CUMPLEAÑOS

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A Buck no le gustaban mucho los cumpleaños, espera, eso en realidad era bastante incorrecto, adoraba los cumpleaños, le encantaba ver a las personas en ese día especial, le gustaba en especial cuando soplaban las velas y su cara de concentración cuando pedían un deseo. Solo que, no le gustaban para él.

Sus cumpleaños no eran los eventos especiales que le hubiera gustado, no había felicidad ni regalos increíbles esperándolo, ni siquiera un gesto de reconocimiento, ningún consuelo por parte de sus padres, no había motivo para celebrar su vida.

Por supuesto, después de que supo lo de Daniel lo entendió perfectamente ¿por qué celebrar la vida del hijo que no quería cuando el que sí había muerto? ¿Por qué celebrar a alguien que solo había sido traído con un propósito y no pudo lograrlo?

Sus padres habían dicho que no lo culpaban por lo que había pasado, pero sus acciones decían otra cosa.

Su cumpleaños pasaba sin relevancia alguna, sus padres apenas lo miraban, muchas veces ni siquiera sabían en qué día estaban hasta que Maddie hacía algún comentario, a veces le dedicaban sonrisas forzadas y abrazos torpes, eso era todo.

Maddie, como el ángel que era, hizo todo lo posible por celebrar a Buck, adornaba su habitación cuando él se iba a la escuela —no sabía como le daba tiempo—, ahorraba su dinero para comprarle un regalo, un peluche, un carrito, cualquier cosa con la que se hubiera emocionado durante el año, cuando no se lo podía permitir le daba lo más parecido que encontraba en tiendas de segunda mano, pero cuando ella se fue, terminó todo eso. A veces había una llamada o una postal ese día, pero nada más.

Dejó de celebrar, no le veía el caso, dejó de esperar que alguien quisiera celebrar el hecho de que estuviera vivo.

Algunas veces salía el tema, pero se volvió experto en ignorarlo, decía fechas incorrectas o simplemente que ya había pasado, no es como que sus aventuras de una noche se fueran a quedar a celebrarlo.

Luego, cuando llegó a la 118 no estaban lo suficientemente unidos como para que importara, Abby fue la única que lo había felicitado, aunque claro, no había podido celebrar con él.

Cuando Maddie regresó todo estuvo bien de nuevo, la vida era perfecta, hasta que llegó el bombardeo, el tsunami y la demanda, no hace falta decir que nadie tenía ganas de celebrar con él.

Después ni siquiera le vio el motivo para decirlo, siempre evadía ese tipo de conversaciones y se salía con la suya y si no podía hacerlo optaba por dar fechas diferentes, en realidad nadie sabía cuándo festejar y a Maddie siempre le mentía sobre lo que había hecho ese día, así que en realidad todo estaba bien.

Lo estuvo hasta que cayó en la trampa de un niño de diez años.

Christopher lo había estado interrogando, dando vueltas y vueltas a las mismas preguntas que tenían que ver con los cumpleaños, debió haber sospechado desde el momento en que Eddie casi le rogó que pasara el día con el niño, pero Buck simplemente pensó que el chico estaba entusiasmado por su propio cumpleaños, sí, faltaban cuatro meses, pero siempre es necesario tener todo preparado.

Las cosas se pusieron un poco extrañas en el trabajo.

—¡Buck! —gritó Chimney una octava más alta de lo normal, lo que solo hacía cuando estaba nervioso. Inmediatamente cerró la pestaña de internet que estaba viendo.

—¿Qué está pasando? —preguntó Buck con sospecha.

—Nada, ¿por qué tendría que estar pasando algo?

Cuando la alarma sonó Chim prácticamente corrió hacía el camión.

Pero no fue el único actuando extraño, Bobby de repente estaba haciendo platillos nuevos y siempre se tenía que asegurar que Buck las aprobara al 100%, escondían cosas o se lo llevaban a otros lugares, muchas de las conversaciones se apagaban cuando entraba a un lugar, no iba a negarlo, que todos actuaran tan raro lo estaba haciendo sentir excluido y como aquellos días después de la demanda.

Incluso Eddie actuaba de la misma forma, cuchicheando con Chris o con Carla, hacía que la piel le picara.

—¿Qué está mal? —preguntó un día fastidiado mientras estaba en la casa de Eddie.

—No hay nada malo —dijo el otro hombre.

—Eddie —se quejó Buck—. Necesito corregir lo que sea que hice.

Eddie se detuvo un momento como si no supiera de qué manera tomar esa declaración, se acercó a él lo suficiente para que se sintiera un poco mareado —No tienes que corregir nada porque no hay nada que corregir, te prometo que no es nada malo.

Buck le quiso creer, pero era difícil hacerlo cuando todos se seguían portando tan extraños, fueron un par de semanas verdaderamente horribles, lo evitaban tanto que estaba empezando a pensar que de hecho era una manera sutil de decirle que no lo querían cerca, pero al mismo tiempo cuando no lo evitaban activamente, era como si todo estuviera bien.

Estaba confundido.

Dejó de intentar averiguar qué era lo que estaba mal.

Esa mañana se levantó a su horario habitual ya que tenía un turno, si era sincero, se le borró por completo la fecha, su cerebro estaba configurado para eso al final de cuentas. Solo esperaba que no fuera otro turno donde lo evitaran, pero cuando llegó a la estación parecía que iba a ser así, no había nadie a la vista. Suspiró y fue a cambiarse, antes de llegar a los vestuarios le pareció ver a uno de los chicos del turno B, no era tan extraño, pero ellos tenían el turno al día siguiente.

Se sentó un momento para poder pasarse una mano por la cara y contemplar el vacío, solo esperaba que todo esto llegara pronto a su fin, no soportaba sentirse tan aislado.

Cuando llegó al desván se encontró con los rostros sonrientes de su familia, frente a ellos tenían un montón de comida y en medio de la mesa había un pastel gigante, y un letrero que claramente habían hecho los niños con un mensaje de "feliz cumpleaños".

—¿Para quién es todo esto? —A su cerebro le tomó un poco de tiempo ponerse al día.

—Evan —dijo Maddie, ni siquiera la había notado exactamente—. Es para ti, es tu cumpleaños.

Como si no pudiera creerle, sacó su teléfono para comprobar la fecha y efectivamente, era su cumpleaños.

—Oh, n-no debieron, n.no —tartamudeó sin saber exactamente qué decir—. No debieron molestarse, no es la gran cosa.

Alguien hizo un sonido herido, pero no estaba seguro de quién era, estaba demasiado abrumado para entender completamente de que se trataba esto.

Antes de que alguien más pudiera decir algo, Chris se acercó con paso resuelto hasta él y lo abrazó, estaba creciendo así que eso ya se había vuelto poco frecuente —No fue una molestia —dijo negando fervientemente con la cabeza—. Nos gustó hacerlo.

Tímidamente le entregó su regalo, una bonita tarjeta de felicitación hecha por él. Pudieron haber caído un par de lágrimas, y fue como si todos los demás se hubieran descongelado, uno a uno se acercaron hasta él.

—No puedo creer que esta sea la primera vez que te vamos a festejar, fuiste muy bueno ocultándolo, pero se acabó el secreto —dijo Hen.

—Lamentamos haber actuado raro... más de lo normal —agregó Chim.

Buck se rió, aunque sonó un poco roto.

—Tu cumpleaños es importante, es básicamente la mejor fecha de mi vida, así que lamento mucho no haber estado antes, pero siempre siempre me acuerdo de ti. Te amo.

Los abrazos de su hermana eran básicamente los mejores.

—Debemos bendecir cada momento que te encuentras con nosotros, muchacho —dijo Bobby con la voz cargada de emoción.

—Qué estés aquí es un maldito milagro —la mirada de Eddie brilló con algo que no pudo identificar, pero sabía que no lo decía por todos los accidente que Buck tenía, y si el abrazo duró un poco más de lo estrictamente necesario, bueno, no era problema de nadie.

Atenea enfatizó lo importante que era su cumpleaños y que no podía dejar pasar uno más, no cuando todos tenían suerte de tenerlo en su vida.

Las emociones lo abrumaban, toda su vida se había sentido insignificante para las personas, si sus propios padres no podían celebrar su nacimiento, ¿por qué otras personas tenían que hacerlo?

Pero el amor no se trata de la sangre, era mucho más profundo que eso.

Tal vez los cumpleaños no eran tan malos cuando escogías a tu propia familia.

FLUFFTOBER 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora