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Tom estaba sentado en una pequeña zona despejada del bosque, cerca de un tronco caído cubierto de musgo. Había un silencio apacible alrededor, roto solo por el crujido ocasional de hojas y ramas bajo los pies de los animales que pasaban. La luz del sol, tamizada por las copas de los árboles, se derramaba sobre él, dibujando patrones de luz y sombra sobre su figura. En sus manos sostenía un conejo que había cazado recientemente, y con movimientos firmes, desgarraba la carne con sus colmillos. Su mirada estaba fija en su comida, pero cada pocos segundos alzaba la cabeza, escaneando los alrededores con una vigilancia instintiva.
Mientras comía, los sonidos del bosque cambiaron. Un crujido más marcado llegó desde el este, seguido de unas voces apagadas. Tom levantó la cabeza de inmediato, sus ojos verdes destellando con alerta. Se quedó inmóvil, dejando que su oído captara cada sonido. No pasó mucho tiempo antes de que su agudo sentido del olfato identificara dos aromas familiares. Jake. Y la mujer que olía a humo y harina: Miriam.
Con un gruñido bajo, dejó el conejo a un lado y se puso de pie, tensando cada músculo de su cuerpo como un animal listo para defender su territorio. Unos instantes después, Jake apareció entre los árboles, con su habitual sonrisa amable y un gesto tímido de saludo. Miriam estaba justo detrás, cargando un canasto cubierto con un paño de tela.
—¡Tom! —saludó Jake, levantando una mano y caminando hacia él con cautela—. Eh... no te asustes. Solo venimos a verte.
Tom no respondió. Sus ojos se estrecharon al enfocarse en Miriam, quien lo miraba con una mezcla de precaución y firmeza. Aunque no había hostilidad en su postura, Tom no olvidaba lo ocurrido la última vez que la vio. El recuerdo aún fresco de cómo ella, sin ningún miedo, lo había golpeado en la cabeza con una escoba y lo había inmovilizado como si fuera un cachorro travieso. Su orgullo herido todavía ardía.
—Mira, Tom... —continuó Jake, su voz algo insegura, aunque llena de calidez—. Mi abuela preparó algo para ti.
Tom notó cómo Miriam colocaba el canasto en el suelo, sus movimientos deliberadamente lentos, como si estuviera tratando de no provocarlo. El lobo interior de Tom gruñó suavemente, recordándole que ella era una posible amenaza, pero algo más captó su atención: el aroma que salía del canasto.
El dulce olor de las donas recién horneadas invadió el aire, chocando contra su memoria. Su nariz se movió ligeramente mientras olfateaba. Ese aroma... lo reconocía. Era el mismo que había sentido en aquella ocasión cuando Miriam, rápida y astuta, le había metido una de esas cosas en la boca mientras intentaba intimidarla. A pesar de su enfado en ese momento, no pudo negar que el sabor lo había desarmado por completo.
Tom avanzó un par de pasos, todavía con la mirada fija en Miriam. Aunque sus instintos le decían que tuviera cuidado, su curiosidad y el recuerdo del sabor dulce lo llevaron a acercarse al canasto. Miriam no retrocedió, pero tampoco rompió el contacto visual con él.
—No te preocupes, grandulón —dijo Miriam finalmente, su tono sarcástico pero no agresivo—. No voy a golpearte... esta vez.
Jake dejó escapar una risita nerviosa, tratando de aliviar la tensión.
—Vamos, Tom. Dale una oportunidad. Mi abuela hace las mejores donas que probarás en tu vida —dijo Jake con entusiasmo, inclinándose ligeramente para empujar el canasto un poco más cerca de Tom.
El hombre lobo bajó la vista al canasto, sus ojos brillando con curiosidad. Estiró una mano, pero justo cuando estaba a punto de tomar una dona, Miriam actuó con la misma rapidez que antes. Sin previo aviso, agarró una de las donas y la metió directamente en la boca de Tom, tan rápido que él no tuvo tiempo de reaccionar.
—¡Ahí tienes! —exclamó Miriam, con una sonrisa burlona en los labios—. Si te vas a comer algo, mejor hazlo rápido.
Los ojos de Tom se abrieron de par en par, sorprendido por el atrevimiento de la mujer. Pero mientras intentaba decidir si gruñirle o no, el sabor dulce y esponjoso de la dona inundó su paladar. Una mezcla de confusión y placer cruzó por su rostro, y, para sorpresa de todos, un sonido bajo y gutural, casi como un ronroneo, escapó de su garganta.
Jake, que había estado observando todo con una mezcla de nerviosismo y diversión, estalló en carcajadas.
—¡Sabía que te gustaría! —exclamó, sosteniéndose el estómago mientras reía—. ¡No puedes resistirte a las donas de mi abuela!
Tom, todavía masticando, lanzó una mirada molesta a Jake, pero su expresión no tenía verdadera amenaza. Miriam, por su parte, se cruzó de brazos, con una sonrisa triunfante en el rostro.
—Bueno, al menos sabemos que tiene buen gusto —comentó, observando cómo Tom terminaba la dona y, casi de inmediato, tomaba otra del canasto.
—Oye, Tom —dijo Jake, todavía con una sonrisa en los labios—, si te portas bien, tal vez podamos traerte más la próxima vez.
Tom gruñó suavemente, pero esta vez no era un gruñido de advertencia. Parecía más una especie de asentimiento. Jake lo interpretó como un "sí".
—¿Próxima vez? —replicó Miriam, arqueando una ceja y mirando a su nieto—. No voy a andar alimentando a un lobo gigante cada día, ¿sabes?
Tom la miró directamente, sus ojos verdes brillando con algo que podría interpretarse como desafío. Aunque no hablaba, su postura parecía decir: "Lo veremos."
—Abuela... —dijo Jake en un tono suplicante—. Por favor, no le digas eso. ¡Le estás gustando!
Miriam bufó, rodando los ojos.
—¿Gustarme? —replicó, mirando a Tom con una sonrisa sarcástica—. Bueno, si me gana con modales, tal vez le haga otra tanda. Pero no prometo nada.
Tom la miró por un largo momento, luego bajó la cabeza y continuó comiendo las donas. Jake sonrió, satisfecho de que el encuentro había ido mejor de lo esperado. Aunque todavía había tensión, estaba claro que tanto Tom como Miriam estaban empezando a tolerarse, y eso, para Jake, ya era un gran avance.
Mientras terminaban de comer, Jake se sentó junto a Tom, hablándole sobre cosas triviales, intentando establecer más confianza entre ellos. Miriam, aunque todavía desconfiada, los observó desde la distancia, preguntándose qué papel jugaría ese extraño hombre lobo en la vida de su nieto.
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Fin.
Palabras:1017
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🍓☆⋆。Caperucito Rojo𖦹°‧★🍒
Fanfiction˚。⋆୨💌୧⋆ ˚。⋆ Fanfic inspirado en el AU de: Nah0m0 en X! Personajes de oddnationcartons ‧₊˚🫀✩ ₊˚☎️⊹♡ Portada de: @Luseryume en X!
