Capítulo 14:

41 9 1
                                    

De verdad me veo espantosa.

Me pongo de lado para ver si cambia en algo, pero no, sigo viendo lo mal que se me ve mi cuerpo. En si el vestido es precioso, pero yo no puedo sacar de mi mente las palabras de Christopher. De verdad que bajar de peso me ha vuelto horrible.

El vestido es hermoso, pero siento que luzco horrible. Pongo cabello detrás de mí oreja izquierda dejando más del lado derecho; mi maquillaje esta impecable, hice un maquillaje más oscuro para que luciera, pero no. No, no, no, todo está horroroso.

—Arlette, ¿Puedes apresurarte? Ya sabes lo mucho que me molesta la impuntualidad —se detiene mirándome de pies a cabeza y, por primera vez, no aparece su mueca de desagrado— al menos te luces mejor que ayer. Quiero que cada día te arregles. Esas espantosas pijamas no te hacen ningún favor, por el contrario.

—Por supuesto.

Se acerca y doy un paso atrás hasta que me agarra e inclina su cabeza mirándome atentamente. Luce casi triste.

—Extraño tu usual sonrisa descarada.

—Me has quitado hasta las ganas de fingir mi sonrisa —musito con un poco de miedo que me abofetee, pero sintiéndome valiendo. Digo, él no me golpearía cuando estamos a punto de salir, ¿no?

—Considerando tus palabras, en especial "fingir", vas a comenzar a fingir de nuevo esas sonrisas. Dudo que te tomen demasiado esfuerzo —sonríe y encarna su ceja. Inhalo y finjo mi sonrisa de nuevo— mira, hermosa. Ni siquiera puedo notar que es falsa. Eres buena en las apariencias.

—Tú también, hombretón —continuo fingiendo y ocultando mi temor a que me golpee acaricio su rostro— ¿No tenemos una fiesta a la cual asistir?

—Así es, solo recuerda como debes comportarte en la fiesta y nada de andar de puta, Arlette —me toma de la mano caminando a la salida— por el momento estas ocupada.

.

.

Es una cena de caridad donde se subastaran viajes, joyas y cenas. Christopher, según me comento brevemente, un fin de semana en su villa en Italia. Cuando observo como habla con los demás viéndose tan accesible y viniendo a estas cenas de caridad solo me pongo tan tensa de todo lo que podrían estar ocultando las personas que están sentadas a mí alrededor.

Un vestido rojo capta mi atención y me tenso al ver a Nala. Ella debe ser de las peores escorias aquí junto con Christopher.

Me echo hacia atrás cuando una rosa aparece frente a mis ojos. Giro encontrando a Ronan detrás de mi asiento mirándome con una linda sonrisa.

—Hola, Arlette —me saluda y sorpresivamente toma asiento a mi lado. Brinco cuando siento la mano de Christopher en mi pierna asustándome por lo fría que es.

—Beaumont —asiente en su dirección y Ronan hace lo mismo.

—Puedes decir mi nombre, ¿sabes? No soy mi padre —mueve sus cejas antes de poner su atención de nuevo en mí. Inclino mi cabeza viendo el verdadero interés en sus ojos— ¿Cómo has estado? Luces hermosa esta noche.

—Gracias —elevo mis cejas sorprendida. ¿De verdad luzco bien?

— ¿Qué tal tus clases? No podría soportar las clases en línea en lo personal.

—Pues a Arlette le va de maravilla, pero por el momento se alejara de los estudios porque haremos un viaje.

Evito mirarlo sorprendida por lo que acaba de decir fingiendo que si se eso y sonrió asintiendo. ¿Saldremos de viaje? Parte de mi le atrae la idea de conocer Italia, pero estar sola con él en un lugar que no conozco y que tampoco conozco a nadie me aterra.

— ¿Vas a detener tus estudios?

—Sí, pero ya los retomare después —me encojo de hombros— no tengo prisa.

Ronan mira de Christopher a mí y algo en su mirada cambia, pero termina sonriendo y asintiendo.

—Les deseo un maravilloso viaje a ambos —se pone de pie— al parecer, van muy en serio.

—Por supuesto —Me tenso cuando Christopher besa mi mejilla— ¿Acaso no es la mujer más encantadora y hermosa?

—Supongo que si —besa mi mano inclinando su cabeza y después se despide de Christopher— espero poder volver a verlos antes de que salgan de viaje.

Cuando está lejos Christopher deja de tocarme y suelta un fuerte suspiro.

—Maldito imbécil entrometido.

— ¿Qué viaje? —Inquiero en voz baja.

—Ninguno —se burla y encarna una ceja— ahora lúcete como sabes hacerlo y encanta a esta gente.

Y eso hago.

Realmente son personas mayores en su mayor parte y no encontré a nadie interesante. Ronan, no ha vuelto a acercarse a la mesa y Nala cuando nos saludó me ignoro solo al retirarse me dio una sonrisa maliciosa.

.

.

Me tenso cuando al entrar al baño se encuentra la mujer de mis pesadillas: Nala. Estoy a punto de dar la vuelta y salir cuando suelta una risa.

— ¡Oh vamos! Deja de tener tanto miedo, ni siquiera te hicimos tanto daño —estremeciéndome me alejo de ella cuando intenta acariciar mi cabello— eres como un animal herido; huyes siempre. Nunca debes de huir del cazador, esto los atrae aún más; la presa se vuelvo un desafío que no se puede resistir —se recarga sobre el lavabo mirándome— ¿Qué edad tienes, Arlette?

—Veintiuno.

—Eres una niña, ahora entiendo el apodo —se burla y hace una mueca— deja de huir del cazador, niña. Menos cuando ya has perdido la batalla.

No le respondo nada y ella no espera que lo haga simplemente camina hacia la salida del baño dejándome sola. Pienso en sus palabras asustada de lo que mi mente comienza a concluir cuando la puerta se abre dejándome ver a Ronan.

—Nunca me ha dado buena espina, Beckett —comienza y me da una tarjeta— llámame en el momento en que necesites ayuda.

Toma mi mano y me fuerza a tomarla.

»Cuídate mucho Arlette, no dudes en llamar —quiero decirle... quiero pedirle ayuda y él debe verlo en mis ojos porque espera que hable, pero termino asintiendo— por favor, ten mucho cuidado.

—Gracias —musito y sale rápidamente.

Parpadeo confundida por las emociones que siento de que alguien que no me conoce de nada ha mostrado más preocupación por mí de la que nadie jamás la ha mostrado. Si acaso solo a Cinthya.

Para mi madre solo soy un cajero al cual sacarle dinero, para mi padre solo existo cuando lo ataca el remordimiento.

Que extraño es ver a alguien que te quiere ayudar. Y es frustrante porque yo no sé cómo pedir ayuda.

.

.

.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Arlette HammondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora