ATARDECER

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El turno había sido un total caos, casi parecía que alguien había dicho la palabra con t. Al menos no fueron llamadas demasiado demandantes, pero la continuidad de ellas los dejó totalmente exhaustos. 

Incluso la continua alegría de Buck se veía un poco empañada por el cansancio que lo acompañaba, aunque no por eso se veía menos impresionante, aún completamente devastado lucía como un dios griego…

Y Eddie no debería estar distraído por él.

Como si hubiera leído o su mente Buck volvió su mirada hacía él. Le dio una sonrisa que se veía más burlona que otra cosa, como si supiera exactamente lo que le provocaba el muy desgraciado. Probablemente lo sabía, no, en realidad era más que seguro que lo sabían, había estado en este baile lento por años, habían construido algo grande, todo el tiempo sabían en donde iban a terminar.

Solo que, bueno, ninguno se había atrevido a dar el paso. 

Pronto lo haría.

Eddie aún tenía un montón de equipaje que desempacar y no estaba seguro de querer meter a Buck en eso, se sentía como si lo fuera a contaminar. 

Por supuesto, la voz traidora de su mente le señaló que Buck definitivamente cargaba la mitad de ese equipaje, pero aun así sentía que debía protegerlo de sí mismo. 

—¿Estás bien ahí? —preguntó Buck con preocupación. 

Eddie asintió y parecía que el filtro de su boca se desconectó, porque dijo —Siempre estoy bien cuando estás ahí. 

Buck vaciló por un momento y luego sonrió, una sonrisa que iluminó toda su cara como un maldito árbol de navidad —Yo también estoy bien cuando estás ahí.

Y su tono era tan sincero que Eddie no lo dudó ni siquiera por un segundo. 

Era un hecho, ambos estaban mejor cuando estaban cerca, todo el mundo lo supo antes que ellos. La demanda y el rayo fueron algunos de los peores momentos de Eddie, todos recordaban el desastre de las peleas callejeras y como acabó. 

No poder estar con Buck lo descontrolaba incluso cuando no sabía por qué.

No supo quién de los dos se movió, pero pronto estaban frente a frente, sus cabezas juntas respirando el aire del otro. Todo se sentía electrificado a su alrededor y por un momento nada más importó, hasta que Chim gritó:

—¡Ustedes dos, a menos que se quieran quedar a limpiar, les recomiendo que se vayan!

No se separaron en pánico, no había por qué temer algo, pero sí se pusieron un poco incómodos.

Escuchó a lo lejos la leve reprimenda que Hen le estaba dando a Chim por haberlos interrumpido, se escuchaba bastante quejumbrosa, casi como si hubiera sido ella la interrumpida, pero bueno, probablemente ellos estaban esperando tanto como Buck y Eddie.

Todavía no era el momento, pero era algo que iba a ocurrir.

Cuando salieron, el atardecer estaba en su pleno apogeo, lo que le daba aun más luz a los rizos de Buck, casi parecía un ángel. 

—Dios, por eso dicen que después de la tormenta viene la calma. Este atardecer es hermoso —dijo Buck con un tono como si le estuviera contando un secreto.

—Lo es —asintió Eddie, aunque realmente sus ojos no estaban puestos en el atardecer, había algo aún más hermoso a su lado. 

Buck le sonrió —Tengo que irme.

—Lo sé —normalmente Buck se iría con él a casa, pero hoy era uno de esos días en dónde el rubio tenía “cosas urgentes que hacer”. Eddie odiaba ese tipo de días.

Sabía que pronto no se tendrían que despedir más, que la casa se convertiría oficialmente en su casa y que al finalizar y empezar el día estarían ahí, ahora de manera oficial.

Sin embargo, mientras eso pasaba era difícil considerar una despedida a pesar de que fueran a verse al día siguiente.

Mientras el atardecer rodeaba el Jeep y hacía que el cabello de Buck brillara bajo la luz, se prometió que sería la última despedida.

Por fin había llegado.

FLUFFTOBER 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora