Día 5: Divergencia canónica o Co-Hokage

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Con treinta y dos años, Naruto debía aceptar que ser el Séptimo Hokage no era tarea sencilla. Había perdido la noción del tiempo al vivir sumergido en un mar de papeles, y casi aseguraba que no sentía su trasero por las interminables horas firmando documentos. Su piel lucía pálida y detestaba admitir que su estúpido corte de cabello lo hacía ver mucho mayor. Odiaba todo y pensaba que, en algún momento, podría salir a recorrer el mundo ninja para establecer relaciones con otras aldeas. Sin embargo, los asuntos diplomáticos se trataban por escrito, y las reuniones solo se llevaban a cabo ante situaciones de emergencia.

A veces, Naruto envidiaba a su esposo, porque Sasuke tenía total libertad para viajar a países cuyos nombres él mismo desconocía. También podía explorar dimensiones gracias a su técnica ocular, el Rinnegan. Por otra parte, entendía que uno de los dos debía cumplir con el rol de Co-Hokage por el bien de Konoha. Trabajaban como equipo, aunque había sacrificios que los separaban. Casi no pasaban tiempo juntos, ya que Uchiha necesitaba estar meses fuera de casa con el fin de recopilar información de interés sobre nuevas habilidades, y lo principal, eliminar cualquier peligro que interfiriera con la paz del mundo ninja.

En los momentos en que Uzumaki se detenía de sus labores, observaba la vista panorámica de Konoha, tratando de convencer a su subconsciente de que todo estaba bien, a pesar de que su felicidad se veía empañada por el deterioro físico y emocional. Naruto ni siquiera se percató de la presencia de su compañero detrás de él. Sasuke jamás avisaba y era como una sombra; los miembros de ANBU no podían detectar cuándo el último Uchiha ingresaba a la aldea hasta que escuchaban la chillona voz del Hokage iniciando una discusión con su pareja. Nadie se sorprendía de la extraña forma que el matrimonio demostraba su amor.

—Cada vez que vuelvo a Konoha, parece que envejeciste unos diez años —susurró Uchiha cerca del oído del Séptimo, haciéndolo brincar de su asiento—. No quiero saber cómo tienes la conciencia.

—¡¿Así tratas a tu esposo, infeliz?! —gritó Naruto, tapándose la oreja debido a la sensibilidad—. ¿Por qué nunca respondes a las cartas que te envío? Si no fuera por las necesidades físicas, ni te asomarías por la aldea.

—Ya que lo mencionas, no estaría mal recordar las visitas conyugales que me hacías cuando estaba en prisión —musitó Sasuke, siendo directo y casi provocándole un infarto al rubio—. Después de tantos años juntos, ¿te pones tímido?

—¡Estoy a un solo paso de arrancarte el otro brazo, Uchiha Sasuke! —siseó el Hokage a modo de advertencia, levantándose del asiento para agarrar con brusquedad la capa de su esposo—. Pero como te he extrañado, voy a ignorar lo que dijiste.

Ambos se rieron, disipando la tensión en la oficina. Se acercaron hasta fundirse en un fuerte abrazo. Luego, Sasuke ocultó su rostro en el cuello de Naruto, dejándose llevar por ese aroma que tanto le gustaba. Nunca se lo decía, pero siempre que regresaba a su hogar, se embriagaba con la suave fragancia de su pareja. Lo extrañó mucho tras seis meses de agotadoras misiones. Durante ese tiempo, recorrió zonas inexploradas, siguiendo la pista de que dos hombres con las características del extinto Clan Ōtsutsuki habían sido vistos. Por desgracia, Uchiha comprobó que los rumores eran ciertos; de hecho, tuvo suerte de escapar ileso del enfrentamiento.

—Escucha, tenemos que hablar de algo importante, por eso vine antes de lo esperado —dijo Uchiha, separándose del cuerpo de su compañero—. Los reportes que nos dio el Kazekage sobre un posible avistamiento de miembros del Clan Ōtsutsuki son reales, Naruto.

—¡Imposible, acabamos con todos esos alienígenas! —comentó sorprendido el Séptimo, mientras tomaba asiento por la inesperada noticia—. ¿Otra vez van a intentar lo del Dios Árbol para obtener el fruto de chakra?

—Buscan poder, pero lo bueno de todo esto es que ya tenemos experiencia enfrentándolos en el pasado —señaló Uchiha, dejando su informe en el escritorio de Naruto—. Hay que actuar de inmediato para evacuar a los civiles y derrotarlos, como en los viejos tiempos.

—Voy a solicitar una reunión de emergencia con el resto de los Kages —indicó Uzumaki, comenzando a redactar la invitación formal con los detalles—. Gracias por quedarte, Sasuke. Antes de que llegaras, me lamentaba por lo infeliz que me sentía con todo el papeleo pendiente. Pensar que el mundo una vez más se enfrentará a un peligro inminente me hizo parecer un tipo egoísta.

Sasuke guardó silencio, escuchando con atención las palabras del Hokage. Apretó su mano, brindándole el apoyo que necesitaba con ese gesto. Naruto era consciente de que su esposo siempre estaría a su lado y que, a pesar de las circunstancias que los separaban, como la distancia al ser líderes de la aldea, su matrimonio se mantenía sólido.

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