Capítulo 21: No vas a escapar tan fácil

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—¿De qué hablas?

—Muchachos... lleven a la señora a la mansión

—¿Arsenio?

—Enciérrenla en su habitación ya que esta indispuesta. No dejen que salga y quiero dos hombres las 24 horas del día allí

—¡¿Arsenio, que demonios dices?! —no le presto mayor importancia a sus gritos que nuevamente empiezan a irritarme—. ¡No te comportes como un niño y déjame ir!

Me acerco a ella sin poder dejar de sentir mi sangre arder, su cuerpo se tensa y solo puede ver como intenta no demostrar alguna señal de debilidad o rendición ante mi o los hombres que están por sujetarla. Me deshago de uno de mis guantes y sin dejarla reaccionar, me apodero de su cuello, rodeándolo con mis dedos

—¡Hijo de puta!

—Me comporto como lo que soy... un hombre que fue traicionado

—Eres igual que todos los putos gánsteres que he conocido

—La única diferencia entre ellos y yo, es que ellos cometieron la estupidez de dejarte ir... yo no hare eso

—¿Vas a matarme? —pregunta aun con arrogancia y una soberbia sonrisa—. Vamos, quiero que lo hagas

—No, querida —sin tener mucho que pensar, le arrebató el arma el arma que aun sujetaba y le suelto un disparo en la pierna

—¡Maldición!

Su rostro se comprime y su agarre en mi brazo es tan fuerte que puedo ver gotas de sangre caer al suelo; pero eso no va detenerme. Ella no va escapar como siempre lo ha hecho, no va irse hasta que yo decida lo contrario

—Desde que firmaste ese contrato eres de mi propiedad, puedo hacer lo que desee contigo

—No te atreverías

—Eres muy arrogante

—Lo aprendí de los hombres como tú. Salvajes que siempre creen que pueden controlar a todos

—Entonces deberías estar acostumbrada

—¿A que todos quieran cogerme o a que no puedan porque siempre termino haciendo lo que me plazca?

—No intentes jugar con mi paciencia porque sabes que terminarás perdiendo, Evangeline

—Sabía que si me llamabas por mi nombre mis ganas serían más

La tensión es tanta que aun molesto, mis ganas por tenerla son más grandes que mi rabia; me limito a contrólame y mirarla a los ojos, intentar dominarla para que entienda la situación en que se encuentra, para que comprenda lo delicado que es el problema

—Llévensela

—¡No me toquen!

—Es una orden

—¡No se atrevan a ponerme una maldita mano encima!

—Tu mejor que nadie sabes lo irritable que puedo legar a ser cuando no se hacen las cosas como quiero. Acata las órdenes que se te dan

—Soy la esposa del Zar, nadie puede darme órdenes —sin mucho que esperar me abalanzo contra ella, arrinconándola a la pared, con su cuello entre mis dedos—. Hágalo, Zar... —se burla con soberbia, sacándome aún más de mis casillas

—Tienes razón... pero para tu desgracia, yo soy el Zar. Tu esposo, ya es hora de hacértelo entender

—¿Cómo harás que eso ocurra?

—De la misma manera en que lo hice hasta ahora

Dejándola en el aire, robe un beso de sus labios, un beso furioso y lleno de rabia, manchándome de la sangre que antes había salido del lugar. Sin pensarlo dos veces la tomé en brazos, caminando a paso decidido a la salida del lugar siendo perseguido por los hombres quienes no decían nada, pero aun así podía ver en sus rostros por la confusión del momento. Mientras la mujer que mantengo en brazos no deja gritarme para que la deje ir, me limito a ignorarla y seguir el rumbo hasta uno de los autos fuera del lugar

—Yo me encargare de llevar a la señora hasta la residencia —ellos se mantienen estáticos y hasta algo sorprendidos, pero no es como que me les de tanta importancia

Enseguida abro el auto una vez frente a él; la dejo en el asiento del copiloto. Su pierna deja de sangrar una vez detengo la hemorragia con un trozo de la tela que le arranque al saco, la cubro con el abrigo y no le presto más atención de la necesaria. Subo al auto siendo perseguido por su mirada, notando que su entrecejo está fruncido. Enciendo el vehiculo para empezar el camino a la misión

—Entonces, vas a ir en un auto con alguien que tiene como orden matarte

—Si muero en el camino tu morirás conmigo, eso tenlo por seguro

—¿Por qué haces esto?

—¿Hacer que?

—Actuar como si ni hubiese hecho nada, como si no te hubiese mentido por dos meses y aun asi mantener la calma

—¿Qué mierda se supone que haga?

—Matarme

—No se con que tipo de hombre hayas estado antes, pero no voy a darte el gusto de matarte para que quedes libre de conciencia

—Eso es cruel

—Tu querias que lo fuera

—Quería que te olvidaras de mi y siguieras con tu vida

—Aún no lo entiendes, ¿verdad?

—No...

—Cuando alguien como yo llega a sentir algo como el amor, puede llegar a ser el ser más cruel del mundo, hasta con la persona que ama

—Tu no me amas, Arsenio... tu amas a Catherine

—Seas quien seas, eres mia

—No le pertenezco a nadie

—Puedes negarte todo el tiempo que desees, pero eso no significa que yo vaya a creerlo

—¿Acaso piensas mantenerme encerrada hasta que muera?

—De ser necesario, lo haré

—Eres un idiota

—¿Te complace?

—¿Ahora de que mierda hablas?

—Te complace engañar a las personas, ilusionarlas y cambiar su vida tan radicalmente para luego solo desaparecer como si nunca hubiese sucedido nada, ¿te hace feliz?

—No voy a hablar de esto contigo

—¿Me amas? No, esa ni siquiera es la pregunta que debería hacerte. ¿Sabes que es el amor?

Las miradas se cruzaron por algunos segundos, pero se sintió como una maldita eternidad mientras veía sus ojos cristalizados de a poco, rompiéndome en pedazos por dentro al ver como su expresión cambio de un momento a otro. No puedo soportar verla así, pero me obligo a mantener la distancia con la mujer frente a mi, no puede ser condescendiente con ella aun sabiendo que hizo todo esto sin pensar ningún segundo en todo lo que pasaría después

—Nunca dudes del amor que te tengo... Zarsus palabras me toman desprevenido, cuando mano se acerca a mi rostro

Pero antes de que su mano pueda hacer contacto con mi mejilla, un impacto desde atrás me hizo perder el control del auto, dejándonos dando vueltas en el aire mientras intentaba a toda costa tomarla en brazos e intentar protegerla con mi cuerpo, cuando el auto impacto contra el suelo este rodó cuesta abajo. Aun intentado mantenerme consiente, el estruendo que siguió luego de caer, me di cuenta de la situación tan difícil en la que estábamos

La Traición Se Viste De MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora