Una advertencia

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Faye estaba recostada tranquilamente en su cama con una mano metida en la parte delantera de sus pantalones deportivos y otra detrás de la cabeza. Bostezó cuando el dibujo animado qué apenas estaba viendo llegó a su fin y comenzaron a aparecer los créditos. Justo cuando tomó la decisión de poner otro episodio, alguien tocó a la puerta.

Con pereza, se puso de pie de un salto y se dirigió a la puerta principal. La abrió con la expectativa de ver el rostro radiante y feliz de Yoko sonriendole con una variedad de bocadillos en sus brazos. En cambio, lo que la recibió fue una niña de ocho años con el ceño ligeramente fruncido.

–Hola, princesa– dijo Faye sonriendo –¿Que pasa?–.

–¿Puedes venir conmigo?– preguntó June con sus grandes ojos de cachorrito.

La alfa asintió varias veces y se dio unas palmaditas en los bolsillos para asegurarse de que su teléfono estuviera allí antes de seguir a June por el pequeño pasillo. Justo antes de llegar al apartamento de la niña, Faye habló.

–¿Cómo es que sigues aquí? Pensé que ibas a salir con tu padre– Probablemente debería esperado para preguntarle a Yoko, pero no pudo evitarlo. Según los mensajes que recibió anoche de la omega, Folk debería haberse llevado a la niña desde hace casi una hora.

June se encogió de hombros como respuesta a la pregunta de la alfa –Mæ̀ esta en su habitación y aún no ha salido ¿Puedes asegurarte de que esta bien?–

Faye le revolvió el cabello a la niña y asintió –Lo haré, princesa–.

June finalmente sonrió y tomó la mano de Faye mientras se dirigía a la alfa hacia su casa. Casi empujó a la mujer mayor en dirección a la habitación de su madre y salió corriendo a mirar nuevamente dibujos animados en el sofá.

Faye golpeó suavemente la puerta antes de abrirla. Rápidamente la cerró detrás de ella mientras entraba al dormitorio de la omega. Sentada en el suelo con la cabeza entre los brazos estaba Yoko, temblando. El instinto protector de Faye se encendió, pero reprimió el sentimiento mientras se sentaba a su lado. Yoko necesitaba que la consolaran, no que la interrogaran con preguntas que iban desde "¿Quién te molesto?"  hasta "¿Dónde viven?".

Inmediatamente la omega sintió la presencia de Faye y se arrojó sobre ella. La alfa la abrazó con fuerza mientras sollozos resonaban por su pequeño cuerpo y escapaban de su boca. Frotó la espalda de la omega y le susurro palabras tranquilizadoras al oído. Todo lo que pudo hacer fue esperar pacientemente a que Yoko se calmara y le explicara lo que estaba sucediendo.

Después de cinco minutos, los sollozos disminuyeron.

–Lo siento– la voz de Yoko estaba ronca mientras hablaba.

–¿Por qué?– Faye intentó hacer que su voz fuera lo más tranquilizadora posible para calmar a la omega.

Yoko resopló mientras se frotaba los ojos –Por mojarte la camisa–.

–¿Dónde?– como la camisa de Faye era negra, no podía ver la mancha.

–Allá–.

–¿Dónde?–

–¡Ahí!– Yoko tocó la mancha húmeda.

–Esa solo fue una excusa para tocarme el pecho, ¿no? – Faye se sintió complacida con la risa que salió de la boca de la omega.

–Cállate– resopló mientras empujaba los hombros de la alfa. Se quedaron en un cómodo silencio con Yoko apoyando la cabeza contra el hombro de Faye. La omega comenzó a jugar con la mano de la alfa que previamente estaba agarrando la suya antes de suspirar –Tuve una discusión con Folk–.

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