Día 7: Misión conjunta o doméstica

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El matrimonio Uchiha vivía en una acogedora casa en Tokio, la capital de Japón. Unos años atrás, habían dejado su natal Takayama, en la prefectura de Gifu, con el propósito de buscar mejores oportunidades laborales en la ciudad. Gracias a su esfuerzo y a la formación académica que los respaldaba, lograron sus metas. Naruto se destacó como un chef reconocido y, en poco tiempo, abrió su propio restaurante de cocina tradicional, mientras que Sasuke ocupaba un puesto importante en una empresa de publicidad. Ambos compartían los gastos del hogar, y con una estabilidad económica consolidada, se sentían listos para formar una familia.

Naruto presentaba ciertos inconvenientes con sus celos. A diferencia de otros Omegas, que experimentaban su período de calor cada tres meses, él era irregular; podía pasar hasta un año donde no mostraba síntomas. Sin embargo, según los médicos que lo evaluaron, existía un posible trastorno de la salud reproductiva que necesitaba atención. Al estar emparejado con un Alfa, se requería que su ciclo de fertilidad se mantuviera estable si deseaba concebir. Por ello, debía tomar hormonas sintéticas para inducir el estro. Al principio, fue difícil, ya que su cuerpo rechazaba el tratamiento, pero tras varios intentos, el bebé que tanto deseaban llegó a sus vidas.

A pesar de los problemas que Naruto padeció durante su embarazo, contó con el apoyo de Sasuke y de su familia, quienes estuvieron pendientes de cada detalle; incluso decidieron trasladarse a Tokio con el fin de cuidarlo. Cerca de cumplir siete meses de gestación, el Omega fue llevado al hospital debido a contracciones. El diagnóstico fue delicado, y se realizó una cesárea de emergencia que salvó la vida de ambos. El pequeño cachorro necesitó cuidados especiales, ya que pasó unas semanas en una incubadora, asegurando así el soporte adecuado para su desarrollo. Por fortuna, el niño se recuperó y, ahora con seis años, gozaba de una vitalidad impresionante.

—¿Puedo ayudarte a cocinar, papi? —preguntó el niño de cabello negro y ojos azules, agarrando la tela del pantalón de Naruto.

—Si ya terminaste de hacer los deberes de la escuela, entonces acepto este amable ofrecimiento —contestó el Omega, revolviendo los mechones rebeldes de su hijo—. Vamos a sorprender a tu papá con su platillo favorito.

—Eso significa bollos de arroz y algo que tenga tomates —murmuró Menma, quejándose de que, al complacer a su padre Alfa con una comida específica, se debían incluir los vegetales—. ¡No me gusta, yo quería el curry especial que siempre me haces!

—Hoy es un día importante para Sasuke, y como familia debemos hacerlo sentir amado, cariño —explicó Naruto, agachándose a la altura del menor—. Además, tu papá me convenció de comprarte el juguete que querías por tus buenas calificaciones, así que solo por hoy, no iniciaremos una batalla campal por la comida.

Menma estuvo de acuerdo con el rubio y asintió emocionado por la noticia de que pronto recibiría el regalo que tanto ansiaba de parte del Alfa. Salió corriendo hacia el cuarto de despensa, donde guardaban varios implementos, incluido un taburete que solía utilizar para alcanzar la isla. Se colocó en posición recta, similar a un soldado ante la orden de su general, lo que provocó que Naruto se riera por sus ocurrencias. Luego, comenzaron a separar cada uno de los ingredientes. En todo momento, el Omega vigiló a su cachorro en caso de que tomara un objeto peligroso, como cuchillos, pero el niño siempre los evitaba por su seguridad.

Entre los comentarios inocentes del niño y el banquete que ambos preparaban por el ascenso de Sasuke en su trabajo, el dúo terminó en poco tiempo mientras organizaban el espacio que habían utilizado con el fin de esperar al festejado. De repente, se escuchó el sonido del auto, indicando la llegada del moreno, y Menma fue el primero en ir a saludar. Uchiha cargó a su hijo, como todos los días, quien siempre lo recibía con la misma efusividad, y él, por su parte, impregnaba al pequeño con sus feromonas. Por lo general, los padres Alfas hacían esto con el objetivo de proteger a su descendencia.

—¡Bienvenido a casa! —saludó el Omega con una cálida sonrisa en el rostro antes de besar los labios de su esposo.

—Hoy fue un día ajetreado con los nuevos inversionistas —comentó Sasuke, dejando a Menma en el suelo—. Y Suigetsu trataba de convencerme, junto al resto de los chicos, de celebrar mi nuevo puesto como gerente. Parece que se les olvida que tengo una familia. Por cierto, te traigo tu juguete, campeón.

—¡Gracias, papá! ¡Eres el mejor! —dijo el niño, encantado por su merecido premio.

—Sería raro que no lo intente. Supongo que algún día sentará cabeza —añadió Naruto, alejándose para colocar los platos en la mesa—. Ve a lavarte las manos, Menma; después puedes jugar.

Sasuke tomó asiento, disfrutando de la deliciosa cena en compañía de su esposo y primogénito. Aquellos momentos reunidos, hablando de sus actividades, los atesoraba sobremanera; tenía lo que siempre soñó: un Omega maravilloso y un hijo que fue esperado con mucho amor.

Sol y LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora