Día 14: Herir y consolar o ANBU AU

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A medida que crecían y el Hokage les asignaba misiones de difíciles rangos, los chicos adquirieron experiencia, logrando escalar en la jerarquía del sistema ninja. Sasuke fue el primero en ser llamado a formar parte de ANBU, antes de alcanzar la mayoría de edad, mientras que a Naruto le tomó un poco más de tiempo debido a su comportamiento rebelde. Sin embargo, demostró durante las evaluaciones que tenía las habilidades necesarias para que requirieran sus servicios. Aunque los jóvenes siempre competían por llamar la atención, con el paso de los años se volvieron amigos. Incluso, trabajaban mejor entre ellos que con otras personas.

Naruto esperaba aprender nuevas técnicas como miembro de ANBU, ya que aspiraba a ser Hokage, igual que su padre. Le ilusionaba defender la aldea que lo vio nacer y lograr el reconocimiento de todos a través de sus hazañas. Si bien tenía talento, también se rumoraba sobre su descomunal fuerza en varios países, pero para el chico de diecinueve años, eso no era suficiente. El peso de ser el primogénito de Namikaze Minato dificultaba su camino, ya que la gente solía compararlos. No le molestaba escuchar esos comentarios durante sus descansos, porque tal vez no lo hacían con mala intención. Además, estaba decidido a marcar una diferencia.

Frente a una fogata improvisada en medio del bosque, el rubio calentaba sus manos, mientras que Sasuke hacía lo mismo a su lado. Se les asignó investigar a un grupo de ninjas desertores que causaban disturbios en las fronteras del País del Fuego. Según Uchiha, había un líder que daba las órdenes desde Konoha, ya que los puntos señalados del motín eran precisos; evitaron cada una de las trampas y los moradores todavía no reportaban nada a las autoridades. No obstante, lo más sospechoso fue que se dirigieron justo a una zona que solo conocían el Hokage y las personas de su confianza; por obvias razones, el traidor contaba con información de interés.

—Seguro quieren hacer una revuelta con ninjas de otras aldeas —anunció Naruto, cubriéndose con una frazada—. Son unos idiotas, como si no los fuéramos a atrapar.

—Si hay una manzana podrida dentro de una cesta, terminará por contaminar a las demás —comentó Sasuke, echando un poco de leña para avivar el fuego—. Es lo que sucede con tipos sin carácter; les lavan el cerebro con ambiciones ridículas y no dudan en obedecer.

—Al menos ya los tenemos localizados —aseguró Uzumaki mientras se recostaba en el tronco—. ¿Te molesta si cierro los ojos solo por un momento? Estoy agotado.

—No tengo sueño, así que descansa —dijo Uchiha, fijando la vista en las brasas—. Si sucede algo extraño, te aviso.

En pocos minutos, Naruto cayó rendido, a pesar de la incomodidad de dormir a la intemperie. Llevaban varios días siguiendo la pista de los ninjas. Los reportes que se les entregó antes de aceptar el trabajo en la base secreta de ANBU no contenían datos relevantes, lo que casi imposibilitaba trazar un plan táctico que resolviera el caso con rapidez. Sasuke tomó el mando de la misión y, gracias a una de las habilidades de su técnica ocular, logró descubrir su paradero. Ahora esperaban pacientemente a que el grupo de traidores cometiera el más mínimo error para entregarlos a Konoha.

De repente se escuchó a lo lejos un ruido, similar a las ramas quebrándose, y el primero en adoptar una posición de ataque fue Sasuke. En cambio, Naruto se despertó desorientado, pero en un breve momento, dejó que el instinto de supervivencia se apoderara de él y se ubicó al lado de su compañero. Más de seis hombres rodearon al dúo con el objetivo de acabar con sus vidas, sin imaginar que las miradas cómplices entre los jóvenes transmitían una silenciosa advertencia. Ni siquiera tuvieron que esforzarse para dejar sobre el suelo a los delincuentes, quienes se quejaban del dolor por las múltiples lesiones.

—¿Es en serio? ¿Tanta preocupación por unos tontos que no saben ni pelear? —se quejó Naruto, pateando molesto a uno de los desertores—. Hasta un civil haría esto.

—Eres el menos indicado para criticar; estuviste a punto de repetir la academia —expresó el moreno, sonriendo de forma burlona a Uzumaki—. Si tanto quieres que te pateen el trasero, solo pídemelo.

—¡¿Quieres que te dé una paliza, Teme?! —gritó el rubio, con el rostro rojo de ira.

—Acepto el reto, Dobe —respondió el moreno con su característica arrogancia, haciendo enfurecer a Naruto—. Después, no llores por perder.

Cada persona que conocía a los eternos rivales no se sorprendía de las discusiones en medio de la calle, porque era su particular manera de demostrar admiración el uno por el otro y nunca desaprovecharían una oportunidad para medir su fuerza.

Nota de la autora:

Esta fue la continuación del Día 11: Genin / Días de la academia

Gracias por leer. 

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