Día 17: No mueras antes que yo o Pillowtalk

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Al pertenecer a clanes de renombre, su destino quedó sellado por un matrimonio arreglado. Desde el principio, ninguno estuvo de acuerdo en ser unidos por un simple protocolo generacional. Consideraban absurdo que, en plena época contemporánea, se les prohibiera elegir a sus propias parejas. Les costaba entender por qué sus familias preferían el estatus antes que la felicidad de sus hijos. Lucharon por defender su postura, pero fue en vano. La última palabra la tenían sus padres, y jamás cambiarían de parecer. Tras meses de continuas peleas, terminaron cediendo por el desgaste emocional. El Omega llamado Uzumaki Naruto se casó con el Alfa Uchiha Sasuke en una ceremonia ostentosa, donde la mayoría reía mientras ellos eran consumidos por la tristeza.

La convivencia fue difícil para ambos, obligados a comportarse como una pareja ideal con el fin de mantener las apariencias en las reuniones de la alta sociedad. Sin embargo, sus pensamientos estaban atrapados en digerir la situación: no tenían derecho a decidir por sí mismos y terminaron siendo monedas de cambio, lo cual era doloroso de aceptar. Se esperaba que Sasuke cumpliera su rol de Alfa y que, en el celo de Naruto, concibieran al próximo heredero. Por supuesto, no iba a acatar la orden; había soportado demasiado y, aunque su matrimonio se tratara de una farsa, no lastimaría al rubio de una manera tan cruel.

Para sanar, los dos decidieron separarse del control que ejercían sus clanes; incluso llegaron a amenazarlos con desheredarlos cuando visitaban una casa que ni siquiera les pertenecía, ya que también había sido elegida por sus padres. Los jóvenes tuvieron una larga conversación, compartiendo el dolor que irónicamente los unía; eran conscientes de que necesitaban desligarse por completo de la relación tóxica que mantenían con su círculo familiar, y no dudaron en marcharse a otro país. Con el tiempo, se fueron conociendo, y sus sentimientos empezaron a florecer. Naruto descubrió que Sasuke no se comportaba como el típico Alfa; lo respetaba en todo momento y, además, se dedicó a cortejarlo durante meses.

—Las llamadas no paran, otra vez están insistiendo —dijo Naruto, apoyando su cabeza en el pecho de su esposo—. ¿Crees que algún día nos dejarán en paz?

—Nunca se van a detener. Les molesta el hecho de que seguimos con nuestras vidas sin contar con el apoyo de ellos —aseguró Sasuke, mientras acariciaba los cortos cabellos de Naruto—. Aunque hagan lo impensable, no dejaremos de lado el progreso que hicimos al renunciar a los privilegios de una familia corrompida. Quizás no tenemos los lujos, pero somos felices en nuestro propio hogar.

—Si tenemos hijos más adelante, no quiero que pasen por lo mismo —confesó el Omega, ocultando su rostro en el cuello del Alfa—. A veces me aterra que intenten algo peor.

—No se van a arriesgar a cometer una estupidez; por más que lo deseen, un escándalo terminaría con su reputación —expresó Uchiha, tomando la manta para cubrirse junto a su compañero—. Y yo jamás voy a permitir que nos separen, Naruto.

—Lo único que agradezco de su insistencia para que nos casáramos es que, al final, logramos conectar —el Omega esbozó una sonrisa, disfrutando de la cercanía de su Alfa—. Estamos juntos porque nos dimos la oportunidad, y eso me alegra; se siente como ganar una batalla que, en un inicio, habíamos dado por perdida.

El matrimonio Uchiha disfrutaba de compartir aquellos momentos en el refugio de su habitación, conversando sobre sus actividades o cómo se sentían. Era como una burbuja íntima entre almohadas y sábanas, donde sus aromas se mezclaban. Al recordar su pasado, podían felicitarse por encontrar una luz que les garantizaba que todo el esfuerzo había valido la pena.

Sol y LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora