualmente, Estoico se hace eco de esa pregunta.
Bocón: “Ponlo a entrenar con los demás”.
Estoico: “No, hablo en serio”.
Bocón: “Yo también.”
Estoico: “Lo matarían antes de que dejaras salir al primer dragón de su jaula”.
Bocón: “Oh, eso no lo sabes”.
Estoico: “Eso sí lo sé”.
Bocón: “¡No, no lo haces!”
Estoico: “Escucha, ya sabes cómo es. Desde que podía gatear ha sido… diferente. No escucha, tiene la capacidad de atención de un gorrión… Yo lo llevo a pescar y él sale a cazar… ¡Trolls!”
“¡Los trolls existen!”, protesta Bocón, y su voz actual se superpone a la anterior.
Bocón: “¡Los trolls existen! Te roban los calcetines. Pero solo los que quedan. ¿Qué pasa con eso?”
Estoico: “Cuando era un niño…”
Bocón: “Oh, aquí vamos”.
Estoico mira fijamente a su amigo, quien silba inocentemente.
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Corre más allá de los ríos, corre más allá de toda la luz...
Fiksi Penggemar"El exilio sigue pareciendo la mejor opción, Estoico..." Estoico debería haberlo sabido mejor. Si bien no sabía mucho sobre su hijo, especialmente ahora, sabía que el chico era inteligente. No debería haber sido una sorpresa cuando un guardia irrump...