Día 19: Yin y Yang o propuesta

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A pesar de que se conocieron en circunstancias inusuales, Sasuke se sentía aliviado de tener a Naruto a su lado. Congeniaron bastante bien durante aquel caótico día en el que una horda de monstruos estuvo a punto de atraparlos. Se resguardaron en el piso de Uchiha, donde permanecieron escondidos hasta cerca de la medianoche. Según Uzumaki, los zombis no eran capaces de ver en la oscuridad, y mientras no hicieran ruido, sus vidas no corrían peligro. El dúo guardó lo indispensable en sus mochilas: alimentos enlatados y las pocas botellas de agua que aún quedaban en el apartamento. Cuando el silencio reinó en los pasillos, salieron con cuidado, sorteando los cuerpos, y se dirigieron hacia las escaleras de emergencia.

Naruto le entregó a Sasuke algunas de las armas que portaba y le dio una explicación rápida sobre cómo usarlas. Si los muertos vivientes los atacaban, debía apuntar directo a sus cabezas: era la única forma de acabar con ellos. Dispararles en cualquier otra parte sería una pérdida de municiones, ya que seguirían desplazándose sin problemas. El joven de cabello negro escuchó atentamente las indicaciones y siguió al rubio, quien le hacía señas para que no pisara en falso. Les tomó bastante tiempo descender del séptimo piso y llegar a la recepción, ya que los zombis bloqueaban casi todos los accesos.

—Antes de que se perdiera la señal en un radio a baterías que encontré, dijeron que los supervivientes debían trasladarse al norte, a las zonas más altas —susurró Naruto mientras caminaba con Uchiha por la acera—. ¿No quieres venir conmigo?

—Me acabas de robar las palabras de la boca, te lo iba a proponer. No tengo a nadie en este lugar, así que podemos ir juntos —respondió Sasuke, esbozando una sonrisa ladina—. Por cierto, ¿cómo sabes tanto de zombis?

—Prueba y error. A lo largo de los días, estuve pegado a la mirilla de la puerta y me di cuenta de que solo reaccionaban de forma agresiva ante los gritos o al sentir el olor de sangre fresca —relató Naruto, observando la ciudad destruida—. Después, me arriesgué a salir e intenté bajar por los balcones. Era peligroso, pero no me gustaba nada la idea de usar las escaleras cuando la mayoría de los vecinos se convirtieron en esas criaturas.

—Eres muy valiente, Naruto —dijo Uchiha, mientras se detenían en una saqueada tienda departamental—. Revisemos a ver qué encontramos.

La pareja se separó para explorar el sitio, guardando en sus bolsas los artículos que parecían en buen estado. Naruto se dirigió hacia la sección de caza, esperando encontrar algunos accesorios como revólveres de bajo calibre y, con un poco de suerte, también escopetas. Sin embargo, al revisar, se sintió decepcionado: no había nada más que cristales rotos y estantes vacíos. Maldijo en voz baja y regresó con Sasuke, inspeccionando las otras áreas que tenían solo destrozos por doquier. Uchiha lo animó entregándole un caramelo de fresa, un gesto que le causó gracia al chico porque no se lo esperaba.

—Sería genial si consiguiéramos una moto para movernos; un auto nos limitaría con todo el desastre que hay —sugirió Uzumaki al salir del local—. Vi una en los estacionamientos del complejo; quizás podamos encontrar la forma de encenderla.

—No tenemos que buscar nada, es mía —Sasuke sacó del bolsillo las llaves, y por la emoción, Naruto se le tiró encima, abrazándolo—. Creo que debí comentarlo desde el inicio.

No perdieron más tiempo y fueron por la moto. Naruto tomó las pertenencias que llevaba Sasuke para que manejara sin inconvenientes, y se sentó detrás, recostándose contra él. Ambos eran conscientes de que sus vidas habían cambiado con todo lo ocurrido, pero se sentían seguros estando juntos.

Notas de la autora:

Esta fue la continuación del Día 18: En otro universo

Gracias por leer.

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