CARICIAS EN EL PELO

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Tres minutos y diecisiete segundos habían sido suficientes para terminar con el mundo de Eddie.

Tres minutos y diecisiete segundos fue el tiempo en que vivió en un mundo donde no estaba Buck, donde podía sentir su piel fría y no había ningún latido del corazón. Eddie casi podía jurar que el suyo propio se había detenido.

Rogaba a un Dios en el que ya no creía, e imploraba que los doctores hicieran más, como si no fueran a hacer todo lo humanamente posible por Buck.

Tres minutos y diecisiete segundos en donde al mismo tiempo que trataba de hacer funcionar el corazón de Buck, desesperadamente pensaba en cuánto lo amaba, como si simplemente con el poder de su amor fuera a traerlo de vuelta.

No tenían mucho tiempo saliendo al momento del rayo y nadie además de Chris lo sabía, habían querido ser solo ellos dos por algún tiempo antes de que su increíble, pero chismosa familia lo supiera y obviamente bromeara sobre ello.

Por supuesto, el secreto no duró mucho después del rayo, fue como si todos pudieran ver a través de Eddie, la manera en que se había derrumbado e incluso como evitaba estar en la habitación de Buck porque no era tan fuerte, no como su hijo. Maddie lo miró y no dijo nada, simplemente lo atrajo hacia sí para darle un abrazo, incluso como si él no fuera mucho más grande que ella, le acarició el cabello como si fuera un niño, sollozó contra ella. Se suponía que él debía de consolarla a ella y ahí estaba haciendo que lo consolara.

Incluso los padres de Buck —que de hecho seguían sin ser de su agrado— parecía que había entendido todo, o al menos fingir que lo hacían, no dijeron nada pero de vez en cuando lanzaban miradas de desaprobación en su contra. No es que le importara, ellos podían irse mucho al demonio, jamás habían sido los padres que Buck necesitaba.

—Te extrañé tanto —susurró cuando Buck por fin despertó.

Él le sonrió con un poco de cansancio —Yo también.

Luego le contó sobre el rarisimo sueño de coma que había tenido, por supuesto, ahora que estaba fuera de peligro y el gato fuera de la caja, todos le dieron miraditas burlonas. Buck al principio los miró un poco confundido, hasta que Eddie agregó.

—El secreto ya no es un secreto —dijo en un susurro.

—Oh —Buck lo pensó por un momento—. Está bien.

—Tengo unos documentos que deben llenar para recursos humanos —agregó Bobby.

Luego, como todos son unos descarados, comenzaron a intercambiar dinero.

Unos cuantos días después, Buck había llegado a su casa, completamente exhausto y quejándose de las niñeras que Maddie le había puesto —que no eran para nada sutiles— ¿Josh? ¿En serio?

Entendía por completo la preocupación de Maddie, pero sabía cómo era Buck cuando se trataba de que lo hicieran sentir extraño, al menos le alegraba que su novio supiera que en su casa siempre iba a tener un lugar seguro para escapar de sus niñeras.

Cuando regresó de tomar dos cervezas del refrigerador, se sorprendió en encontrar completamente dormido a Buck, de manera irónica brindó consigo mismo, pero inmediatamente se fue a sentar a su lado.

Como si supiera que estaba ahí, Buck se acomodó y recargó su cabeza en su hombro. Eddie sonrió y le empezó a pasar una mano por el cabello con suavidad.

Después de un día largo, no había nada mejor. 

FLUFFTOBER 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora