EL PRINCIPIO DE ALGO

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Santander-Londres, inicio de Octubre de 2000.

Alex se despertó el domingo por la mañana en casa de su madre. Tras la fiesta de cumpleaños del abuelo había decidido irse a dormir allí para poder pasar parte del fin de semana con ella antes de regresar a Londres. Su hermana Susana vivía con su madre al igual que él hasta hace 3 semanas, aunque pasaban mucho tiempo con su padre y Natalia también. Nunca había habido convenios ni regímenes de visitas, siempre habían estado de acuerdo en vivir con su madre pero pasaban mucho tiempo con su padre, siempre que les apetecía.

Alex se duchó y fue a la cocina para desayunar. Su madre estaba preparando el desayuno, era una mujer muy atractiva, alta, rubia, con figura muy esbelta, a consecuencia de todo el ejercicio que realizaba. Siempre había aparentado muchos años menos, era su mayor orgullo. Tras el divorcio había tenido alguna que otra pareja, pero en la actualidad estaba sola y con muy pocas ganas de compromisos. Tenía la cafetera lista y olía a pan recién tostado.

—Buenos días mamá—dijo Alex— ¡Que bien hay café!

—Hola Alex—saludó su madre—Si, también hay tostadas. Ayer llegasteis muy tarde ¿No? No os oí llegar.

—Si, era de madrugada. Ya sabes había mucha gente y la cosa se alargó. Luego nos fuimos con los primos a tomar algo.

—¿Salió todo bien?—preguntó su madre, que sentía un aprecio muy especial por el abuelo Gonzalo. Siempre fue su nuera favorita.

Alex le hizo un resumen de los festejos y también le contó la escena que Diana le había montado.

—¿Pero apareció sin que fuera invitada? —preguntó su madre extrañada.

—Si, así fue. La verdad es que fue una situación muy incómoda. Todo le mundo nos miraba y en cierta forma estropeó la fiesta. Al menos a mí.

—Sabes que nunca me gustó esa chica para ti. Así que la verdad es que me alegro de que hayas roto con ella. No sé tu padre que pensará, pero conociéndolo, seguro que no le hizo ninguna gracia que ella montara una escena en medio del cumpleaños de Gonzalo.

En ese momento Susana entró en la cocina con el pelo revuelto y una camiseta a modo de pijama que le quedaba enorme.

—¡Eh!—exclamó Alex—Esa camiseta es mía.

—No seas plasta Alex. Esta camiseta me encanta y he de decir en mi favor, que no te la llevaste a Londres, así que no creo que la hayas echado mucho de menos. ¿Ya le has contado a mamá la escenita que te montó Diana?

—Si, pesada, ya se lo he contado. Bueno... ¿Qué plan tenemos hoy? —preguntó Alex —Mi avión sale a las 9 de la noche. ¿Queréis ir a algún sitio?

—¿Os apetece comer en Santoña? Nos pilla de camino a Bilbao y así nos damos un paseo por el puerto. Parece que hace buen día.

—Por mí bien, pero ayer el abuelo dijo que hoy cambiaba el tiempo y ya sabes que es como una estación meteorológica, siempre acierta.

—Joder pues está el cielo azul brillante—dijo Susana—No tiene ninguna pinta de que vaya a llover.

Cloe abrió los ojos sobre las 11. Había quedado a las 12 con la pandilla en Notting Hill para tomar el brunch. Se desperezó y fue al baño. Al volver cogió el móvil y vio el mensaje de Alex: "Me faltas mucho"...y ya. Nada más, tres simples palabras que le habían hecho temblar sus estructuras. ¿Qué se responde a eso? "¿Tu también?" Pues no. Necesitaba un extra de originalidad. Y Cloe nunca se había caracterizado por ser ocurrente, o al menos eso creía ella. Jenny se había ido el fin de semana a Canterbury para visitar a sus padres en la residencia familiar.

DESTINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora