Capítulo 13:

45 10 1
                                    

Mi rostro ya está curado y vuelve a verse bien, sin embargo he adelgazado y eso ha molestado bastante a Christopher que me ha puesto un régimen alimenticio para que deje de bajar de peso. No puedo comer mucho; estoy perdiendo el ánimo de todo.

—Come —ordena y le hago caso porque no quiero continuar escuchando mierda de él. Después de unos largos minutos de silencio donde no sé cómo hare hueco para que entre más comida en mi— vas a tener una cuidadora nuevo, Arlette que se encargara de obligarte a comer adecuadamente y sobretodo de no salirte de la raya.

Frunzo el ceño.

— ¿A qué te refieres?

—Hablaremos hasta que terminemos de comer. Sabes lo mucho que me irrita la charla molesta.

Cierro la maldita boca y me obligo a terminar cada cosa de mi plato justo como él lo hace. Cuando terminamos me animo a preguntar de nuevo a que se refiere con tener a una cuidadora.

—He dado con una mujer con técnicas de entrenamiento excelentes, además de poder hacerte seguir el régimen correctamente.

—No necesito nada de eso —niego con la cabeza. No confió en algo nuevo viniendo de él; menos una persona.

—No te estoy pidiendo tu opinión —bebe su vino restante de un trago y continua— Esther, que es como se llama, hará que tu condición se mantenga. Créeme la necesitas. Te estas poniendo asquerosamente delgada.

Miro hacia abajo para checar mi cuerpo. Si, baje mucho de peso en las últimas semanas porque realmente nada me apetece ya. Me la vivo recordando aquel momento y los últimos momentos que también Christopher me ha hecho pasar, como antier, que llego como un animal en celo.

Mientras mi rostro estuvo golpeado no me toco hasta antier. Llego desesperado. Fue horrible, pero ¿Cuándo no es horrible estar con él? Christopher nunca podrá ser ni delicado, ni nada, sencillamente le encanta provocar dolor.

— ¿Ella también me va a golpear?

—Como lloriqueas, Arlette —rueda los ojos— molestas. Y la respuesta es no, pero si necesita usar la fuerza lo hará. Es una mujer letal; ten cuidado, mi niña hermosa.

Mis dedos tiemblan pensando ahora también en soportar a esa mujer. Quiero irme de aquí; quiero el maldito dinero que creo me lo merezco por las cosas que estoy soportando de este desgraciado y quiero hacerlo pagar por esto que me ha hecho.

—Ya han traído el vestido que vas a utilizar mañana por la noche en la cena. ¿Si recuerdas que te hable que saldríamos? —Asiento y él continua— bien, es una fiesta insignificante, pero necesito que te veas decente. Odio como luce tu cuerpo ahora mismo, pero no hay mucho que se le pueda hacer. El vestido debería ayudar a ver tu figura mucho mejor.

— ¿Puedo retirarme? —Pregunto conteniéndome de lanzarle algo.

—Por supuesto —cuando me pongo de pie me mira de pies a cabeza formándose una mueca de disgusto— no me apetece nada tu cuerpo. Utilizare tu boca hoy, así que procura que no tenga que ver tu cuerpo demasiado.

Asiento y me apresuro a irme a mi chalet. Utilizar mi boca es mil veces mejor a que él me esté tocando o penetrando.

.

.

Hora después Craig me da una sonrisa alentadora mientras me guía hacia la casa principal donde espera Christopher para que conozca a mi nueva carcelera. ¿Qué tan letal será esa mujer? Debe serlo bastante para que Christopher decidiera contratarla.

—Siempre tardándote demasiado —gimo cuando me toma con fuerza del brazo— no eres ninguna princesa para hacernos esperar, Arlette, creo que sabes perfectamente lo que eres.

Arlette HammondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora