Como prometió, Casiano regresó cinco minutos después con un recipiente blanco en una mano y dos cucharas plateadas en la otra. Pateó sus zapatillas por el piso y se quedó con sus jeans y camisa negra. Con un salto aterrizó de rodillas junto a Valentino en la cama y soltó una risita como si fuera un niño haciendo travesuras. Un nudo se había atado en la garganta del rubio. Siete años habían pasado desde la última vez que se vieron y los recuerdos en esa casa enorme de tejas rojas llegaron a su mente en oleadas. No podía creer que otra vez estuviera junto al moreno de esa forma. Parpadeó varias veces para secar sus ojos y sonrió. Se estaba volviendo demasiado sentimental.
—Dejame adivinar, ¿chocolate y frutilla? —preguntó Valentino intentando ver el interior del recipiente, pero este todavía tenía la tapa encima. Casiano entrecerró los ojos, quitó la cubierta y reveló los dos colores que había imaginado.
—¡Tus sabores favoritos! —exclamó el moreno con entusiasmo y le ofreció una cuchara. Se dedicaron a comer la crema helada en silencio. Los minutos pasaban y Valentino podía sentir la mirada intensa de esos ojos verdes sobre él.
—¿Nos terminamos todo el helado? ¡Dios! No puedo ser más glotón —bromeó el rubio mientras su amigo dejaba el recipiente plástico con las cucharas sobre la mesa de luz.
—¡Lo terminamos! Debe haber estado muy delicioso porque te ensuciaste un poco —dijo el tatuado riéndose y estiró su mano para limpiar la boca de Valentino con su dedo pulgar que se quedó un minuto sobre sus labios—. Así está mejor.
—Bueno. Mejor vamos a leer —exclamó el rubio porque recordó lo que había sentido minutos atrás cuando el otro muchacho había acariciado su boca. Tomó el diario y con cuidado buscó la página que necesitaban. Los dos miraron la hoja amarillenta y decidieron volver al pasado.
Querido diario,
Considero extremadamente tonto de mi parte creer que en tan solo un pocas semanas el mundo puede cambiar para bien. Que yo sea buena, al menos eso creo, no quiere decir que los demás lo serán conmigo. Por las razones que sean y jamás podré justificar sus acciones, existen corazones manchados que nunca harán lo opuesto de lo que han hecho siempre.
La arrebataron de mí, querido diario. Se llevaron a mi pequeña Liberty. Era una hermosa niña de brazos y piernas regordetas que pude ver con mi vista borrosa empañada por lágrimas que inundaron mis ojos. Tenía un aroma especial que no había olido antes. Lloró por varios minutos moviendo sus manecitas como tratando de encontrarme, pero mamá la envolvió en una sábana cubierta de sangre. Su rostro es un recuerdo que duró tan solo un segundo. De esos segundos que una desea fueran eternos.
Esa maldita mujer que llamaba madre apenas la sacó de entre mis piernas cortó el cordón y entregó mi bebé a mi padre que estaba de pie junto a la puerta. Había alguien más allí, pero no pude verlo. Solo observé el ala de un sombrero negro que sobresalía por encima del hombro de papá.
Entre gritos y llantos imploré que me dejaran cargarla solo una vez para poder oler el perfume de su piel, pero no me lo permitieron. Ansiaba el momento de saber qué se sentía. Porque había visto a tantas mujeres quedar hechizadas ante esa primera mirada con sus bebés que me pareció un momento único. Quería saber qué se siente cargarla sobre mi pecho y alimentarla desde ahí. Se robaron a mi Liberty y con eso desgarraron parte de mi alma para dejarla hecha trizas. No hablé por toda una semana y no creo que vuelva a hacerlo. Simplemente mis cuerdas vocales se niegan a funcionar. Mi garganta siempre está seca y me arde de tanto llorar. Lo único que puedo hacer es escribir hasta que los dedos me sangren y lo rojo se mezcle con lo negro de la tinta.
Estos días solo me dedico a comer lo que me traen y a beber un poco de agua porque no quiero estar débil. De alguna manera tengo que recuperar mis fuerzas para encontrar información acerca del paradero de mi hija. Aquel trágico día solo escuché las ruedas de un carruaje moverse en el fango. No creo que esté en Salem y así me lleve toda una vida, la encontraré. A través de pantanos y mares eternos juro que la encontraré. Llueve torrencialmente afuera y en mis ojos también. Mis lágrimas empapan mi vestido a cuadros, ese Anne y yo cosimos juntas durante una primavera que se acababa y las azaleas se negaban a morir.
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PERVERSO
ParanormalCon dos gotas de nuestra sangre te atamos para siempre. Cortamos tus alas negras para que ya nunca vueles... Un conjuro de magia negra hecho en la adolescencia. Un muchacho internado en un asilo mental como consecuencia del hechizo. Dos amigos separ...