Capítulo 2

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Una Princesa en Tierra Desconocida

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Una Princesa en Tierra Desconocida

Rhaenyra sintió un dolor abrasador en todo su cuerpo, un dolor que no podía ignorar. Claro que lo sentiría, pensó mientras el calor aún residía en su piel, porque había sido consumida por las llamas de su Syrax, su amada dragona. En su mente, esperaba que la muerte la llevara a algún lugar como el cielo, donde quizás podría reencontrarse con su madre. Pero algo no estaba bien. Ese no era el final que había imaginado.

Lentamente, intentó abrir los ojos. Al principio, la luz era suave pero molesta, una claridad que la cegaba momentáneamente. A lo lejos, divisó a dos personas vestidas de negro, enfrascadas en una discusión acalorada. Las voces eran distantes y confusas, pero poco a poco, las figuras empezaron a acercarse. Cuando estuvieron justo frente a ella, el más bajo de los dos avanzó.

—¿Te encuentras bien? —preguntó el chico con voz preocupada.

Rhaenyra parpadeó, intentando enfocar su mirada. Lo primero que vio fue un niño, con el rostro manchado de hollín y una capa negra que cubría su cuerpo. Sus ojos, sin embargo, eran lo que más llamaba la atención: tenía dos cristales grandes que cubría sus ojos verdes esmeralda. Su cabello estaba desordenado, dándole un aire de urgencia y caos.

Detrás de él, otro muchacho, más alto y delgado pero con una postura fuerte y dominante, observaba la escena en silencio, también vestido de negro.

—¿Dónde estoy? —murmuró Rhaenyra, aún tratando de entender dónde se encontraba. Ella esperaba encontrarse en algún paraíso, junto a su madre, después de haber sido consumida por las llamas de Syrax.

—Estás en Hogwarts, en la Cámara de los Secretos —respondió el chico de los ojos verdes con voz infantil—. Apareciste de repente con un gran estruendo. Pensamos que eran llamas.

—¿Hogwarts? —repitió, confundida—. Nunca he oído de un lugar así... ¿Es esto el cielo?

El otro muchacho, el que se mantenía en silencio hasta entonces, dejó escapar una risa burlona.

—Esto no es el cielo. ¿Qué tipo de magia hiciste? —dijo el joven con una voz firme, casi desafiante.

Rhaenyra frunció el ceño ante la insolencia.

—No hice magia —respondió, luchando por mantenerse firme. Entonces, observó al niño de los ojos verdes—. ¿Quiénes sois?

El chico la ayudó a levantarse, y ella, aún tambaleante, se apoyó en su brazo.

—Yo soy Harry. Harry Potter. Pero puedes llamarme Harry —dijo, señalando al otro muchacho con una leve inclinación de cabeza—. Y él es Tom Riddle.

Tom la miraba con desdén, como si no quisiera estar allí.

—Soy Rhaenyra Targaryen —respondió ella con una sonrisa débil, sintiendo que aún no lograba procesar lo que había sucedido.

La Princesa y el Heredero de SlytherinWhere stories live. Discover now