Canción

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El cuerpo entumecido y los párpados pegados. Aún no se sentía listo para despertar. En sí parecía que todo en su entorno lo invitaba a seguir durmiendo. La suavidad de las sábanas, lo esponjoso del colchón y el rico perfume a lavanda del suavizante de telas mezclado con el olor corporal de alguien más. Claro, esa no era su cama, tal vez por esa razón la encontraba más cómoda de lo normal.

Ahora, como la cereza del pastel, solo le hacía falta envolver con sus brazos al propietario del dormitorio...  Que extraño. Rebusco con una mano la almohada a un lado, bajo las cobijas y en toda la extensión del colchón hasta que sus dedos llegaron a la orilla. Fue entonces que abrió los ojos.

No estaba.

Trato de buscarle en alguna esquina de la habitación, tal vez vistiéndose junto al armario o sentado en su escritorio. Seguía sin encontrarlo por ningún lado. ¿Dónde se había metido?

Con los sentidos amortiguados y el pánico de encontrarse solo, se paro descalzo y dirigió a la puerta. Tan pronto cruzó el umbral fue invadido por un aroma dulzón similar a pan y el sonido bajo de una canción, solo que el vocalista parecía tener un eco, una voz bajita que trataba de seguir la letra con los mismos tonos con apenas éxito.

—Tengo ganas de pasar un día entero de tortuga junto a vos~ Caminar muy lento al super para comprar verduras y arroz~

Como polilla a la luz sus pies se movieron en su dirección, silenciosos como una sombra, más por costumbre que por intención.

—Cocinarte mientras pongo un tema de esos que se bailan le-eh-eh-ento~ Y si comemos a las 4 no hay problema, al menos no estaremos viejos~

Al acercarse lo suficiente se encontró con una bonita escena. La estufa encendida, hotcakes en la sartén y la pequeña figura de su novio moviendo las caderas de un lado a otro mientras espolvoreaba trozos de chocolate en la masa.

—Y~ que el Sol entré por la ventana, calentando las membranas de mi caparazoooon~

Tal vez era porque seguía medio dormido, pero la luz de la mañana daba un aura deslúmbrate a la imagen, cálida, como si de un sueño se tratara.

Con una espátula que primero uso como micrófono, dio la vuelta al disco medio cocido y apagó la flama, dejando que el calor restante del sartén terminara de cocinarlo. En la mesa ya había un par de platos con sus respectivas torres, acompañadas de una ligera capa de mermelada y abundante fruta recién picada.

—Y vos pondrás la cafetera mientras yo agarro la guitarra~ y compongo esta canción~

Tomó un par de tenedores de las gavetas y dio la vuelta para acomodarlos en la charola junto a los platos. Todo estaba listo y bien presentado para transportarlo.

—Seamos tortugas my... MIERDA CATO.

De un brinco la mesa entera se sacudió. Ángel se sostuvo del borde mientras su corazón exaltado trataba de retomar su ritmo tranquilo. No había escuchado ningún indicio de Cato levantándose y de repente lo tenía ahí parado a sus espaldas quién sabe desde hace cuanto tiempo.

El culpable solo se quedó mirando. Pensó en disculparse o tal vez saludarlo, pero su cerebro seguía atontado por la mañana y la escena que acababa de presenciar. En lugar de abrir la boca sus pies comenzaron a moverse.

—Me asustaste —suspiro—. Tenía planeado llevarte el desayuno a la cama pero... creo que hice demasiado escandal-

No pudo terminar. Su cara quedo atrapada frente al torso de su novio en cuanto le envolvió con sus brazos.

—Buenos días dulzura —le saludo con un beso en la frente.

Ahí estaba, justo lo que le hacía falta al despertar.

—Buenos días gatito.

Al ser correspondido con las manos de Ángel serpenteando en su cintura no pudo evitar suspirar y mecerse un poco. La música seguía sonando, tocando alguna otra canción igual de melosa que la anterior. El aroma a hotcakes se había impregnado en el cabello de su novio y no pudo evitar olfatearlo un poco. Se sentía como si pudiera simplemente untarle mermelada y pegarle un mordisco.

Abrió bien los ojos y contempló el desayuno. En la charola había incluso un diminuto florero con tres margaritas. ¿Lo había preparado especialmente para él? Sonrió negando. De haber sido paciente y dormir unos cuantos minutos más habría amanecido con una hermosa sorpresa en la cama. Pero ¿Por qué? Apenas tenían un par de meses saliendo y le tenía esa clase de detalles.

Al mirar hacia abajo se derritió. Ahí estaba Ángel con el cuello estirado en su dirección, ojos cerrados y labios apuntando, seguramente parado de puntillas. No le hizo esperar y cerró el espacio entre ellos, saboreando un beso más dulce que el almíbar.

Con una mano tomó la bandeja y con la otra se entrelazo a los dedos de su pareja, guiándolo sonriente al nido de cobijas que antes habían compartido. Su corazón bailaba al ritmo de la música, pues ¿Cómo no emocionarse? Frente a él estaba la promesa de una vida con más mañanas así. 


Recuerdos de OctubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora