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EMMA

Últimamente atraigo a los problemas.

No es una suposición ni una hipótesis, es un hecho. Parece que cuando trato de salir de mi zona de confort, el mundo se pone en mi contra.

Es como si todo estuviese planeado para que, al día siguiente, yo salga en todos los periódicos, aunque sé que hoy yo no soy quien llama la atención y eso me alivia.

Estaba con Mina viendo, de nuevo, un estúpido partido de fútbol. Ni siquiera estábamos en el campo de Madrid, sino en el campo del equipo rival y todo porque Jude había insistido mucho en regalarme una entrada como disculpa, o eso me había dicho Mina.

Cuando me dijo que el moreno estaba en su casa me negué por completo a ir, me daba vergüenza. Se había montado la de dios por mi culpa, aunque más bien por la de Mina y Fede, así que mirarle a la cara no era una opción. Mina fue a hablar con él y a decirle que yo estaba bien, pero, según Mina, incluso amenazó con ir a mi casa si no aceptaba la entrada, aunque creo que esto último se lo ha inventado por completo.

—Mina, se están tirando cosas.—murmuro asustada.—Debí de sospechar que no era buena idea venir aquí cuando en la entrada nos han tenido que acompañar cinco agentes de seguridad.

—Bueno, a decir verdad no sabía que iba a ver lluvia de objetos.—responde asomada en el palco mirando la que se está montando en el campo.

—Estoy un poco asustada, o sea, eres la mujer de un jugador del Madrid, ¿y si...?

—Emma, estamos en un palco, nadie nos ve.—dice con obviedad.—No te pongas nerviosa.

—Si en un concierto me tiran un mechero creo que me desmayaría del miedo.—respondo.—Es muy peligroso, le quieren hacer daño.—señalo.—No pienso venir nunca más a un partido de fútbol.

—No seas exagerada.—me pide sentándose en uno de los asientos.

No estoy del todo cómoda, están también otros familiares de los jugadores del Madrid y eso me hace ponerme tensa, no quiero que piensen cosas que no son, aunque yo también lo pensaría si me viese desde fuera.
Primero esas fotos y ahora esto.

—¿No te da miedo que le hagan daño a Fede?

Mina suspira, se encoge de hombros y me vuelve a mirar.

—Estoy asustada todo el día, me da miedo que le hagan daño los aficionados, que le haga daño otro jugador, que tenga un accidente... Me da miedo todo, pero supongo que también eso es parte de quererle, es su profesión, no la va a dejar por el miedo, pero hay que aceptar que el miedo no es tan real, ¿sabes? Es la consecuencia de querer, si no le quisiera no lo tendría, al menos no tanto.

—No lo había visto así.—me siento a su lado y suspiro.—Pero es duro.

—Pero también es divertido, tienes que empezar a ver las partes buenas, rubia.

New Romantics | Jude Bellingham Donde viven las historias. Descúbrelo ahora