El frío de octubre hacía lo suyo. Todavía no era insoportable como el de diciembre, pero era difícil ignorar esa corriente de aire que erizaba la piel y te hacía estornudar.
Vivir lejos de todo al parecer también te alejaba del calor humano. Posiblemente era porque bloques de casas alrededor de la tuya ayudaban a mantener un poco más de temperatura. Bien, si más frío era el precio a pagar por no tener que soportar vecinos, ni el escándalo del tráfico, estaban más que dispuestos a pagarlo. Podían aguantar el frío calentándose entre sí, justo como lo hacían ahora.
Chocolate caliente, una manta y abrazos en el sofá eran lo que servía la noche. Cato había llegado de hacer unos mandados y Ángel le esperó con dos tazas de la bebida caliente. Qué mejor forma de llegar a calentarse después de todo el viento frío que chocó contra su piel durante su viaje en moto.
La película era una que ya habían disfrutado juntos, una de las favoritas de Ángel y ya estaba casi por la mitad así que Cato sugirió que la dejara, simplemente tomando su lugar en el sofá y envolviéndolo en sus brazos bajo la cobija.
Aunque el chocolate se veía apetecible y perfecto para aliviar el dolor en sus dedos, pocas eran las ganas que tenía de soltar a su calefactor personal y alcanzar las tazas. En su lugar prefirió buscar los huecos más reconfortantes que tenía a disposición.
—¿Tienes frío? —preguntó Ángel al sentir un par de manos colarse entre sus muslos—. Hice un poco de chocolate, deja te-
No terminó. Antes de que siquiera pudiera levantarse recibió su respuesta en forma de un apretón de cuerpo completo. Su destino estaba sellado. No podría dejar el sofá los próximos 60 minutos aunque quisiera.
—Ok ok... deja me acomodo entonces.
Sin quitar la cobija, se escabullo hasta quedar sobre las piernas de Cato, de lado, perfecto para recostarse sobre su pecho y poder seguir viendo la película. También fue más cómodo para que los dedos fríos del más alto retomarán su escondite. Mucho mejor. Si realmente fuera un gato, como decía su apodo, seguramente estaría ronroneando.
La película siguió. Era la historia de un joven que podía viajar en el tiempo. En ese momento la chica que había conocido en una cita a ciegas parecía ser el amor de su vida, el problema era que tuvo que regresar en el tiempo para salvar la carrera de su amigo, haciendo que jamás conociera a su amada. Entonces tendría que usar su habilidad para volver a encontrarla y enamorarla una vez más.
Finalmente la encontró en una exposición de su artista favorito. Era el quinto día que la esperaba. El encuentro fue sumamente incómodo. Él la conocía pero para ella solo era un extraño que sabía cosas sobre ella. Lo peor fue cuando después de algunos intentos el protagonista se enteró que ella ya había empezado a salir con alguien. Su misión ahora era regresar en el tiempo y conocerla antes que ese chico.
—¿Cato?
—¿Hmmm? —contestó al llamado sin abrir los ojos. La calma era tan acogedora que dormir justo así no sonaba mal.
—Te amo.
La ola de emociones le hizo suspirar. Al abrir los ojos se encontró con los ojos dorados de Ángel, cerrándose antes de plantar un beso en su mejilla. Rio avergonzado. ¿Por qué tanto cariño de repente?
—¡Estás muy frío! —volvió a pegarse a su mejilla, esta vez con la propia. La diferencia de temperaturas era enorme. Tal vez era porque él había estado cubierto casi en su totalidad por las cobijas, mientras que Cato se mantuvo sobre su cabeza con la barbilla recargada en su cabeza.
—Estoy bien —respondió escondiéndose en el cuello de su novio y dejando unos cuantos besos en el camino. No quería que se notara su sonrojo.
—No, no. Ven, tenemos que corregirlo.
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Recuerdos de Octubre
FanfictionCompilación de escritos realizados para el Catober 2024 de Redphone.