✩₊˚.⋆Cicatrices y promesas☾⋆⁺₊✧

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La noche había caído sobre el bosque, y la cabaña estaba iluminada únicamente por la tenue luz de la chimenea. Jake estaba sentado en el sofá, con una taza de té caliente entre las manos. Desde la ventana, podía ver a Tom, quien permanecía de pie, inmóvil, mirando hacia la oscuridad del bosque como si estuviera esperando que algo o alguien emergiera de entre los árboles.

Jake suspiró y dejó la taza sobre la mesa, incorporándose con cuidado.

—Tom —llamó suavemente, pero no obtuvo respuesta.

Tom parecía atrapado en sus pensamientos, con el rostro serio y la mandíbula apretada. Jake se acercó lentamente, tocándole el brazo para llamar su atención.

—Tom, ven aquí. No puedes quedarte parado toda la noche.

Tom parpadeó un par de veces, como si volviera a la realidad, y finalmente giró la cabeza hacia Jake. Sin decir nada, dejó que Jake lo guiara hasta el sofá. La madera crujió ligeramente bajo el peso del hombre, quien parecía más grande de lo habitual debido a su postura rígida y tensa.

Jake se sentó a su lado, tomando una de sus manos.

—¿Estás bien? —preguntó con suavidad.

Tom no respondió de inmediato. Sus ojos verdes estaban fijos en las manos de Jake, observando cómo las pequeñas y pálidas manos del joven sostenían las suyas, grandes y ásperas.

—No. Yo... —Tom hizo una pausa, buscando las palabras correctas—. Jake... peligro. Yo... no proteger bien.

Jake negó con la cabeza, apretando su mano con fuerza.

—Eso no es verdad. Me salvaste, Tom. Si no hubieras estado allí, no sé qué habría pasado.

Tom frunció el ceño, todavía luchando con la culpa que sentía.

—Hombres... malos. Yo... debería... más rápido. Más fuerte.

—No digas eso —interrumpió Jake, inclinándose hacia él. Colocó una mano en la mejilla de Tom, obligándolo a mirarlo—. Hiciste todo lo que pudiste, y fue suficiente. Estoy aquí gracias a ti.

Tom cerró los ojos, dejando escapar un suspiro tembloroso.

—Jake... importante. Yo... proteger siempre.

Jake sonrió con ternura, inclinándose un poco más hasta apoyar su frente contra la de Tom.

—Y yo siempre estaré a tu lado, Tom. Eres mi refugio.

El silencio entre ellos fue interrumpido por un ruido en la cocina. Ambos giraron la cabeza hacia la figura de Miriam, quien estaba amasando masa con una expresión concentrada.

—Si ya terminaron de susurrarse cosas bonitas, pueden venir a ayudarme. No voy a hacer todo el trabajo yo sola —dijo Miriam con un tono seco, aunque una ligera sonrisa asomaba en sus labios.

Jake se rió suavemente y se puso de pie.

—Será mejor que la ayudemos antes de que empiece a lanzar cosas.

Tom asintió, aunque sus ojos seguían reflejando algo de inquietud.

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Más tarde, mientras Jake ayudaba a Miriam a preparar el pan, decidió aprovechar la oportunidad para hablar con ella.

—Abuela, ¿puedo preguntarte algo? —dijo Jake, rompiendo el silencio.

Miriam, quien estaba colocando la masa en una bandeja, asintió sin mirarlo.

—Habla.

Jake dudó por un momento, pero finalmente decidió ser directo.

—¿Qué piensas de Tom?

Miriam se detuvo, sus manos aún cubiertas de harina. Levantó la vista hacia su nieto, estudiándolo con atención antes de responder.

—Es un hombre extraño, sin duda. Pero... parece que realmente se preocupa por ti.

Jake sonrió ligeramente.

—Más que preocuparse. Creo que me quiere.

Miriam arqueó una ceja, dejando la bandeja a un lado.

—¿Y tú?

Jake apartó la mirada, sintiendo que sus mejillas se calentaban.

—Yo también lo quiero. Es... no sé cómo explicarlo, abuela. Pero cuando estoy con él, todo se siente más fácil, más claro.

Miriam suspiró, limpiándose las manos en el delantal.

—Jacob, no voy a decirte cómo vivir tu vida. Si Tom te hace feliz, entonces eso es lo único que importa. Pero te advierto una cosa: si alguna vez te hace daño, tendrá que lidiar conmigo.

Jake soltó una carcajada, imaginándose a Miriam enfrentándose a Tom con una escoba en mano.

—Estoy seguro de que Tom entiende eso perfectamente.

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Esa noche, Jake convenció a Tom de salir al porche. Trajo una manta grande, y ambos se sentaron juntos en los escalones de madera, mirando las estrellas que brillaban en el cielo despejado.

—Tom, ¿alguna vez has mirado las estrellas? —preguntó Jake, rompiendo el silencio.

Tom levantó la cabeza, frunciendo ligeramente el ceño mientras observaba el cielo.

—Estrellas... muchas. Como... ojos.

Jake rió suavemente.

—¿Ojos? Nunca lo había pensado así.

Tom asintió lentamente, todavía mirando hacia arriba.

—Ojos... miran. Siempre miran.

Jake se inclinó un poco hacia él, apoyando su cabeza en el hombro de Tom.

—Bueno, espero que estén viendo lo felices que somos ahora mismo.

Tom miró a Jake de reojo, sus labios curvándose en una pequeña sonrisa.

—Jake... luz.

Jake levantó la cabeza, mirándolo con sorpresa.

—¿Luz? ¿Qué quieres decir?

Tom lo miró directamente, sus ojos verdes brillando con intensidad.

—Jake... luz. En mi oscuridad.

El corazón de Jake dio un vuelco. Se inclinó hacia Tom, abrazándolo con fuerza.

—Y tú eres mi fuerza, Tom. Siempre lo serás.

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En algún lugar del bosque, un grupo de hombres estaba reunido alrededor de una fogata. Sus voces eran bajas, pero sus palabras estaban llenas de malicia.

—Ese salvaje es peligroso. No podemos permitir que siga rondando por aquí.

—Y está con ese chico... Jacob. Podríamos usarlo para atraerlo.

Los hombres asintieron, sus planes tomando forma en la oscuridad.

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Fin.

Palabras: 860

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