Luis había ido a verme a mi casa. Ambos estábamos en mi habitación, acostados en la alfombra; él fumaba mientras mirábamos el techo de mi cuarto.
-¿Entonces? -preguntó mientras le daba una calada al cigarro-. ¿Por qué me pediste que viniera?
-Eres la única persona en la que confío, eres mi mejor amigo, y solo quiero que por ahora tú lo sepas. Estoy confundido con todo... -dije, mirando hacia él.
-Bien, ¿ahora qué pasa?
-¿Crees que soy muy intenso? Es decir, Josh me agrada muchísimo, es súper genial, dulce y muy interesante, pero a veces pienso que soy demasiado intenso con algunas cosas o que parece que estoy coqueteando descaradamente... -suelto un bufido y me cubro el rostro.
-¿Desde cuándo te gusta el chorizo? -pregunta con tono de burla.
-Cállate, pendejo -le doy un golpe en el hombro-. Luis, esto es serio...
-Mira, no creo que seas intenso; es decir, siempre eres amable con todos. Y, además, si este morro te gusta y tú crees que también le gustas, al chile está bien, no hay pedo, wey... no hagas dramas -vuelve a fumar su cigarrillo y solo lo miro.
-¿Entonces está bien? Es que no sé si me gusta, es lindo y todo...
-Cuando uno se enamora, las cosas pasan rápido. Además, ahorita ambos se están conociendo; no es como que mañana vayas a llegar con un puto becerro y le digas que quieres casarte con él, wey.
-No pienso en casarme, solo pienso en que es agradable. Somos amigos y me agrada estar con él.
-Entonces solo deja que todo fluya como la mantequilla en un hotcake, no te estreses.
Luis soltó una carcajada, y yo no pude evitar sonreír; tenía esa manera de aligerar cualquier cosa, de hacer que incluso mis pensamientos más enredados se sintieran un poco menos pesados.
-Eso suena bien -admití, aun sonriendo-. Supongo que solo me preocupa arruinarlo, ¿sabes? Es como... no sé, como si estuviera caminando sobre hielo delgado.
-Estás pensando demasiado -dijo Luis, incorporándose ligeramente y apoyándose en un codo mientras me miraba-. Si te pones a pensar tanto, nunca vas a disfrutar nada. Solo... deja de preocuparte tanto por lo que pueda pasar.
Asentí, aunque todavía sentía ese nudo en el estómago que no terminaba de desaparecer. Luis me conocía lo suficiente como para saber cuándo mis pensamientos estaban acelerándose, así que tomó otra calada de su cigarrillo antes de continuar.
-Mira, si tanto te preocupa, puedes hacer una cosa -exhaló el humo lentamente-: háblale claro. Dile cómo te sientes. Si te gusta, dilo; si solo quieres ser su amigo, también. El punto es no quedarte con la duda.
Suspiré profundamente. La idea de hablar tan abiertamente con Josh me asustaba, pero sabía que Luis tenía razón.
-¿Y si no le gusto? ¿Y si solo está siendo amable porque... no sé, porque es buena persona?
Luis sonrió, esa sonrisa suya de "te lo dije".
-Entonces ya lo sabrás. Pero al menos conocerás la verdad. Y si no resulta como esperabas, hay más personas en el mundo... o más chorizo, como prefieras.
Me reí, sintiéndome un poco más ligero. Sabía que Luis no me dejaría solo en esto, y tal vez, solo tal vez, todo saldría bien.
-Gracias, Luis -dije sinceramente.
-Para eso estamos, siempre.
Luis se quedó en silencio un momento, terminando su cigarrillo mientras yo seguía mirando el techo, intentando encontrar respuestas en las manchas de humedad y las grietas que recorrían la pintura. Sentía mi pecho algo menos apretado, pero la ansiedad seguía ahí, acechando en algún rincón. Sabía que Luis tenía razón, como siempre, pero esa incertidumbre, ese miedo a lo desconocido, me seguía carcomiendo por dentro.
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𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐒𝐚𝐧 𝐌𝐚𝐫𝐜𝐨𝐬
Fiksi RemajaEn un mundo con más de 7,951 millones de personas, encontrar a tu alma gemela parece casi imposible, especialmente en un pequeño estado como Aguascalientes, México. Sin embargo, cuando dos almas están destinadas a encontrarse, las probabilidades y l...