SEGUNDO LIBRO
A pesar de que Jacob y Edward finalmente han desentrañado los misterios que los rodeaban y pueden estar juntos al fin, nuevos obstáculos comienzan a aparecer con nuevos descubrimientos y el dolor que Edward empieza a sentir ante la pos...
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El sol comenzaba a ocultarse en el oeste, bañando la casa de los Black de la luz suave y anaranjada del atardecer. En el interior, Billy y Sue se encontraban en la cocina, sus rostros reflejando preocupación y cansancio. Jacob seguía inconsciente en su habitación, su temperatura corporal aún elevada, lo que preocupaba aún más a Billy, especialmente sin tener noticias de Sam.
—¿Ha habido algún cambio? —preguntó Sue, su voz suave pero cargada de preocupación mientras dejaba un tazón de sopa caliente sobre la mesa.
Billy negó con la cabeza, sus ojos fijos en la ventana. —No, sigue igual. Su temperatura ha permanecido elevada, pero no ha mostrado señales de despertar.
Sue suspiró, compartiendo el peso de la preocupación con su amigo. —¿Bella ha llamado de nuevo?
—Sí, no ha dejado de insistir. Charlie también ha llamado varias veces, pero no quiero que nadie vea a Jacob hasta que esté recuperado —respondió Billy, con un deje de tristeza en su voz.
Sue asintió, comprendiendo la decisión de Billy. —Sam hizo bien en pedir que no recibieras visitas. Es mejor evitar cualquier complicación hasta que él regrese de Montana. En especial ahora que Jake no ha comido nada.
—Lo sé —dijo Billy, frotándose las sienes con cansancio. —Aunque no es fácil, la hija de Charlie parece desesperada por ver a Jacob, y entiendo su preocupación.
Sue se acercó a la ventana y llamó a Jared, uno de los integrantes de la manada que estaba escoltando la casa de los Black. —¡Jared, ven a comer! —le gritó, haciendo una seña con la mano.
El joven, que estaba patrullando cerca de la casa, se acercó rápidamente. Entró en la cocina con una sonrisa cansada pero agradecida, aceptando la invitación de Sue y Billy. —Gracias, Sue. Esto huele increíble.
—Espero que te guste. Hice suficiente para todos —respondió Sue, sirviendo un plato para Jared, quien lo aceptó con gusto antes de sentarse junto con Billy en la mesa.
Mientras comían, el silencio en la cocina se rompía solo por el sonido de los cubiertos y los ocasionales suspiros de Billy, mientras seguía observando la puerta del cuarto de su hijo.
—¿Crees que Sam encontrará algo en Montana? —preguntó Jared, rompiendo el silencio con una pregunta que todos tenían en mente.
Billy tomó un sorbo de su café antes de responder. —Espero que sí. Sam es muy capaz, y confío en que encontrará las respuestas que necesitamos.
—Aunque es poco probable que haya licántropos allí, de lo contrario, ya los habríamos visto —inquirió Jared, preocupado esta vez, pues, aunque sabía que era poco probable, se aferraba a la idea de que tal vez había más como ellos en el mundo. Si los vampiros estaban en todas partes, podría haber una posibilidad.
