🍓☆⋆｡Caperucito Rojo𖦹°‧★🍒

. ..🔥𓂃 ࣪ ִֶָEl rugido del lobo🐺་༘࿐

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El amanecer despuntaba con un tono grisáceo entre las copas de los árboles, y una bruma densa cubría el bosque como una manta húmeda. Para Tom, no existía el concepto de descanso. Había corrido, saltado, trepado y cavado entre raíces y tierra húmeda, todo en busca de una sola cosa: Jake. Su Jake. El que había desaparecido sin dejar rastro. El que había sido secuestrado frente a sus narices.

Desde hacía horas, Tom apenas había bebido agua. No sentía hambre ni frío. Su cuerpo funcionaba solo por instinto, movido por una furia primitiva y un amor desesperado. Cada zancada era una promesa: encontrarlo o morir en el intento.

Una corriente de viento le trajo un olor diferente. Humo. Madera quemada, carne asada... y algo más. El aroma que reconocía incluso en sueños: el de Jake. Tom se congeló por un segundo, su corazón galopando en el pecho. Sus sentidos se afilaron como los colmillos de un lobo antes de atacar. Se agachó y avanzó a cuatro patas, deslizándose como una sombra entre la maleza.

A unos metros, escondido tras un matorral, se encontró con un claro. Allí, un campamento improvisado: ramas atadas como techos, una fogata crepitando, y cuatro hombres alrededor. Y en el centro, una jaula de madera tosca.

Dentro, Jake.

Tom sintió que el mundo se detenía. Jake estaba sucio, con el cabello enmarañado y los labios partidos, pero estaba vivo. El corazón de Tom golpeó contra su pecho como un tambor. Sus manos temblaron, no de miedo, sino de rabia.

Uno de los hombres se acercó a la jaula y la pateó con burla. —¿Tu noviecito vendrá a salvarte, princesa?

Jake lo miró con una mezcla de asco y cansancio. —Cuando venga, más vale que corras.

El hombre rió, ignorante del destino que se acercaba.

Tom evaluó la situación con ojos de depredador. Había dos trampas de lazo a la entrada del claro y una fosa camuflada con ramas. Dos de los hombres estaban armados con lanzas rudimentarias, los otros dos descansaban cerca del fuego. Tendría que moverse rápido, eliminar al primero antes de alertar a los demás.

No lo dudó más.

Saltó desde la maleza con un rugido salvaje, directo contra el primer hombre. Lo derribó de un golpe, haciéndolo volar hasta estrellarse contra un árbol. Un crujido sordo indicó que no se levantaría pronto.

—¡Nos atacan! —gritó otro.

Uno de los armados corrió hacia él con la lanza en alto. Tom la esquivó con agilidad y le rompió la muñeca de una torcedura brutal, luego lo noqueó con un cabezazo. El tercero intentó tomar a Jake como rehén, pero Tom ya estaba sobre él. Lo embistió con tal fuerza que lo arrastró varios metros por el suelo antes de aplastarlo contra el barro.

—¡Basta, basta! ¡Nos rendimos! —gritó el último hombre, corriendo hacia el bosque, perdiendo su lanza en la desesperación.

Tom no lo siguió. No le importaba. Solo Jake importaba.

Corrió hacia la jaula, jadeando, con la adrenalina bombeando en las venas. Las bisagras crujieron bajo sus manos, la madera cediendo poco a poco.

—Tom... —murmuró Jake, sus ojos llenos de lágrimas.

—Tú bien... tú vivo... yo... yo aquí. —Tom apenas podía articular, su garganta cerrada por la emoción.

Lo abrazó apenas lo liberó, envolviéndolo con sus brazos como si temiera que desapareciera. Jake se aferró a él con fuerza.

—Lo sabía... sabía que vendrías. Nunca dudé de ti.

Tom se separó solo lo justo para verlo a los ojos. —Yo buscar tú... toda noche. No dormir. No rendir. No parar. Tú... tú mío.