Capítulo 1

394 70 4
                                    

Entre Fuego y Traición

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Entre Fuego y Traición

Rhaenyra despertó con los ojos hinchados de tanto llorar. La noche anterior había descubierto que su madrastra, Alicent Hightower, estaba esparciendo rumores en la corte, afirmando que ella era infértil. Además, había estado hablando con varios miembros del consejo sobre quién debía gobernar tras la muerte del rey Viserys, inclinándose claramente por Aegon, el hijo que había tenido con el rey, favoreciendo así su derecho al trono por encima del de Rhaenyra.

Esa traición latente de Alicent se clavaba en su corazón, sumada a la tristeza por otro aniversario de la muerte de su madre, Aemma Arryn. Sabía que su madre había sido "abierta como un cerdo" en un desesperado intento por salvar a un bebé que sólo vivió unas pocas horas. El dolor por ambas pérdidas se arremolinaba en su pecho.

Aquella noche, había soñado con su hermano usurpando su trono, con la muerte de sus hijos de cabellos castaños, acusados de ser bastardos. Soñó con el final de los dragones, con su dinastía extinguiéndose bajo traiciones y puñaladas. Soñó con el apodo cruel que le habían dado: "Maegor con tetas". En sus visiones, los que amaba desaparecían uno por uno, y ella siendo quemada por el dragon de su medio hermano a la vista de su hijo Aegon.

Rhaenyra no quería ese destino para sus futuros hijos, ni para las personas leales que la rodeaban. Pasó gran parte de ese día en su habitación, mirando la ciudad desde su balcón, contemplando la Fortaleza Roja, el lugar que debía gobernar. Al atardecer, llamó a sus damas para que le prepararan un baño. Se bañó en silencio y, tras secarse, pidió un vestido azul que había pertenecido a su madre. Lo acompañó con una tiara que Viserys le había regalado a Aemma, junto con los pendientes y un collar de perlas que Laenor Velaryon, su esposo, le había dado.

Laenor era un buen amigo, un leal aliado, pero no un verdadero esposo. Nunca podría darle los hijos que tanto necesitaba, pero no lo culpaba por ello.

Se miró al espejo. Su cabello caía suelto, con pequeñas trenzas que enmarcaban su rostro. Se veía hermosa, casi como si su madre la estuviera mirando a través del reflejo. Pidió a sus damas que la dejaran sola, y en el silencio de su alcoba escribió una carta que sería leída en la corte.

En la misiva, Rhaenyra expresaba el dolor que le provocaba la traición de Alicent, quien conspiraba en su contra, abogando porque Aegon fuera el heredero solo por ser hombre. También lamentaba que su padre, el rey, no hiciera nada para respaldar su derecho al trono, relegándola a la posición de copera en el consejo, sin verdadera autoridad.

Declaró formalmente que su heredera sería Rhaenys Targaryen, la "Reina que Nunca Fue", pues creía que su tía tenía la capacidad y el derecho legítimo de gobernar, y no reconocía a Aegon ni a sus otros medios hermanos como familia. Escribió que Aegon era un bastardo, concebido en pecado cuando aun no estaban casados, mientras Viserys aún no había respetado el luto por su difunta esposa, y sentenció que su padre había sido un "mataparientes" por ordenar la apertura del vientre de Aemma.

La Princesa y el Heredero de SlytherinWhere stories live. Discover now