Capítulo 17:

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Paso el cabello que me estorba detrás de mis orejas y comienzo a cubrir mis ojeras con maquillaje. Se ven espantosas. Mis manos tiemblan con ansiedad mientras hago eso; casi pierdo mi control durante el desayuno con Christopher. Tengo que controlarme estas pocas horas o van a sospechar.

No quiero meter a nadie más en esto así que ni siquiera puedo decírselo a Craig. Aparte puede que yo le agrade, pero es un esclavo y debe tener algún tipo de lealtad hacia él. Esta entrenado para eso.

Bajo las escaleras rumbo a la cocina donde Esther, como siempre, está esperando que me ponga a comer.

— ¿Voy a entrenar? —Asiente sin decir una sola palabra y encarno una ceja— ¿En serio?

—Por supuesto. Le pido que no diga nada más.

No digo nada más cayendo en cuenta que probablemente es para crear una fachada. Si no hacemos lo de todos los días van a sospechar y quien sabe, le avisen a Christopher o bien él este monitoreando todo por las cámaras.

El nudo en mi estómago es incluso más pesado mientras trago lo que es mi desayuno.

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.

Cierro la puerta y le pongo seguro con mis manos temblorosas antes de dirigirme hacia el closet y comenzar a buscar alguna mochila. Busco algo de ropa que me pueda ayudar mientras me muevo; busco en el cajón viendo que mi pasaporte no se encuentra.

Pongo mis manos en mi cara aguantando las ganas de llorar que tengo. Cálmate... puedes huir... no necesitas tu pasaporte.

La cosa es que que si lo necesito, pero por ahora mi prioridad será largarme de aquí. Quizá pueda esconderme en algún pueblo de mierda de Londres y comenzar a moverme en camiones o pidiendo aventones; comunicarme con Cinthya, una vez en contacto con ella podré volver al lugar donde no debí salir.

Respiro hondo calmando mi histeria y meto ropa interior a la mochila demasiado pequeña que encontré y la lleno casi al tope. Busco y encuentro pocos euros ya que me gaste la mayoría de la primera y última vez que saque de la tarjeta; las cuales tampoco se encuentran. Me dio y me quito todo; maldito infeliz.

Me agacho para buscar en el último cajón si de casualidad hay algo evitando gemir ante el dolor sordo que recorre mi entrepierna y muslos. Abro el cajón encontrando nada y lo cierro de un golpe. ¿Qué hago? Obviamente necesito dinero y Esther no me dará nada.

Una idea se viene a mi cabeza y me apresuro a la puerta, miro a mi alrededor no viendo a nadie. Ni siquiera me importan las cámaras dudo mucho que durante el día se miren y por la medianoche que las observe o mañana ya no importara demasiado.

Con decisión camino hasta su habitación. Solo espero que la maldita no tenga llave porque me muero... giro la perilla y se abre. Quiero gritar de emoción y entro a su habitación. Es la primera vez que estoy en ella y se siente extraño, la he visto a lo lejos, pero jamás había entrado hasta hoy. Elegante, fría y completamente limpia. Bien mi rostro se refleja en el piso limpio y brilloso.

Me apresuro a su vestidor y empiezo a buscar con la mirada rápido lo que vea. Zapatos, trajes, ropa casual, ropa deportiva... joyas, necesito joyas. Comienzo a desesperarme y salgo del vestidor. Miro a la izquierda hacia la mesa de noche y allí está un reloj.

—Es una mierda —mascullo tomándolo. Es lo único que hay alrededor que pueda vender y sacar un poco de dinero, pero es muy poco.

Esculco más y doy con tres anillos que deben ser de oro. Abro un cajón de la misma mesa de noche y encarno mi ceja viendo un collar de mujer con una piedra en el centro. Es delgada, pero igual la llevare algo le sacare a esto que es lo único que se encuentra aquí. Todo lo de valor debe estar en su estudio, pero ese siempre se encuentra bajo llave. Allí debe estar mi pasaporte y mis tarjetas.

Arlette HammondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora