Fuegos artificiales

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Faye estaba nerviosa. Muy nerviosa. Nunca había tenido una cita real con nadie. Claro que había tenido citas falsas con Ice para ese reality show unos años atrás, pero aparte de eso no tenía experiencia real en citas. Todo lo que estaba apunto de hacer era nuevo para ella, pero afortunadamente, también era nuevo para Yoko.

Estaba vestida con su traje favorito de Thom Browne, con el cabello rojizo peinado hacia atrás sujetado con unos lentes. Sus zapatos estaban junto a la puerta, esperando a que reuniera valor y saliera.

Después de mirarse una última vez en el espejo del baño, Faye respiro hondo y finalmente salió de su apartamento. La corta caminata de veinte segundos hasta el apartamento de Yoko pareció durar una eternidad. Sus pensamientos estaban llenos de imágenes de Ice gritándole qué no la cagara.

En lugar de tocar en la puerta de Yoko, optó por enviarle un mensaje de texto a la omega y anunciarle qué estaba afuera. Fue idea de Yoko. En lugar de alertar a June sobre la presencia de Faye y tener que explicarle por qué salían juntas, decidieron mantener la discreción. Además, la hermana de Yoko estaba de visita y, aparentemente, es muy curiosa.

Faye se apoyó en la pared del pasillo. Esperaba que la cita que había planeado fuera perfecta. Había pasado casi dos semanas planificándola y organizándola y esperaba que todo saliera bien.

La puerta se abrió mientras Faye seguía en sus pensamientos. Una mano se agitó frente a su rostro y la sobresaltó, haciéndola saltar y casi dejando caer el teléfono que tenia en las manos. La mano pertenecía a una omega sonriente qué se parecía a Yoko, aunque tenía el cabello más largo, negro, y lacio y los ojos un poco menos rasgados, lo que había hecho que detuviera su brazo antes de extenderlo para que lo tomara.

–Khun Faye Malisorn– dijo la mujer entusiasmada –Yoko estará lista pronto. ¿Te gustaría pasar a tomar una copa de vino?–.

Los nervios de Faye la estaban dominando y sus manos temblaban como locas. Sacudió la cabeza y rechazó cortésmente la oferta –Yoko dijo que no puedo entrar–.

La omega puso los ojos en blanco –Yoko no quiere que entres porque no quiere que me conozcas. Aparentemente, soy desvergonzada y ligeramente intensa–.

–¿De verdad?– Faye sonrió ansiosamente– No me lo puedo imaginar–.

–¡Exactamente!– Levantó los brazos en el aire con exasperación e hizo que Faye se estremeciera– Por cierto, soy Neko, la hermana más atractiva–.

Antes de que Faye pudiera comentar algo, Yoko salió volando de su apartamento y parecía que estaba a punto de sujetar a su hermana de cuello. La mirada qué la omega más joven le lanzó a Neko habría sido suficiente para provocarle escalofríos a cualquiera. Neko simplemente se encogió de hombros, le guiñó un ojo a Faye y le hizo un comentario despreocupado a Yoko.

–Espero que hayas empacado suficientes condones–.

Faye y Yoko se sonrojaron violentamente de la vergüenza. Faye se sintió como si fuera una adolescente nuevamente avergonzada por cualquier cosa relacionada con' el sexo y Yoko simplemente se sentía avergonzada por que su hermana era una tonta molesta.

Faye se tomó su tiempo para observar detenidamente la apariencia de Yoko. Llevaba un vestido negro con los hombros al descubierto y un pequeño cárdigan de piel sintética qué le cubría los hombros. Sus tacones altos hacían que casi estuviera a la misma altura de Faye. Su cabello castaño estaba rizado y le caía sobre su hombro izquierdo.

En resumen, Yoko lucía sexy.

–Entonces– comenzó Faye cuando la incomodidad entre ellas se volvió insoportable–¿Nos vamos?–.

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