Capitulo 31: Reencuentro

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No sé qué pensar, tampoco sé qué debo decir; lo único que sé es que mi esposo está vivo. El está bien, su voz se escucha fuerte, quisiera sentir el calor de su pecho, su respiración y su corazón que en este momento debe estar latiendo fuerte. Solo deseo verlo, solo eso. ¿Acaso eso es mucho pedir?

—Nosotros también... también te amamos —un nudo se clava en mi garganta, y un hilo de voz es lo que puedo sacar—. ¿Vas a volver? Te necesitamos..., Mikhail te extraña, y la vida dentro de mí necesita un padre que le de calor

Te juro por nuestros hijos que iré con ustedes, pero no en este momento... perdóname por preocuparte dulzura. No voy a dejarlos solos, nunca haré un barbaridad como esa, pero aún no es momento de estar juntos

—Entonces, ¿cuando vas a venir a casa? —mi voz es desesperada, algo ansiosa, cosa que no puedo evitar—. La mansión es muy grande y se siente algo vacía..., la habitación se siente sola

Escucho como se aparta del celular para soltar un maldición, un suspiro pesado se escucha aunque él haya intentado ocultarlo. Mi corazón se encaje y mi estómago revolotea, mi cabeza pierde el eje por unos segundos pero vuelvo al control cuando su voz me llena los oídos

Mañana llegará tu hermana, ella te dirá algunas cosas que yo no podré. Te prometo que te contaré todo cuando sea el momento..., pero quiero que me jures algo, Evangeline —su voz se oscurece al decir lo último, pero al mismo tiempo algo rota, como si le pesara decir aquello

—¿Si...?

Júrame que sin importar lo que te diga o si llegas a recuperar la memoria, no te irás de nuestras vidas, no huirás ni intentarás acabar con nuestro matrimonio. Necesito que me lo jures porque no podré vivir sin tener la seguridad de que estarás en mi vida, Evangeline —más que una petición suena como si estuviese rogando por ello, pero solo puedo seguir pensando de qué se trata esto

—Arsenio..., yo no...

Dulzura, júrame que no vas a acabar con nuestra familia —sus palabras me provocan una punzada de dolor en la cabeza, se me revuelve el estómago, pero aún así sigo consciente—. Te lo ruego, Evangeline... júramelo, por favor

No tienes que rogarme nada. Te lo juro, Arsenio. No voy a hacer nada que nos separe nunca

No sabes la tranquilidad que me dan tus palabras

Yo no supe qué responder. Habían tantas cosas que quería preguntarle, pero al mismo tiempo no sabía cómo empezar a hacerlo, sumado a eso, no era el momento para hacerle preguntas que solo con sumado expresión podría saber qué tan ciertas y sinceras serán sus respuestas.

—Dulzura, tengo que irme. Perdóname por dejarlos solos los en estos momentos. Confío en ti con mi vida

Y con eso el solo colgó, dejándome con la palabra en la boca y el corazón a millón por segundo; la respiración acelerada y dolor de cabeza al dejar esa frase anclada en mi pecho. Deje el celular sobre en sofá y me levanté aún procesando esas palabras, repitiéndolas cosas si fuesen las palabras más bonitas y significativas que me hayan dicho en toda mi vida. Justamente porque no recuerdo nada, justamente porque son las primeras palabras de tal magnitud que me dice mi esposo a quien solo hace unos lituanos creí muerto me las dijo, estoy completa y totalmente perpleja. Siquiera sé que se supone que debería de pensar, no sé en qué momento esa frase solamente me dejó sin nada

—¿Zarina, se encuentra bien? —la voz de Valhak me hace salir del trance—. ¿Hablo con su hermana?

—Ehh, si... yo, eh... me dijo que vendría mañana —mi cabeza está en blanco, es notable con mi manera de hablar—. Iré a dormir... estaré en la habitación del Zar

La Traición Se Viste De MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora