COMPRAS DOMÉSTICAS

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—Solo ponlo en la lista, Eddie —dijo Buck tratando de no rodar los ojos.

—Está bien, pero agarra el dinero que hay en el buró de mi habitación —ordenó Eddie con su voz de padre.

Esta vez no dudó en poner los ojos en blanco. Eran compras necesarias, muchas de las cuales ocupaba el mismo Buck ¿por qué agarraría dinero de Eddie? Buck era el que básicamente se había terminado varios de los productos desde que se mudó temporalmente a la casa de los Díaz después de que le dispararan a Eddie. Así que sí, no había discusión.

—Puedo ayudar con eso, si quieres.

Buck trató de poner una sonrisa amable, Ana le caía muy bien, era bastante perfecta en el papel, pero lo ponía de los nervios. También se sentía un poco culpable porque prácticamente la había excluido, pero oye, Eddie no dijo nada.

—No —dijo Eddie demasiado rápido—. Buck lo tiene ¿verdad?

—Claro —respondió Buck dándole una mirada algo extrañada—. Soy un experto en compras para los Díaz.

No tenía la intención de que sonara como lo hizo, como si Ana no fuera una experta para ellos, pero bueno, no lo era.

Afortunadamente la voz de Chris llegó desde afuera de la cocina —¿Ya podemos irnos, Buck?

—Como quisiera ir con ustedes —murmuró Eddie, pero fue tan bajo que no creía haber escuchado bien.

Además al mismo tiempo Ana dijo —¿Vas a ir con Christopher?

Buck se detuvo —Uh... ¿Sí?

Ana se le quedó viendo a Eddie como si esperara que dijera algo, lo entendía. En realidad no se conocían tanto como para que le tuviera confianza, pero que ella no supiera cómo era su relación no quería decir que estaba haciendo algo malo.

—¿Hay algún problema? —preguntó cuando el silencio se hizo absurdo.

—Bueno ... —empezó a decir Ana.

—Ninguno —dijo Eddie de manera firme—. Solo no le compres todo lo que te pide, y agarra el dinero del maldito buró.

Buck le dio una sonrisa inocente y tomó eso como su oportunidad para salir de ahí mientras Ana le lanzaba a su amigo una mirada mitad incrédula, mitad frustrada.

Chris ya estaba en la puerta cuando salió de la cocina, tomó sus llaves y se dirigió hasta él, justo a tiempo porque mientras salían por la puerta escucharon a Ana exclamar —¡Edmundo!

Claro que se perdieron el resto de la conversación y se sentía solo un poco culpable por haberlo dejado con ella, pero era su novia a fin de cuentas.

La tienda a la que siempre iban tenía poca gente —gracias a Dios—, tomaron un carrito y empezaron a hacer el recorrido como de costumbre, casi siempre iban los tres y tanto él como Chris dejaban que Eddie manejara el carrito mientras ellos veían las cosas que necesitaban comprar.

—¿Qué te parece este? —preguntó Chris enseñándole una caja de cereal que claramente Eddie no aprobaría.

—Estoy seguro que tu papá me mataría.

—No le decimos —Chris puso su mejor cara de inocente.

—Le decimos —respondió Buck—. Pero solo comerás un plato el fin de semana.

Chris hizo un puchero, pero asintió y añadió felizmente el cereal al carrito. Luego fue a investigar más productos, siempre trataban de darle independencia, pero sin sacarlo de su vista.

—Nos tienen envueltos en su dedo meñique ¿no es cierto? —dijo una voz a su lado, una señora de unos 50 años le sonreía.

—Su papá me va a matar cuando vea el cereal que claramente no debería comprar.

—Siempre tiene que haber un policía malo —bromeó la señora—. Mi esposo es igual, pero en cuanto ve los ojitos de cachorro de nuestro hijo, se le olvida.

Buck se rió —Sí, a Eddie se le olvida todo cuando ve esos ojos.

La señora le sonrió amablemente —Ahí viene tu chico con otra cosa que probablemente su otro padre desaprobará.

Buck iba a contestar cuando se dio cuenta de lo que la señora había implicado, necesitaba corregirla ¿verdad? Pero no se le ocurrían las palabras para hacerla, fue como aquel año con el duende de navidad, cuando intentó abrir la boca, se dio cuenta que la señora ya no estaba.

—¿Podemos comprar estas? —preguntó Chris sosteniendo un paquete de galletas que sí, definitivamente Eddie no iba a aprobar.

—¿No crees que estamos tentando mucho a nuestra suerte?

Chris negó con la cabeza —Papá se quedará tranquilo si tú le dices que aceptaste.

Esto era una trampa.

Pero igual que hace unos momentos se dio cuenta de lo que estaba pasando, Chris le pedía permiso como si él tuviera alguna autoridad, de hecho le había dicho cuando podía comer el cereal, como si tuviera algún derecho. ¿Tal vez se había excedido? Eddie solo lo había puesto en su testamento como la opción de reserva, no para que actuara así y se extralimitara.

Tal vez debería hablar con él.

Las compras se hicieron con precisión y Chris cada vez agregaba más cosas al carrito, a veces Buck fingía que no se daba cuenta y otras con una simple mirada Chris desistía de su intento. Oh Dios.

Cuando llegaron a casa —casa—, Chris se apresuró a desempacar algunas cosas —cosas que obviamente quería probar—, pero ya habían hablado de que sí podía comer. Eddie estaba recostado en el sillón, medio dormido. Ana no estaba por ninguna parte.

—¿Y Ana?

—Se fue —respondió Eddie con voz lenta.

Buck le dio una mirada cariñosa —Tomaste el medicamento fuerte ¿verdad?

Eddie asintió —Lo odio.

—Entonces será mejor que vayas a dormir mientras nosotros guardamos las compras.

—Me gusta que hagas las compras. No quiero que nadie más las haga —dijo Eddie mientras apoyaba todo su peso y llegaban a la habitación.

Estaban hablando de hacer el super, pero por algún motivo Buck creyó que eso no era todo.

—A mí también me gusta hacer tus compras.

—Entonces quédate para siempre —murmuró Eddie somnoliento.

—¿Para hacer tus compras? —preguntó con una esperanza en la voz que si Eddie estuviera en sus cinco sentidos, se habría dado cuenta inmediatamente de sus sentimientos.

—Para todo —dijo antes de quedarse dormido.

Y bueno, no era precisamente una confesión, pero era algo.

Tal vez no tendría que hablar con él, tal vez Buck podría seguir haciendo las compras.

FLUFFTOBER 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora