Londres 6 de Noviembre de 2000.
Cloe estaba recostada sobre el pecho de Alex, dibujando con sus dedos pequeños círculos en su piel, mientras él acariciaba su espalda con ternura. La calma que sentían ahora contrastaba con la agitación de la noche pasada. El calor de sus cuerpos les reconfortaba. El sol se colaba por la ventana. Anoche, cuando llegaron, se olvidaron de correr las cortinas, así que se despertaron casi al amanecer. Que en Inglaterra no hubiera persianas era algo que detestaban, pero que, lamentablemente no tenía arreglo.
—Bueno... —murmuró Cloe con una pequeña sonrisa, rompiendo el silencio mientras miraba hacia el techo—. No sé qué pensarán Mikel y Lucía de nuestra hospitalidad... Pero al final, han acabado durmiendo en otras casas.
Alex soltó una carcajada por la ocurrencia de Cloe. Pero era verdad, pensaban pasar un fin de semana apretados en casa, y, nada más lejos de la realidad.
—Joder, ha sido una noche bastante movida. —La voz de Alex tenía un tono divertido—. Mikel liándose con Andrew... Aunque la verdad, no me sorprende. El chico estaba más que encantado con él. No creo que vuelva a aparecer hasta mañana a mediodía.
Cloe se rió, imaginándose a Mikel con su típica pose de ligar, disfrutando de la compañía de su nueva conquista.
—Eso es tan... Mikel... —dijo, recordando cómo su mejor amigo siempre encontraba la manera de pasarlo bien, sin importar las circunstancias—. Siempre tiene la habilidad de convertir cualquier situación en una aventura. Seguro que ahora mismo está en alguna fiesta privada con Andrew, y ni se acuerda de que venía a dormir aquí.
Cloe miró su móvil por si tenía algún mensaje, pero no, todo parecía estar en orden.
—Mikel es muy divertido, aunque ayer me hizo un tercer grado sobre mis intenciones contigo —dijo Alex, sonriendo.
—¿Si? —preguntó Cloe con curiosidad —Bueno, se preocupa por mi, siempre me ha apoyado y ayudado, sobretodo con lo de Oliver.
—Lo sé —dijo Alex —Se nota que te adora, aunque no me sorprende, es difícil no quererte.
Cloe sonrió, escondiendo su rostro tras el edredón. No estaba acostumbrada a que la halagaran constantemente y eso la intimidaba.
—El que me tiene más intrigado es Gonzalo —dijo Alex, cambiando de tema —. Se fue a todo correr con Lucía, Y... teniendo en cuenta las dudas que tenía sobre Marta, me pregunto si estará arrepentido o más bien encantado de la vida.
Cloe se apoyó sobre un codo, mirándolo con una sonrisa.
—¿De verdad crees que está arrepentido? —preguntó, alzando una ceja—. Porque yo diría que Gonzalo y Lucía deben haber terminado la noche... bastante bien, ya me entiendes. Creo que esa atracción era más fuerte que cualquier sentimiento de culpa.
Alex se rió en voz baja, asintiendo mientras su mano jugaba con el cabello de Cloe.
—Tienes razón —dijo Alex—. La química que había entre ellos era como una bomba a punto de explotar, desde el momento en que se conocieron. A ver cómo se resuelve todo con Marta, pero por ahora... Me imagino que deben estar en una pompa.
Cloe suspiró. A pesar de la tensión que había vivido con Marta anoche, no podía negar que la situación de Gonzalo y Lucía tenía un lado romántico, aunque también caótico. Había algo inevitable en todo aquello, como si dos piezas de un puzzle encajaran sin importar las consecuencias. Tenía que hablar con Marta, debía hacerle entender que ella no tenía la culpa de lo que había pasado con Lucía, aunque ésta fuera su mejor amiga.
—¿Y nosotros? —preguntó de repente Cloe —. Nosotros si que terminamos bien la noche, ¿eh?
Alex la miró, sonriendo de esa manera tan especial, tan suya, como el primer día que se conocieron.
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DESTINOS CRUZADOS
RomanceAlex y Cloe, dos estudiantes de medicina, llegan a Londres para cursar un año de Erasmus, cada uno con sus propios sueños y expectativas. Ambos se conocen en una clase teórica de Cirugía. Desde el primer momento, sienten una conexión especial que va...