SEGUNDO LIBRO
A pesar de que Jacob y Edward finalmente han desentrañado los misterios que los rodeaban y pueden estar juntos al fin, nuevos obstáculos comienzan a aparecer con nuevos descubrimientos y el dolor que Edward empieza a sentir ante la pos...
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A pesar de que Emmett seguía molestándolo sobre su relación y Jasper le seguía el juego, Edward solo tenía ojos para el chico frente a él. Jacob, atrapado entre Bella y Rosalie, trataba de no reír mientras Alice les tomaba una foto. La situación era tan cómica que Edward no pudo evitar sonreír.
—Edward, ahora tú—dijo Alice, haciendo que su novio volteara a verlo. Edward le sonrió y le guiñó un ojo, lo que hizo que el menor suspirara y le devolviera la sonrisa. Todos se acercaron a la sala, donde momentos antes Jacob había recibido los abrazos de los recién llegados. Ahora, rodeado por todos, se acercó a su novio y lo tomó de la cintura para acercarlo a él. Segundos después, su hermana tomó una foto con la cámara que Bella le había regalado a Jacob.
—Bien, es hora de los demás obsequios—anunció Alice.
Los siguientes en darle regalos a Jacob fueron Rosalie, Emmett y Jasper. El paquete que la rubia le había dado, estaba envuelto en un papel dorado y pesaba un poco. Con agilidad, Jacob quitó la envoltura con la ayuda de Edward, quien sostuvo el objeto que terminó siendo un estéreo.
—Para tu coche—dijo Emmett, dejando a Jacob perplejo y a punto de negarse a aceptar aquel obsequio, pero Edward le susurró que sería inútil porque lo convencerían de aceptarlo después.
—Este es de mi parte—dijo Alice sonriendo mientras Jacob, con curiosidad, abría el paquete y descubría una elegante camisa de lino blanco. Recordó haberle mencionado a Alice que le gustaba cuando fueron juntos a Seattle tiempo atrás. Agradeció sinceramente mientras la joven lo abrazaba.
Luego fue el turno de Esme y Carlisle, quienes le entregaron un sobre a Jacob. Con cierto nerviosismo, Jacob tomó el sobre y sacó dos boletos de avión. Miró a Esme y Carlisle, sorprendido.
—Son para que tú y Edward puedan disfrutar de unas vacaciones juntos—explicó Esme con una sonrisa cálida.
Jacob se sintió abrumado por el generoso gesto y, con cierta timidez, se acercó para abrazar a Esme y Carlisle. Los mayores, perplejos al principio, aceptaron con gusto el gesto, mientras sus pensamientos eran escuchados por Edward, quien sonrió al escuchar lo agradecidos que estaban. Sin duda, él había tenido suerte de que Jacob lo escogiera.
La celebración continuó con risas, fotos y, sobre todo, el corte del pastel, que solo fue consumido por Bella y Jacob. Este se acercó a Edward cuando el resto comenzó a hablar con Rosalie y Emmett sobre su reciente viaje.
—Creo que es hora de irme, Edd—dijo Jacob, quien tenía un leve sonrojo por las emociones de la noche. Sin poder evitarlo, Edward besó su frente antes de mirar el reloj en la pared de la sala. Faltaba un cuarto de hora para la medianoche, lo que le hizo entender que, al estar con Jacob, el tiempo parecía pasar tan rápido.
—Aún no te he dado mi regalo—comentó Edward, a lo que Jacob solo atinó a mirarlo con sorpresa, haciendo sonreír al mayor.
—¿No esperabas que te diera algo? —continuó Edward.