Este diario es mi secreto y será mi confidente. Si alguna vez es encontrado quiero que sepan que perteneció a Irina Blackwood. Espero que no termines en las manos equivocadas. Y si eso sucede, ¡Dios se apiade de mi alma! Salem, 1691.
Luego de leer esas palabras nacidas de una antigua tinta negra, Valentino pensó que la escritora era muy buena para captar la atención del lector creando un prefacio tan misterioso como ese. Él podría hacer unas cuantas correcciones para mejorar el párrafo, pero luego entendió que el libro entre sus manos no era una novela sino un diario. Las hojas eran ásperas y amarillas. La tinta que debía haber sido negra como la brea en su tiempo ahora parecía desvanecerse. El año mencionado al final marcaba la vida de ese cuaderno de tapas de cuero. ¿Cuál era la razón que Casiano tenía para confiarle un objeto tan valioso como ese? No sabía si sería prudente seguir leyendo porque el texto prometía ser muy personal. Quizá solo leería una entrada para comprobar que su amigo del pasado no le estuviera mintiendo acerca de las verdades que quería revelar. Con cuidado y casi como un curador de arte antiguo, giró la página con suma delicadeza utilizando sus dedos. El sonido que produjo el movimiento envió escalofríos por todo su cuerpo. El crujido del papel viejo era todo lo que podía escuchar esa noche que se había vuelto de lo más extraña. En la página siguiente había más texto. La caligrafía era sumamente adornada y los trazos se veían perfectos. Se dispuso a leer en voz alta porque de esa forma se concentraría mejor y entendería las palabras frente a sus ojos.
Querido diario,
Debo confesar que tenía mis serias dudas con respecto a gastar cada centavo arduamente ganado en tinta, una pluma y bueno, en ti. Pero saqué las monedas de la pequeña bolsa de tela que escondí bajo el colchón de mi cama porque me vi tentada aquel día que pasé por la tienda de ramos generales. Mamá seguramente hubiera preferido que usara el dinero en algún vestido de fiesta o esos nuevos artilugios para el rostro y el cabello que hacen ver a las chicas más bonitas y no dejan de llegar de las grandes ciudades. El objetivo detrás de eso siempre es atrapar a algún hombre adinerado. Ella no sabe que te compré y me siento rara haciendo esto. Se siente ilegal porque nadie debe enterarse. Ni siquiera mi amiga, Anne Hallows, debería saber acerca de ti con tanto detalle. La muchacha tiene buen corazón, mas su lengua es rápida y la traiciona a menudo. Por eso suele meterse en grandes problemas y su madre vive reprendiéndola. Verás, ella es menor que yo y lo ve todo con ojos de niña así que no le molesta soltar información importante a cualquiera que le regale unos minutos de agradable charla en el mercado o la salida de la iglesia donde las personas a veces se reúnen a disfrutar del sol luego del sermón. Sin embargo, el secretismo no es la razón principal para tenerte. También me gusta la idea de ver tus páginas amarillentas ser cubiertas por mis garabatos de tinta negra. Ahora siento que formas parte de una confesión, un manifiesto, mi historia. Aunque no creo que tenga la historia más interesante del mundo.
Salem ha crecido bastante desde que los primeros pobladores se asentaron en estas tierras. Al menos eso dice mi padre observando la calle lodosa desde la puerta principal de la casa. Se pasa el día sentado en su mecedora. Es eso lo que hace todo el tiempo. Además de observar a las personas, fuma su asqueroso tabaco y juzga a través de la puerta abierta como una vieja chismosa. Estoy de acuerdo con él en lo del crecimiento del pueblo, pero también noto a la gente un tanto más rara que antes. Están así desde que esos sacerdotes llegaron con sus cuentos fantásticos acerca de Dios y el Diablo. Nos han aturdido con sus cansadores e interminables sermones acerca de lo que está bien o mal. La mayoría de la gente en Salem está de acuerdo con ellos. Mamá, sin embargo, dice que nuestro pueblo ya había sido juzgado y perseguido demasiado en Inglaterra por una reina como para venir a sufrir lo mismo aquí, en esta nueva tierra. Según ella, que tiene devoción por el drama, pagamos allí con tortura y sangre por nuestras creencias y no debería suceder lo mismo aquí. Esas son sus palabras exactas. Aun así, besa el rosario de perlas negras que cuelga en su cuello. Es lo único que conserva de su madre. Papá y su rectitud están de acuerdo con estos jueces, lo que era de esperarse. A mí me produce bastante miedo esta situación. Ellos y sus miradas en la capilla me aterran. Aunque más terror me da ese viejo rico: Richard Colbert. Noto que papá me ofrece a él como un regalo cuando estamos en el mercado eligiendo nuestra comida. No se le ha ocurrido mejor idea que invitarlo a una cena en nuestra casa. Nada bueno puede salir de eso, absolutamente nada. Y no lo hará porque mi corazón late diferente cuando veo a un hombre que no es precisamente Richard, sino Robert Eaton. Por ahora son solo miradas descuidadas, roces de los dedos a la salida de la capilla y sonrisas pícaras en la plaza mientras paseo del brazo con Anne cuando usamos nuestros vestidos nuevos de domingo. Espero tener mejores cosas que contarte acerca de él en estos días. Deseo no sonar como una chiquilla tonta porque ni siquiera tengo edad para justificar palabras inocentes. Sin embargo, creo que lo he hecho bien por ser la primera vez que vuelco en papel mis palabras y sentimientos. Esto es extraño, excitante diría. Siento un temblor en la yema de mis dedos y creo que podría producir chispas de colores si sigo escribiendo.
Mi amiga Anne dice que tengo un don, una manera tan bonita de hablar y describir el mundo que nos rodea que podría leer cualquier cosa que yo escribiera. Esa muchacha me hace reír mucho. ¿Ser escritora? Las mujeres no son escritoras ni tienen éxito en esas cosas. Tal vez en otra vida. Debo dejarte ahora porque hoy atenderé un nuevo parto y debo alistarme con la ropa adecuada o mamá comenzará a gritar desde el piso de abajo como una fiera. Hasta el reencuentro, querido diario.
Secretamente tuya,
Irina Blackwood
Un suspiro escapó de los labios de Valentino. Había apagado su mente de editor para disfrutar de la lectura. El texto era bellísimo y estaba tan bien escrito que podría convertirlo en un éxito de inmediato con la editorial donde estaba trabajando. Estaba seguro de que muchas personas, como él luego de leer esos párrafos, querrían saber más acerca de Irina y se devorarían las páginas siguientes. Pero no podía hacer eso por dos razones. La primera era que el chico de ojos verdes era dueño de ese objeto tan personal y la segunda, Irina había dejado en claro que no quería que nadie supiera del diario.
Ella tenía el mismo apellido que Casiano y eso no podía ser una coincidencia. Podía pensar muchas cosas feas acerca del muchacho de tatuajes, pero no creía que hubiera inventado algo como eso. Hizo un gran esfuerzo para cerrar el diario, ajustando la cinta de cuero en su hebilla de cobre y lo dejó sobre la mesa de luz. Apagó la lámpara y se durmió con imágenes confusas en su cabeza. Lo único cierto era que Casiano se había salido con la suya. No tenía opción más que visitarlo en la mansión Blackwood al día siguiente para exigirle explicaciones. Como le sucedió en el bus, su mente inquieta decidió susurrarle palabras.
Secretamente tuyo, secretamente tuyo, secretamente tuyo...
El rostro de Casiano, sus ojos verdes como esmeraldas y su cabello negro revuelto se presentaron primero. Luego su cuerpo se hizo con niebla y polvo. En sus sueños el muchacho se quedó junto a su cama por un rato como un fantasma. No decía nada. Solo lo observaba dormir. Y de repente se esfumó dando pasos hacia atrás para acercarse a un rincón de la habitación. Se iría a jugar con las sombras en una noche que se negaba a morir.
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PERVERSO
ParanormalCon dos gotas de nuestra sangre te atamos para siempre. Cortamos tus alas negras para que ya nunca vueles... Un conjuro de magia negra hecho en la adolescencia. Un muchacho internado en un asilo mental como consecuencia del hechizo. Dos amigos separ...