Capitulo 6

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Me dolía ver a Nicholas a distancia, compartiendo risas con otros, mientras yo permanecía atrapada en este torbellino de emociones que no sabía manejar. No podía seguir así.

El viernes, antes de salir de la escuela, lo vi sentado solo en una de las mesas del patio. Las palabras que me había tragado toda la semana se agolpaban en mi garganta, pidiendo a gritos salir. No podía esperar más. Sin pensarlo dos veces, me acerqué.

—¿Podemos hablar? —pregunté, con más nervios en la voz de los que quería admitir.

Nicholas alzó la mirada, sus ojos cansados, pero no dijo nada. Simplemente asintió, como si hubiera estado esperando este momento tanto como yo. Me senté frente a él, el aire pesado a nuestro alrededor.

—No podemos seguir fingiendo que todo está bien, ¿verdad? —solté, sin rodeos. Necesitaba respuestas, incluso si dolían.

Él tomó aire, su mandíbula tensa antes de hablar. —No sé qué esperabas que pasara, Mía. Todo esto... —hizo un gesto vago entre nosotros—, se ha estado rompiendo desde hace semanas. Y tú solo sigues actuando como si no lo notaras.

Sentí un nudo en la garganta. Claro que lo había notado. Pero no sabía cómo detener lo inevitable. —No es tan fácil, Nicholas. No quiero arruinarlo todo.

—Ya está arruinado —respondió, su voz baja pero afilada. Sus palabras cortaron más profundo de lo que esperaba. —Llevamos semanas caminando sobre cáscaras de huevo. Yo trato, te busco, y tú te alejas. No puedo más.

—No es así —intenté defenderme, pero sabía que no tenía mucha base. Había estado alejándome, por miedo, por confusión. Pero eso no cambiaba lo que sentía.

—¿Entonces cómo es? —preguntó él, con una mezcla de frustración y tristeza. Me miraba como si no pudiera entender por qué seguía sin dar el paso que ambos sabíamos que era necesario.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no podía permitirme llorar ahora. —Tengo miedo, Nicholas. De que si hablamos de esto, lo arruinemos todo. Que... que nos perdamos.

Él suspiró, pasándose una mano por el cabello. —Mía, ya nos estamos perdiendo. Y cada día que pasa sin que lo afrontemos, se siente peor. Yo ya no sé qué hacer.

El silencio entre nosotros se volvió insoportable. Mi mente corría en mil direcciones, queriendo encontrar una solución mágica que arreglara todo. Pero no la había. Tenía que ser honesta, aunque me aterrara lo que pudiera pasar después.

—Yo... —empecé, con la voz temblorosa. —Yo no quiero perderte. Pero no sé cómo manejar lo que siento. Todo esto es tan confuso.

Nicholas me miró, sus ojos más suaves ahora, pero llenos de una tristeza profunda. —No tienes que manejarlo sola, Mía. Pero tienes que decidir. Porque seguir así, en este limbo... duele.

bad habit › nicholas chávezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora