🍓☆⋆｡Caperucito Rojo𖦹°‧★🍒

. ݁ ⊹ ˚⊱🪵˚˖El Bosque Profundo..𓍢ִ໋˚.⛰️⋆☁️

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El viento susurraba entre las copas de los árboles altos, creando una sinfonía constante de hojas que chocaban entre sí, acompañada por el ocasional crujido de las ramas al balancearse. El bosque se extendía hacia todos los horizontes, denso y vasto, tanto que apenas permitía el paso de la luz del sol. Aquellos que se atrevían a adentrarse en él rara vez volvían. Sin embargo, para los lobos que habitaban en su corazón, este lugar era hogar. Y, entre ellos, vivía Tom.

Tom no era como los demás miembros de su manada. Mientras los otros lobos se movían con gracia natural y ferocidad instintiva, él caminaba sobre dos piernas, su figura alta y musculosa destacando en la oscuridad del bosque. A sus hombros, colgaba la piel del lobo alfa de una manada rival, un trofeo de una batalla que había librado años atrás para proteger a su madre loba. Sus brazos, cubiertos de cicatrices y vendas, eran testimonio de los innumerables enfrentamientos que había superado.

El joven humano, que había sido abandonado en este mismo bosque siendo apenas un niño, había crecido entre lobos. Había aprendido a sobrevivir, a moverse como ellos, a cazar y a pelear. No sabía cómo era la vida fuera de los árboles, de los ríos y de las cuevas. Tampoco entendía el lenguaje de los humanos, aunque recordaba vagamente el sonido de las palabras. A menudo intentaba imitar los gruñidos de los lobos, pero se sentía confuso cuando trataba de usar su propia voz.

Un día, mientras caminaba solo, con la piel del lobo colgando sobre sus hombros, sus pasos lo llevaron a una parte del bosque que rara vez visitaba. No muy lejos, escuchó un sonido desconocido: un leve susurro, casi un canto, que no pertenecía a ninguna criatura que conociera. Intrigado, Tom se ocultó entre los árboles, su respiración tranquila, pero sus sentidos en alerta. De entre las ramas, sus ojos azules observaron una figura pequeña que caminaba por el sendero, una figura envuelta en una capa roja.

Era un chico.

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Fin.
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