Josh entrelazó su mano con la mía mientras caminábamos por el pasillo principal de la universidad. No podía evitar sentir una mezcla de nervios y emoción. Hoy era el día. Íbamos a contarles a Anyelin, Luis y Noemí que estábamos juntos, que por fin habíamos dado ese paso que llevaba tiempo en el aire. Aunque no esperaba que se sorprendieran demasiado, sí quería ver una sonrisa de apoyo en sus rostros. Después de todo, ellos eran mis mejores amigos, y su reacción importaba más de lo que quería admitir.
—¿Listo? —preguntó Josh, apretando mi mano suavemente. Su voz tenía ese tono tranquilo que siempre lograba calmarme.
—Listo —respondí, aunque mi corazón latía con fuerza.
Al doblar una esquina, ahí estaban, sentados en una de las mesas del patio de la universidad. Anyelin reía mientras Luis y Noemí discutían sobre algún tema trivial. Me acerqué con Josh a mi lado, notando cómo de inmediato las miradas de mis amigos se posaban en nuestras manos entrelazadas. Luis fue el primero en reaccionar, levantando una ceja y dejando escapar una sonrisa burlona.
—Así que... ¿finalmente lo hicieron oficial? —preguntó, con una mezcla de sorpresa y diversión.
—Sí —respondí, sin soltar la mano de Josh—. Josh y yo somos novios.
Anyelin soltó un pequeño grito emocionado y se levantó para abrazarme.
—¡Lo sabía! —dijo entre risas—. ¡Me alegro tanto por ustedes! —Se volvió hacia Josh y le dio un rápido abrazo también—. Ya era hora, ¿no?
Noemí sonrió, asintiendo con la cabeza.
—Se les veía venir desde hace tiempo. Felicidades, chicos.
Luis, por su parte, se limitó a darme un golpe amistoso en el hombro.
—Ya me lo olía, pero igual me alegra saberlo.
Todo parecía ir bien. La calidez de sus sonrisas me hacía sentir más ligero, como si la pequeña preocupación que había tenido se disolviera en el aire. Pero entonces, la voz de alguien más interrumpió el momento.
—¿Qué tenemos aquí? —dijo un tono cargado de sarcasmo.
Me giré y vi a un tipo de otra clase, uno de esos que siempre andaba opinando sobre política, moralidad y cualquier tema que pudiera generar controversia. No conocía su nombre, pero había escuchado lo suficiente de él como para saber que no sería una conversación agradable. Se acercó con los brazos cruzados y una sonrisa que no auguraba nada bueno.
—¿Así que ahora andan de la mano por la universidad? —preguntó, con una ceja levantada—. Vaya, qué valientes.
Ignoré el tono en su voz, pero sentí cómo Josh tensaba la mano que aún sostenía la mía. Sabía que él también estaba incómodo.
—No les hagas caso —me susurró Josh, intentando mantener la calma.
—No, en serio —continuó el tipo, ahora dirigiéndose a nuestros amigos—. ¿A ustedes no les molesta esto? O sea, está bien que cada quien haga lo que quiera, pero vamos, ¿es necesario ser tan obvios? —Hizo un gesto con la cabeza hacia nuestras manos unidas—. Hay cosas que deberían mantenerse en privado, ¿no creen?
Anyelin le lanzó una mirada fulminante, pero no dijo nada. Luis, por su parte, apretó la mandíbula, claramente molesto por el comentario.
—No tienes que quedarte a ver si no te gusta —respondí finalmente, tratando de sonar lo más tranquilo posible—. Estamos en una universidad, no en tu salón de juicios.
Él se rió, una carcajada seca y despectiva.
—Ay, qué delicado. No te lo tomes tan personal. Solo digo lo que muchos piensan, aunque no lo digan. Cada quien hace lo que quiere, pero no vayas por ahí esperando que todos te aplaudan por ello.
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𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐒𝐚𝐧 𝐌𝐚𝐫𝐜𝐨𝐬
Teen FictionEn un mundo con más de 7,951 millones de personas, encontrar a tu alma gemela parece casi imposible, especialmente en un pequeño estado como Aguascalientes, México. Sin embargo, cuando dos almas están destinadas a encontrarse, las probabilidades y l...