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JUDE

—Se supone que siendo inglés deberías de saber más sobre Halloween, pero por lo que veo eres malísimo con los disfraces.

Ignoro a Camavinga mientras me coloco bien la camiseta negra que llevo puesta.
Mientras que él se ha confeccionado un disfraz de vampiro (bastante raro), yo tan solo me había comprado un sombrero de cowboy, porque no tenía ánimos ni ganas de hacerlo mejor, además, prácticamente me estaban obligando a salir.

—Tú das miedo.

—De eso se trata Halloween, Jude.—responde dándome un golpe en el sombrero que hace que se caiga.—Y pareces un granjero.

—Bueno, mejor parecer un granjero que un loco.—murmuro mientras me agacho a coger el sombrero.

—Cuando todas las chicas vengan hacia mí, te darás cuenta del error que has cometido por no querer disfrazarte conmigo de vampiro.—se mira en el espejo de última vez y agarra de la mesa las llaves del coche.—¿Vamos?

Camino detrás de él sin ánimos. No sé qué le pasa a Camavinga, pero parece que es la noche más especial del año para él, lleva dos días dándome la lata con la maldita fiesta que Vini iba a hacer. El brasileño, tras la decepción del balón de oro, había decidido fingir que no le dolía y había preparado una fiesta.

No tengo ganas de ir, creo que se puede observar en mi cara y en las ganas que le he puesto a mi disfraz, pero supongo que somos uno, y hay que ir a apoyar. Había sido una mierda todo lo que había pasado, primero el clásico y después eso, la primera vez que estaba nominado a un balón de oro y también me lo habían robado.

—Bro, ¿te está afectando Halloween? Porque pareces un zombie.

—Cama, no tienes gracia, acéptalo, los franceses no sois graciosos, ahora conduce.—me quejo montándome al coche.

—Que sepas que te pienso dejar solo en la fiesta para que reflexiones.—arranca el coche sin apenas mirarme.—Arregla esa cara, por Dios.—murmura.—Ni que hubieras visto un fantasma.

—¿Eso era un chiste? Porque si era un chiste tampoco ha hecho gracia.—respondo, aunque no puedo mentir, una pequeña sonrisa me asoma.

—Te voy a tirar del coche, Bellingham.—me da un golpe con el codo en la barriga.

Bufo y me escurro en el asiento, aprovecho para sacar mi móvil.
Paso un par de historias, la mayoría de fotos son de mis compañeros enseñando sus disfraces, pero yo busco rápidamente a una persona en el buscador.
Lo llevo haciendo algunos días en busca de algo, pero Emma no sube nada y eso me desespera, porque no sé si está bien o está mal. E ir a preguntarle a Mina no es una opción, porque ni siquiera me había atrevido a mirarla cuando la había visto en algún entrenamiento, además, según sé, ella es la que había organizado que Brahim invitase a Emma, me lo había contando Arda.

New Romantics | Jude Bellingham Donde viven las historias. Descúbrelo ahora