La ofrenda de media luna

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Diario de Hanssel.

-¡Debería darte vergüenza, Hanssel!-Dijo mi padre con total decepción en su mirada, después de arrojarme al suelo del salón.

Yo solo sollozaba, me dolía la garganta de retener el llanto que se encontraba prisionero en mi garganta.

-¿En serio estás llorando? Eres una completa desgracia, hasta tu hermana Cinthya lucharía mejor que tú, y eso que tiene cinco años-Dijo burlonamente, mientras se paseaba por el salón -Han pasado dos años desde tu entrenamiento para perfeccionar tus poderes, y tú... -Se detuvo un instante- No sé ni cómo llamarlo, tu poder es completamente una falta de respeto a nuestro linaje... -Siguió.

-Papá... prometo esforzarme más, por favor no me lastimes-Dije con lágrimas en los ojos.

Nunca había implorado tanto, como hoy...

Cuando cumples diecisiete años, tu cuerpo ya está capacitado casi al cien por ciento, para demostrar cuánto poder presenta tu alma, Sí que hay un pequeño porcentaje que se desarrolla después, pero para mi padre, el Rey de Noxius. Eso no era una excusa. Que su primer hijo y único varón, no pueda controlar el "Nigthflum" como él.

Llevándome a tener diecinueve años sin cumplir sus expectativas...

Ojalá solo fueran regaños e insultos; pero papá me encierra en el calabozo del castillo, a oscuras, por días... La última vez fue una semana entera. Mamá se escabulle en horas del día para saciarme de agua y comida. No se le es permitido bajar a ella ni a nadie, son órdenes del rey, mi padre.

Dice que lo hace para que aprenda a ser un verdadero hombre, para que aprenda a ser un verdadero príncipe de la oscuridad; sin embargo sé que él no me ve así, y siendo sincero yo tampoco...

Esto me ha ocasionado ser el hazme reír de jóvenes de mi edad que también practican el arte de la magia oscura. También ser el punto central de los chismes de los pueblerinos.

Claro, nadie sabe que cada vez que se burlan de mí y cada error que cometo en el campo, es un paso a estar encerrado ahí abajo, a veces con restos de lo que antes habían sido personas, pero que por alguna razón llegaron hasta allí.

-Eso ya me lo has dicho mil veces y no veo ningún cambio. ¿Qué demonios pasa contigo? ¿Acaso no te eduqué bien? -gruñó Hans mientras me agarraba con fuerza de la cabeza, forzándome a mirarlo a los ojos-. ¡Mírame cuando te hablo!

No quería. Mirar sus ojos oscuros me llenaba de un terror que recorría todo mi cuerpo. Le tenía miedo, aunque no quisiera admitirlo. Deseaba, con cada fibra de mi ser, que desapareciera. Que su sombra se desvaneciera de mi vida y de la de mamá.

-¡¿Me estás escuchando o estás sordo?! -exclamó, mientras sus manos se aferraban a mi cuello, apretándolo con una fuerza cruel.

Era su manera de hacerme suplicar, de hacerme rogar por otra oportunidad. Pero una parte de mí se preguntaba si realmente vivir valía la pena. ¿Tendría sentido seguir respirando si todo lo que me esperaba era más de este infierno? Me lo cuestionaba una y otra vez, mientras intentaba recordar si alguna vez creí que yo también podría ser como esos grandes maestros de magia oscura que Hans contrataba para mí.

-¿Crees que me agrada que la gente hable a mis espaldas? ¡Que piensen que mi sangre no es pura, que por eso no puedes usar tu maldito Maculub! -su voz resonaba como un látigo, mientras la presión en mi garganta aumentaba, haciéndome luchar por aire.

Para Hans, lo único que importaba era la pureza de nuestra sangre, demostrar que el linaje real nunca ha cambiado. Pero empezaban a dudar de él, de nosotros. El Maculub, ese poder que debería ser mi herencia, se encontraba fuera de mi alcance. Existen cinco etapas, y yo ni siquiera podía superar la primera.

Más allá de lo "normal"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora