Capitulo 23: ¿Quien soy?

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POV EVANGELINE

Siento un dolor agudo en mi pierna, no puedo mover muy bien mi brazo derecho, siento mi cuerpo temblar, mis mejillas congeladas, mis labios resecos, ni siquiera puedo hablar, se me dificulta abrir los ojos al tenerlos mojados y el frío impide que pueda abrirlos con facilidad. Sé que no estoy caminando, mis pies no están tocando el suelo, al contrario, me siento liviana. Levanto la mirada topándome con un hombre, no sé quién es, no lo conozco, o más bien no lo reconozco; su rostro está lleno de heridas, puedo notar un golpe en su cabeza, la sangre que antes caía ahora está seca en su frente. Sin que pueda predecirlo su mirada se cruza con la mía, el tono de sus ojos me estremece haciéndome sentir algo que no recordaba haber sentido, pero por alguna razón siento que debo dejar de mirarlo a los ojos, siento cierta vergüenza la cual no puedo explicar de donde proviene

—¿Adonde vamos?

—Ya te lo dije, vamos a la mansión .

—Lo siento, pero no sé de qué hablas.

—No te preocupes, lo sabrás cuando llegamos.

—No sé ni siquiera dónde estoy.

—Ahora no estamos en condiciones para hablar sobre eso

—¿Podrías decirme cual es tu nombre?

—Arsenio. Me llamo Arsenio

—Arsenio...

Es notable que algo pasó entre el y yo, pero no me atrevo a decirle nada tampoco a comentar nada, no sé dónde estoy, no sé por qué tengo estas heridas, ni siquiera sé cuál es mi nombre. Es aterrador estar con alguien que no conozco, sabiendo que ni siquiera me conozco yo misma en este momento; le resto importancia en el momento en que mis oídos logran escuchar el sonido de unos autos correr, el enseguida se agacha al suelo cubriéndome con su cuerpo cuando de repente el sonido de las balas inunda el lugar

—¡¿Qué mierda esta pasando?! —antes de que pueda preguntarle algo, el me topa la boca con su enorme mano, dejandome sin mas opcion que callarme

—Estan justo arriba —susurra, aun su cuerpo me cubre por completo, aunque el frío se vuelve mayor cuando la nieve traspasa el abrigo. Sin que pueda evitarlo mis dientes comienzan a castañear, por mas que intento detenerme es imposible—. Perdoname, solo espera un poco, dulzura

Me queda clavada en su mirada, aunque el ya no me mira los ojos, su atención está en lo disparos que están cayendo hacía nosotros, ni siquiera sé qué está pasando, pero cuando me dijo que estaría bien, así lo sentí, me sentí segura, protegida, y aunque ni siquiera sé quién es el, algo me dice que voy a estar bien. Antes de qué puedo reaccionar el cae sobre mi titubeando. Una bala lo tocó, haciéndolo perder el balance y cayera sobre mí; no supe qué hacer, entre en pánico, ni siquiera puedo moverme bien por mi pierna, pero antes de qué pueda hacer algo, se pone de pie, como si no hubiera sucedido nada.

—Estos hijos de puta —gruñe, sacando un arma de atrás de pantalón, regresando los disparos—. Cuatro... —conto con la vista, escuchando asi golpes secos contra el suelo—. Tres... —otros tres golpes—. Uno

Justo entonces los disparos se detienen, pero aun asi el se mantiene de pie, mirado en dirección en donde estaban disparando. No puedo evitar dejar mi mirada clavada en el, ya que, aunque este sucio y cubierto de sangre, es el hombre más atractivo que he visto, aunque no recuerdo haber visto a mas nadie; y para que estamos aquí, en esta situación, concluyo que debemos ser muy secanor, demasiado como para que, aunque no lo recuerde, me sienta segura con el

El inspecciona con la mirada el lugar, para luego tomarme en brazos como lo estaba haciendo antes. A mi pecho llega una sensación de culpa, no puedo hacer nada, ni siquiera puedo moverme. Por no ayudarlo o caminar por mi cuenta, me siento como una completa inútil

La Traición Se Viste De MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora