Día 9: WLW sáfica / Fem SasuNaru

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Las familias Uchiha y Uzumaki habían mantenido una amistad desde hacía mucho tiempo, pero el vínculo se fortaleció entre las matriarcas, ya que crecieron juntas y se trataban como hermanas. Mikoto fue la primera en quedar embarazada, y unos meses después la acompañó Kushina. De cierta manera, ambas se divertían compitiendo, aunque sus esposos nunca entendieron por qué les gustaba jugar de ese modo. Incluso a nadie en el pueblo le sorprendió que anunciaran la dulce espera en un gran festín; siempre decían que, con el nacimiento de sus hijos, se llevaría a cabo el ansiado parentesco que alguna vez imaginaron.

En una mañana cálida de julio, nació una niña de abundante cabello negro a la que llamaron Uchiha Sasuko, y a inicios de octubre, en plena temporada de otoño, el bebé que Kushina aseguraba que era un varón terminó siendo una nena de grandes ojos azules que nombraron Uzumaki Naruko. Las expresiones de los esposos en la sala del hospital decían todo; no se esperaban tal noticia. Sin embargo, las amigas lo tomaron con madurez; no se sentían desilusionadas por los cambios de planes, sino que veían la situación como una anécdota más que contar. De hecho, mientras hablaban, se comprometieron a guiar a sus hijas para que fueran igual de unidas que ellas.

A pesar de los esfuerzos, las niñas no se llevaban bien. A Sasuko le molestaba sobremanera lo escandalosa que era la rubia y, por otra parte, Naruko odiaba la actitud arrogante de Uchiha. Si ambas compartían el mismo espacio, solo bastaban unos segundos para que los gritos y los tirones de cabello dieran inicio, pero lo más curioso de todo sucedía cuando alguien externo a su círculo se metía con la primogénita del Clan Uzumaki; el interruptor de la morena se encendía buscando defender a su eterna rival. Por eso, tanto Kushina como Mikoto decidieron no forzar la amistad de sus hijas.

—¿Por qué estás llorando, Dobe? —preguntó Sasuko, tomando asiento al lado de la niña con coletas.

—Me caí y me lastimé la rodilla —dijo Naruko con voz entrecortada debido al llanto—. ¡Me duele mucho!

—Nunca tienes cuidado, solo te la pasas corriendo y saltando sin preocuparte por nada —regañó Uchiha, agachándose para revisar la lesión—. Iré por unas vendas, quédate aquí.

Naruko sorbió la nariz y limpió sus lágrimas con el dorso de la mano. Ni siquiera podía responder a los sermones de su amiga debido al dolor que sentía. Su madre le pidió que llevara la invitación a la familia Uchiha para su próxima fiesta de cumpleaños, pero terminó enredándose con los cordones de sus zapatos mientras se dirigía a la terraza, donde siempre encontraba a la niña de ojos negros, sumergida en alguno de los libros complejos que solía leer en sus ratos libres. Uzumaki escuchó los pasos de Sasuko y giró la cabeza hacia su dirección, observando que traía un pequeño botiquín.

—¿Qué vas a hacer? —inquirió Uzumaki, con la mirada fija en la botella de alcohol isopropílico que sostenía Uchiha—. ¡No quiero, Teme!

—¡No seas cobarde, Naruko! Si no desinfecto, se pondrá peor —expresó molesta la pequeña azabache—. Además, no es necesario que vengas todos los días a mi casa. Por eso sucedió este accidente.

—¡Vine a entregar la invitación de mi fiesta! —rebatió Naruko, cerrando los puños por el dolor del líquido que Sasuko aplicaba sobre su rodilla—. ¡Solo me interesa que tú me acompañes, aunque seas una grosera!

—Ya lo sabía, llamó tu madre avisando que venías en camino —explicó Uchiha, limpiando la zona para colocar después la venda sobre la herida—. Con respecto a lo otro, no pensaba perdérmelo.

Naruko notó la ligera sonrisa de su amiga y se impresionó de ver una expresión diferente a la seria que mantenía Sasuko. Después de todo, descubrió que Uchiha sí se preocupaba por ella a su manera.

Sol y LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora