Yoko gimió en voz alta cuando su alarma sonó en la habitación. A ciegas agitó el brazo y golpeó la pantalla de su teléfono en un intento de silenciar el maldito ruido. Sacó la cabeza de debajo de las sábanas y suspiro en voz alta antes de levantarse y dirigirse a la cocina para prepararse un café.
Desde que June comenzó la escuela, cada mañana se convirtió en una rutina natural. Yoko se despertaba a las siete, tomaba un café (o dos), despertaba a June media hora después y se aseguraba de que su desayuno estuviera en la mesa esperándola. Mientras June comía, Yoko se preparaba. Luego June se bañaba rápidamente, se cepillaba los dientes, se ponía el uniforme y se iban.
Hoy no fue diferente. June estaba vestida y esperando a su madre en la puerta principal. No quería ir a la escuela, pero le encantaba la escuela. Le encantaba aprender y amaba a su maestra, Khun Orm. Lo que no amaba era a sus compañeros de clase, los que la llamaban mentirosa cuando dijo que había conocido a Faye Malisorn.
–Bien, ¿Lista?– preguntó dulcemente Yoko.
June asintió y observó cómo su madre abría la puerta y juntas recorrían el pasillo. Al final del pequeño pasillo, se abrió una puerta y apareció una persona.
–¡P'Faye!– gritó June en voz alta, lo que prevoco que Yoko la regañara un poco por alzar la voz.
La alfa volteo a mirar a la niña con una sonrisa –¡Hola princesa! ¿A dónde vas?–.
–Tengo que ir a la escuela– respondió June con tristeza.
–¿No te gusta la escuela?–.
–Me encanta la escuela, pero no me gustan mis compañeros–.
Faye frunció visiblemente el ceño. Miro a Yoko, quien intento sonreírle de manera alentadora. No pudo evitar sentir la ira en la boca del estómago al pensar que alguien se metiera con esa niña. June era una pequeña bola de sol, ¿Por qué los niños no querrían ser sus amigos? Eso desconsertaba a Faye.
–¿Quieres que te lleve?– la alfa levantó las llaves de su coche –Acabo de comprarme un coche nuevo y necesito una excusa para conducir más allá de ir y volver del estudio–.
June miro a su madre suplicando con las manos juntas en una oración silenciosa. Yoko miró a su hija con los ojos en blanco y negó con la cabeza.
–No puedo pedirte que hagas un esfuerzo especial por nosotras–.
–¡Tonterías!– Faye sonrió–No es un problema. De todos modos, me gustaría ver a esos niños que siguen molestando a June–.
Yoko miro a la alfa qué tenía frente a ella y después miró los ojos suplicantes de su hija. Suspiro con resignación y asintió con la cabeza a la oferta de Faye.
June saltó y sonrió ampliamente. Luego agarró la mano de la alfa y comenzó a hablar con entusiasmo sobre la escuela, su maestra y sus lecciones.
La omega los siguió de cerca y no pudo evitar la pequeña sonrisa cariñosa que se le dibujó en el rostro al ver la imagen que tenía frente a ella. Nunca antes había visto a su hija interactuar de esta manera con nadie. Tal vez era porque Faye era famosa. Tal vez era porque Faye era orgullosamente inmadura. Yoko no lo sabe. Lo que sí sabe es que su hija se ha unido a esta alfa a pesar de conocerla desde hace solo unos pocos días.
El coche de Faye era negro medianoche. Las ventanas estaban polarizadas y el interior era de cuero color crema. Yoko corrió rápidamente hasta su propio coche y sacó la sillita para niños para después colocarla en el asiento trasero del coche de Faye y después asegurar a June. El coche olía a nuevo y Yoko se dio cuenta que era caro.
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Cambios
FanfictionFaye, una super estrella de cine y Miss Grand Thailand, tenía cientos de nombres de omegas en su teléfono. Nunca le faltó la atención de las omegas femeninas. Pero todo cambia con el tiempo, así es la vida. A veces los cambios vienen en forma de un...