5. La escena de la playa

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-¡Escena 17, toma 2, tercer intento!- gritó Sasha, directora de producción -Y... ¡Acción!- escuché el ruido de la claqueta cerrándose frente a la cámara y miré a Ethan a los ojos. Luego, despacio, coloqué mi mano sobre la suya, con una sonrisa tímida en la cara. Los dos estábanos sentados en la arena, mirando al mar.

-James...- empecé.

-Dime.- ¿por qué su ojos tenían que tan azules? Así no iba a haber forma de que me concentrara.

-Supongo que soy como un girasol.- dije encogiéndome de hombros con esa actitud tímida en la que Matt y Sasha se habían empeñado en que Sophie tenía que tener.

-¿Un girasol?- me miró divertido. Claro que no tenía ningún sentido; esa frase, por supuesto, había sido cosa del guionista.

-Sí... Ios girasoles nunca dejan de mirar al sol. Le siguen con la mirada. Quieren acercarse a él para que les caliente... No les importaría quemarse, si pudiesen separarse de la tierra, de su tallo...- dije mordiéndome el labio inferior -Yo no dejo de mirarte a ti... Quiero acercarme.

-¿Incluso si te quemas?

-Quiero quemarme- respondí muy convencida mientras me inclinaba hacia él y me besaba. Fue un beso un poco más dulce que el del coche, quizás un beso más de película, y no me sentí igual de cómoda, porque había más de 30 personas mirándonos, y cuando saliera la película, millones. 

*Este beso se quedará grabado para siempre* pensé, y en ese momento unas lágrimas se deslizaron por mis mejillas. 

Unas que al final decidieron dejar en la película porque quedaban bien, como si Sophie estuviera emocionada.

Nos hicieron repetir el beso un par de veces más para grabar más tomar desde diferentes ángulos, y nos dejaron irnos mucho antes de lo que esperaba.

-Gracias- me dijo Ethan al salir.

-¿Gracias?- repetí incrédula.

-Claro, lo has hecho muy bien. Me arrepiento de lo que dije, no besas nada mal. Y nos han dejado salir mucho más pronto de lo que esperaba... Así que podré salir esta noche- dijo satisfecho.

-Ah, bueno...- me quedé sin saber exactamente qué decir -Entonces, de nada, supongo.

-Supones. ¿Quieres que te acerque a tu casa?

-No, no te preocupes- no quería ser una carga para él -De hecho, quizás me quede un rato en la playa, mañana libramos- me recordé en alto. Al día siguiente era sábado, pero la mayoría de sábados trabajábamos, lo ponía en el contrato. 

-¿Te quedas?- me preguntó. -Aún queda tiempo para mi fiesta. Me puedo quedar un rato contigo, si quieres. 

-¿En la playa?- repliqué incrédula.

-¿Por qué no?- repitió divertido.

-No sabía que tu ocupado horario de actor famoso te lo permitiera.

-Bueno, todos somos capaces de hacer excepciones- y me guiñó un ojo. Mierda, sólo ese gesto me electrizó de arriba a abajo.

Eché a andar simulando que su compañía no me importaba demasiado.

-Háblame de ti- dijo de pronto. Por supuesto, alguien de su estatus social no se molestaría en pedir las cosas por favor. 

-¿De mí?- volví a repetir incrédula.

-¿Por qué repites todo lo que digo para asegurarte? ¿Soy tu amor platónico o algo así?- bromeó para romper el hielo. Algo que desde luego no hizo, porque claro que era mi amor platónico. Pero era eso mismo, platónico. No podría ni imaginarse las veces en las que había suspirado por él delante de la televisión, al verle desde que era un adolescente, soñando con ser alguna de aquellas chicas con las que los personajes que Ethan interpretaba tenían algo...

-No hay demasiado que contar de mí. En mi casa nunca faltó de nada, pero nunca he estado acostumbrada a ser absurdamente rica, por supuesto- le lanzó una mirada condescendiente. A veces no soportaba a la gente con dinero -Desde pequeña me obsesioné con el cine, veía todas las películas que me encantaban fijándome en el más mínimo detalle, una y otra vez, hasta saberme los diálogos de memoria, y luego...

-Espera. Una cosa.

-Dime.

-¿Alguna de mis películas era de esas que veías mil veces?- bajé la cabeza y no le dije que todas lo eran.

-Pues... Bueno, sí, un par de ellas me gustaban.

-¿Me recitarías algún diálogo?

-Pues... Bueno, fue hace tiempo, no sé si aún me acuerdo...- por supuesto que me acordaba. Justo el día anterior había visto una suya en cuanto había llegado a casa. 

-Seguro que de algo te acuerdas...

-Eres idiota, idiota e idiota. ¡Ahora Sady lo sabe todo sobre nosotros!- me acordé de pronto y lo recité de golpe. Pero no me esperaba que él continuara con su frase.

-¿Sabes? No me importa. Me da igual quién lo sepa. Gritémoslo a los cuatro vientos. Sólo quiero estar contigo.- me dijo mirándome a los ojos.

-Pero, si ellos lo descubren...- en ese momento, la protagonista comenzaba a llorar, e hice lo posible por pensar en lo más triste que me hubiera pasado nunca. El resultado fue inmediato. Un par de lagrimones se deslizaron por mis mejillas. Ethan hizo lo que hacía Jack en la película, y me rozó la mejilla con la mano.

-No llores. Si ellos lo descubren, nos escaparemos de aquí, y viviremos, ¿vale? Juntos.

-Juntos- repetí como lo hacía Linda en la película, y esbocé una media sonrisa. Mierda, y en ese momento era el beso. No debí haber elegido aquella escena. Mentía. Lo estaba deseando.

Ethan se acercó a mí, yo cerré los ojos, y...

-Creo que deberíamos dejarlo por aquí- cuando abrí los ojos, estaba mucho más lejos de mí. ¿Como fui tan ilusa como para pensar que también haríamos el beso?

-Sí- me obligué a sonreír. 

-Te sabías el diálogo al dedillo- sonrió burlonamente -Creo que acabo de dar con una gran fan.- me sonrojé.

-La vi hace poco- puse como excusa. 

-Ya. Bueno, nos vemos.

-Chao- me despedí mientras le veía irse. ¿Qué le estaba pasando a mi corazón?

Luces, cámara... y amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora