Donde Jude tiene que aprender a separar su vida como futbolista de su vida privada.
O donde Emma le enseña que hay cosas más importantes que un mal comentario sobre su forma de jugar al fútbol.
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EMMA
Si, en mi corta vida, he aprendido algo del amor, es que entras en él siendo una persona que no recordarás del todo cuando el amor desaparece.
No creo que el amor sea el que lo cambia todo, también es el tiempo y tú misma, pero en parte el amor es uno de los culpables. Y sé que lo es porque sé que no soy la misma desde que hace un año la única relación que he tenido y la que apostaba que duraría para siempre se acabo. Y es triste admitirlo, porque decir que no eres la misma es aceptar que has dado partes de ti a otra persona y que para siempre esa persona llevará algo tuyo y tú algo de ella. Pero también es bonito y esperanzador ver qué los humanos marcamos en otros.
No soy la misma que la que era cuando estaba saliendo con mi ex novio. Yo le di muchas cosas, pero él me robó muchas otras sin mi consentimiento. Una de ellas, sin duda, es la confianza. Es una estupidez y me hace sentir una niña pequeña, pero no poder confiar es algo de lo que sufro y de lo que trato de deshacerme, lo estoy haciendo ahora.
Estoy escribiéndole un mensaje de Instagram a Jude Bellingham disculpándome. Eso es.
Borro el mensaje en cuanto lo pienso, pero entonces vuelvo a reescribirlo con otras palabras. Se supone que componer es lo mío, pero he escrito tantas veces este mensaje que empiezo a pensar que carezco de la capacidad de redactar algo.
En primer lugar había sido demasiado formal, y cuando digo demasiado es que no le había puesto señor de milagro.
Después había sido muy cercana, demasiado como para hablarle a alguien que, a simple vista, está enfadado conmigo.
Y, ahora, simplemente estaba siendo yo.
No había sido mi idea escribirle, pero Mina me había comido la cabeza con esas cosas de que los trenes pasan demasiado rápido, y, aunque la confianza se fue, puede que vuelva, quiero que vuelva, y él, cuando sonríe, hace que aparezcan destellos de ella.
Sonaba totalmente fuera de lugar, en mi cabeza al menos suena fatal, pero es que no sé cómo demonios puedo estar tan molesta porque un desconocido, del que sé algunas cosas, esté molesto conmigo.
No me suele importar mucho nada, no hay nada que me quite el sueño, que no sea mi música o mi familia, claro. Pero él, con esa sonrisa perfecta lo estaba consiguiendo y quería acabar con eso, quizá la solución es escribirle ese mensaje, aclarar las cosas y seguir adelante como si nada.
¿Pero de verdad es justo hacerlo?
Termino apagando el móvil sin enviar nada, fijo mi mirada en la tele, está jugando. Mina me había repetido alrededor de cincuenta veces que hoy jugaban, quería que fuera a verlo con ella y algunas novias de los jugadores, pero ir solo causaría más malentendidos y ya había tenido bastante.
Van perdiendo y eso me causa una pequeña molesta, me da igual el fútbol, pero me puedo imaginar la cabeza de los chicos si no ganan. Me puedo imaginar su cabeza, no es agradable.
