Día 15: Cocinar juntos o ruborizarse

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Por supuesto que se trataba de una pesadilla. No podía permitirse pasar una vergüenza en su último año de preparatoria, y mucho menos que su enemigo estuviera involucrado. Naruto sentía ganas de llorar e insultar al mismo tiempo a su malvado profesor de Salud, Hatake Kakashi, quien, detrás de la máscara que cubría la mitad de su rostro, parecía ocultar una sonrisa maliciosa. Cómo se atrevía a emparejarlo con el tipo más arrogante del país, Uchiha Sasuke, para cuidar un muñeco electrónico que simulaba ser un bebé. Las risas burlonas de sus compañeros, repitiendo una y otra vez que sería una maravillosa madre, ya lo estaban sacando de quicio. Se negaba a aceptarlo; tenía que trabajar con un hombre, cuando el proyecto de planificación familiar solía hacerse con una mujer.

Naruto intentó reclamar con todos los argumentos que tenía, pero al ver la negativa del maestro, solo acrecentó su descontento. Sasuke ni siquiera intervino; de hecho, se levantó de su asiento y recogió el supuesto bebé dentro de una enorme caja junto con las baterías que se necesitaban para hacerlo funcionar. Luego, miró a sus compañeros con su habitual seriedad y, en cuestión de segundos, el silencio se apoderó del aula. Uchiha no iba a permitir comentarios malintencionados sobre un trabajo que se debía realizar, incluso si no le gustaba que su compañero fuera el chico escandaloso que siempre le buscaba pelea.

En cuanto los alumnos se calmaron, Kakashi empezó a explicar en qué consistía la asignación. Tenían que cuidar el muñeco durante una semana con la finalidad de cubrir cada una de sus necesidades y, al final, los equipos realizarían un informe con los desafíos que conllevó la crianza de su hijo ficticio. Además, Hatake aclaró que no podían hacer trampas, ya que los muñecos contaban con sensores que registraban si habían sido atendidos como correspondía. Mientras tanto, Naruto continuaba enojado; no quería saber nada del feo juguete que Sasuke dejó en su pupitre y solo esperaba salir rápido de la clase para abordar a su profesor.

—Si ya conoces a Kakashi, no vale la pena que insistas con lo mismo —comentó Sasuke, entornando los ojos al ver que el rubio iba tras el maestro—. No va a cambiarnos porque le divierte. Así que tienes dos opciones: tranquilizarte y cumplir con tu parte o seguir lloriqueando como un fracasado.

—¡¿Te pedí acaso tu opinión?! —preguntó iracundo el joven de ojos azules—. ¡Somos el único grupo de hombres, y todavía ignoras que nos está humillando!

—Esto lo veo como una estúpida actividad que hacen en las escuelas sobre educación sexual —dijo Uchiha, cansado de las quejas de su compañero—. Te lo tomas tan personal que por eso los payasos del salón no dejan de molestarte.

—De todos, me tenía que tocar el que me cae como una patada en el hígado —expresó Naruto, con la intención de provocar a su rival—. Prefiero ser padre soltero.

—En lo único que estoy de acuerdo con los demás es que serás la abnegada mamá que quiere asumir las responsabilidades sin el apoyo del padre —añadió Uchiha, siendo sarcástico.

—¡¿Por qué yo?! ¡¿Me ves cara de mujer, idiota?! —gritó Uzumaki, con el rostro ardiendo de la vergüenza.

Sasuke no respondió, pero su sonrisa cínica lo decía todo. Naruto intentaba cubrir el rubor de sus mejillas, poniendo la palma de su mano en la cara, sin esperar que su corazón lo traicionara al latir tan rápido por una acción que no debía causarle nada.

En definitiva, iba a ser una semana complicada si Naruto se dejaba embaucar por su enemigo, ya que era la primera vez que hablaba de cierta manera con Sasuke. Por eso se cuestionaba si Kakashi había planeado lo del proyecto para que resolvieran sus diferencias; solo con el pasar de los días descubriría la respuesta.

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