FUEGO

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Londres, 5 de Noviembre de 2000.

Mikel y Lucia aterrizaron en Gatway a primera hora de la mañana. Ninguno de los dos había facturado el equipaje, por lo que fueron directos al tren que les llevaría al centro. Cloe les había dicho que finalizaba las clases sobre la una, así que decidieron dar una vuelta por el centro para hacer tiempo. Lucía era una persona tremendamente organizaba por lo que ya tenía una larga lista de cosas que quería hacer el fin de semana, Mikel, por el contrario, solo pretendía disfrutar del ambiente y dejarse llevar por la magia de la ciudad.

—¡Qué ganas tenía de estar aquí! —exclamó Lucía, dándole una vuelta a la bufanda mientras miraba a su alrededor, admirando los edificios históricos y las tiendas.

—He perdido la cuenta de las veces que lo has dicho —respondió Mikel, riendo.

A Mikel siempre le había fascinado Londres, pero ahora que Cloe estaba viviendo allí de forma temporal, le parecía una ciudad aún más especial.

—Me sigue pareciendo surrealista que Cloe viva ahora aquí —dijo Lucía mientras caminaban por los alrededores de Trafalgar Square, admirando las enormes fuentes y las estatuas que se alzaban imponentes ante ellos.

—A mí también —respondió Mikel —Pero, ¿Sabes? Creo que Londres le está sentando fenomenal. Esta ciudad tiene una energía un poco caótica, pero llena de vida. Exactamente igual que ella. Además gracias a Alex se ha olvidado del gilipollas de Oliver.

—Totalmente, eso de Alex ha sido un plus. Me muero de ganas de que nos lo presente. ¿Te imaginas la cara que va a poner cuando nos vea?

—Seguro que llora de emoción, es una llorona —dijo Mikel, recordando como Cloe había llorado viendo Pretty Woman.

Ambos rieron, imaginando el momento del reencuentro. Después de una parada técnica en un café, donde Mikel se empeñó en probar el típico "English breakfast", siguieron caminando por las calles adoquinadas, sumergiéndose en el ambiente londinense. Tras casi ser atropellados en un paso de cebra por un autobús por mirar hacia el lado equivocado, decidieron pasar a algo digamos, más peatonal e hicieron una parada en Covent Garden, donde los artistas callejeros ya comenzaban a montar sus puestos, para después adentrarse en el Soho, donde las pequeñas tiendas de discos y boutiques les hacían pararse cada dos por tres.

A la una en punto, Cloe les envió un mensaje. Alex y ella habían salido ya del campus y estaban de camino para encontrarse con ellos en Leicester Square.

—¡Ahí está! —gritó Lucía al rato, cuando divisó a Cloe a lo lejos acompañada de un chico guapísimo. Alex y Cloe caminaban de la mano, riendo y conversando, sin saber que sus amigos ya los habían visto.

Mikel no pudo contener su entusiasmo y corrió hacia Cloe, gritando su nombre como si fuera una estrella de rock en mitad de un concierto.

—¡Cloeeeeeeee! —gritó, atrayendo la atención de varios transeúntes.

Cloe, sorprendida, miró a su alrededor y cuando divisó a Mikel corriendo hacia ella, dejó escapar la mano de Alex y abrió los brazos, soltando una carcajada.

—¡Mikel! ¡Lucía! —gritó, emocionada.

Los dos amigos se abrazaron con fuerza, riendo y hablando al mismo tiempo, mientras Alex y Lucía se acercaban cada uno por extremos opuestos. Lucía también se avalanzó sobre Cloe, al mismo tiempo que Mikel la soltaba.

—¡Por fin en Londres, tía! ¡Esto es increíble! —dijo Mikel, mirando a su alrededor—. No me puedo creer que vivas aquí.

—¡Ya, ni yo! A veces aún me siento como una turista más —respondió Cloe, con una sonrisa radiante —Pero es increíble teneros aquí. No sabéis cuanto os he echado de menos.

DESTINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora