cap 24: la misión

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Avery estaba de pie junto a Aaron, ambos frente a la puerta principal de Alexandria. El sol matutino iluminaba las calles, y el aire era fresco y tranquilo. Avery se giró hacia Aaron, quien estaba absorto en su libreta, apuntando algo con su característico ceño fruncido.

—¿Qué escribes tanto? —preguntó ella, cruzándose de brazos. Aunque su tono era casual, en sus ojos se reflejaba la genuina curiosidad.

Aaron levantó la vista, sonriendo de manera apacible, como solía hacerlo. Era una de las pocas personas en Alexandria que parecía tener siempre la misma calma, sin importar el contexto.

—Anoto los movimientos, los cambios que veo en las personas de afuera. Es parte de mi trabajo —respondió, mostrándole su cuaderno. En él había mapas dibujados a mano, pequeños símbolos y descripciones sobre lugares y posibles grupos.

Avery levantó una ceja, examinando la caligrafía prolija. Su instinto de cazadora despertó de inmediato.

—Así que vigilas a las personas antes de que se acerquen a Alexandria, ¿eh?

—Exacto —asintió Aaron—. Si alguien parece peligroso o si un grupo es demasiado grande, informo a Deanna para que podamos tomar decisiones con antelación.

Avery lo miró con los ojos entrecerrados, su mente trabajando a toda velocidad.

—Y… ¿tienes algún grupo en la mira ahora?

Aaron hizo una pausa antes de responder. Parecía debatir internamente si debía compartir esa información con ella o no. Pero luego sonrió, como si hubiera decidido que era seguro.

—De hecho, sí. He estado observando a un grupo durante unos días. Son fuertes y parecen tener experiencia sobreviviendo. Al principio no sabía si acercarme, pero luego… bueno, parecían necesitar ayuda.

Avery se tensó, sus sentidos más alertas que nunca.

—¿Y por qué no los trajiste aquí aún?

Aaron la miró con un brillo en los ojos, como si estuviera a punto de revelarle un secreto emocionante.

—Estábamos esperando a que tú y tu hermano llegaran primero. Deanna quería que ustedes estuvieran más asentados antes de hacer la bienvenida oficial.

Avery soltó una risa seca, incrédula.

—¿Bienvenida oficial?

Aaron asintió con entusiasmo.

—Sí. Aquí solemos hacer una pequeña fiesta para los nuevos. Algo simple pero cálido. Comida, música… cosas normales, ya sabes. —Hizo una pausa, evaluando su reacción—. Queríamos hacerla contigo, Erick y los del nuevo grupo. Así que…

—Así que me estás diciendo que has estado esperando a que me “asiente” para arriesgarte a acercarte a ellos —completó Avery, con un tono de voz que dejaba entrever una mezcla de incredulidad y una pizca de molestia.

Aaron se rascó la nuca, incómodo.

—Bueno, cuando lo dices así suena mal… Pero sí, básicamente. Por eso quería preguntarte algo.

Avery lo miró, evaluándolo con la mirada, su instinto de caza aún en alerta.

—¿Qué quieres preguntarme?

—¿Te gustaría unirte a mí en la misión para acercarnos a ese grupo? —preguntó Aaron con una sonrisa amigable—. Sería tu primera salida oficial como exploradora de Alexandria.

Avery sintió un extraño cosquilleo recorrerle el cuerpo. La propuesta la entusiasmaba, despertando en ella ese deseo de moverse, de cazar, de estar al aire libre. Estaba a punto de responder cuando vio una figura corriendo hacia ellos desde la calle. Erick, su hermano, se acercaba jadeando, su rostro pálido y sus ojos desorbitados por la preocupación.

—Avery… —gimió entre respiraciones cortadas, doblándose por la mitad al llegar frente a ella—. Tommy… algo… algo no está bien.

El corazón de Avery se paralizó de inmediato. De repente, toda la emoción por la propuesta de Aaron desapareció, reemplazada por un miedo visceral. Dio un paso hacia Erick, sin saber si lo había escuchado bien.

—¿Qué? ¿Qué le pasa a Tommy? —preguntó con voz aguda.

—Tiene fiebre. Está… está ardiendo —dijo su hermano, frotándose el sudor de la frente con el dorso de la mano—. No para de llorar, Avery. No sabía qué hacer y vine a buscarte.

La mente de Avery comenzó a correr a toda velocidad. Sin decir más, se giró hacia Aaron con una expresión que no admitía objeciones.

—Lo siento, Aaron, pero tengo que irme. Ahora.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Aaron, preocupado. Pero Avery ya estaba corriendo en dirección a la casa.

—No lo sé. Solo… avísale a Deanna, ¿sí? —gritó sobre su hombro antes de desaparecer por la esquina.

Llegó a la casa en cuestión de segundos, con el corazón latiendo a mil por hora. Entró de un tirón y corrió hacia la habitación donde estaba Tommy. El pequeño yacía en la cuna improvisada, su cuerpecito temblando bajo las mantas. Tenía las mejillas encendidas, y sus ojos entreabiertos parecían suplicar ayuda. Avery sintió que el miedo la atravesaba como un puñal.

—Tommy… —murmuró, inclinándose para recogerlo con sumo cuidado. El bebé gimió, aferrándose a su ropa como si ella fuera su única ancla en el mundo.

—¿Qué hacemos? —preguntó Erick, parado detrás de ella, con los ojos muy abiertos. Se notaba que estaba tan asustado como ella.

Avery respiró hondo, tratando de no dejar que el pánico la dominara. Pensar. Tenía que pensar.

—Vamos a llevarlo a la enfermería —dijo finalmente, su voz firme—. Ahora.

Ambos salieron corriendo de la casa, sin detenerse a explicar nada a las pocas personas que los vieron pasar. Entraron a la enfermería de Alexandria, donde la doctora Cloyd los recibió, su rostro pasando de profesional a preocupada en cuanto vio al bebé.

—¿Qué pasó? —preguntó, tomando a Tommy con delicadeza.

—Fiebre —respondió Avery con voz temblorosa—. No sabemos por qué. Estaba bien hace unas horas, y luego empezó a ponerse así.

La doctora asintió, llevando a Tommy a una de las camas y comenzando a revisarlo con precisión.

—Calma —dijo con suavidad, mirando a Avery y a Erick alternativamente—. Parece un resfriado fuerte, pero a esta edad, incluso un resfriado puede ser peligroso. Vamos a bajarle la fiebre y a monitorearlo.

Avery sintió que el mundo se tambaleaba a su alrededor. No podía perder a Tommy. No después de todo lo que había pasado para mantenerlo a salvo. Miró a Erick, quien parecía tan asustado como ella.

—Se pondrá bien, ¿verdad? —preguntó, su voz rota.

La doctora asintió con una sonrisa tranquilizadora.

—Con los cuidados adecuados, sí. Pero no deben dejarlo solo. Necesita estar bajo observación constante.

Avery apretó la mandíbula y respiró hondo. Se giró hacia su hermano y luego miró hacia la puerta, como si todavía pudiera escuchar a Aaron preguntándole si quería irse de misión.

—Me quedo aquí —dijo, como si reafirmara una verdad fundamental—. No voy a dejarlo.

Erick la miró y asintió, sus ojos llenos de gratitud.

—Gracias, Avery.

Y así, mientras el día avanzaba, Avery permaneció junto a Tommy, su misión con Aaron olvidada. Porque a veces, proteger lo que amas significa estar donde más te necesitan, incluso si eso significa renunciar a todo lo demás.

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Casiiiiiii!!!!!!
Besos 💋💋

EL LEGADO DE LOS MUERTOS [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora