SEGUNDO LIBRO
A pesar de que Jacob y Edward finalmente han desentrañado los misterios que los rodeaban y pueden estar juntos al fin, nuevos obstáculos comienzan a aparecer con nuevos descubrimientos y el dolor que Edward empieza a sentir ante la pos...
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26 de junio de 2011
Todos estaban reunidos frente a las fogatas encendidas: los miembros de la manada, el consejo y algunos descendientes de los fundadores de la tribu. El ambiente estaba cargado de tensión, y tras un breve silencio, el jefe más anciano de la tribu tomó la palabra, revelando el verdadero motivo de aquella reunión urgente a esas horas de la noche. Sabía que era crucial disipar cualquier duda antes de que la situación se volviera insostenible.
—Como bien saben —comenzó—, ha habido ciertas sospechas sobre la lealtad de algunos miembros de la manada hacia la tribu, especialmente en lo que respecta a los pobladores de la reserva.
Quill, amigo cercano de Jacob, y ya transformado en lobo como el resto, fue el más sorprendido al escuchar las palabras de su abuelo. No le había contado el motivo exacto de la reunión, pero Quill ya intuía la dirección que tomaría, especialmente tras los recientes acontecimientos, como la muerte del vampiro que intentó atacar a la hija del jefe Swan.
Las murmuraciones comenzaron a extenderse entre los presentes, hasta que Harry tuvo que intervenir pidiendo silencio.
—Gracias, Harry. Como decía —prosiguió el jefe del consejo—, ante los eventos recientes, me vi obligado a convocar esta reunión para aclarar los hechos y llegar a un acuerdo que nos beneficie a todos. Jacob Black, da un paso al frente.
Embry y Quill fueron los únicos que se interpusieron en un intento de proteger a Jacob, mientras el resto permanecía neutral. Sin embargo, Jacob sabía que no podía seguir evitando lo inevitable. Lo que sentía tarde o temprano saldría a la luz. Sin oponer resistencia, se adelantó hacia el fuego, poniéndose frente a los líderes, que observaban desde una posición cercana a las llamas.
—Se ha escuchado que dudaste al momento de matar al vampiro que atacó a Isabella Swan, hija de Charlie Swan. ¿Niega esas acusaciones? —inquirió el jefe con tono severo.
Jacob miró a su padre por un momento, quien lo observaba con una mezcla de preocupación y temor. Con una sonrisa, el joven intentó tranquilizarlo antes de responder con firmeza.
—No lo niego. Es cierto que dudé al matar a Laurent —confesó, provocando exclamaciones de sorpresa entre los presentes. No solo por la seguridad con la que admitió los hechos, sino porque se había atrevido a llamar al vampiro por su nombre.
El jefe asintió, aparentemente satisfecho, y continuó:
—A pesar de tu pertenencia a la manada, te has negado a seguir ciertos rituales, como abandonar la escuela en la reserva y cortar tu cabello, a pesar de las dificultades que puede causarte durante la transformación. ¿Niega también estos cargos?
—No los niego —respondió Jacob—. Todos pueden verlo con solo mirar mi cabello largo, prueba de que no he seguido las órdenes.
Los asistentes lo miraban sorprendidos, pero Jacob no parecía asustado en absoluto. Incluso sonreía con orgullo, sin mostrar ningún arrepentimiento por sus actos. Y así era, no sentía que hubiera hecho algo malo, solo había seguido lo que le dictaba su corazón.
