Más temprano de lo que habría deseado en un inicio, el joven Bow retornó a su casa visiblemente abatido, mostrando una expresión apática que no se iluminó en lo que quedó de día. No sabía descifrar aquél sentimiento. Ese dolor en el pecho, el porqué su cuerpo se sentía tan pesado e incómodo ni cómo fue que sus energías lo habían abandonado, dejándolo exhausto de vivir. En silencio navegó, perdido en una tormenta de confusión y relámpagos de arrepentimiento en medio de un violento mar de memorias mezcladas. Reiteradas veces se llevó los dedos a su boca, recordando la suavidad de los labios de Adora sobre los suyos y sobre su piel. Un escalofrío desagradable le recorría la columna al pensar en esto último. Lo hacía tensarse por vergüenza hacia su propia carne. Qué idiota se sentía, qué débil, egoísta e indigno. Pero ¿y Adora?... Ésa era la cuestión que se forzaba a esquivar, a espantarla como a un molesto y asqueroso insecto zumbando en su oído, tratando de meterse en él e infectar su cerebro para luego enfermarlo y engangrenar sus entrañas.
En el momento que la noche cerró sobre el campo fue cuando pensó en el cuadro. El retrato de Adora Grayskull, el cual le había regalado como una muestra de su gratitud y mucho más, como una muestra de su entrega a aquella chica que le había dado el alma… ¿o es que él le había pintado la suya? Sabía que Adora fue quien le había dado la vida, pero al sonar el suelo con sus tacones en el solitario y oscurecido estudio, realmente se cuestionó si él fue quien le había dado la vida a ella. Si ella era su obra o él la suya. Si era cierta la divina dominancia que Adora Grayskull ejercía sobre él, quien con gusto aceptaría ser su esclavo eterno… si Adora reconociera que por él gobernaba; pues era claro que su belleza estaba destinada a morir hasta el día en que se cruzó repentinamente con ella, sin dudar un segundo que sería su obra más maravillosa, su obra maestra, la obra de la que se enamoró. Y ahora, sentado y sumido en la incertidumbre, no sabía a ciencia cierta dónde estaba ni quién era de verdad para él y para Adora. Si acaso ella sabía que vivía porque era su obra y fueron sus pinceladas quien le habían inventado un alma. Bow se descubrió erguido cuando salió momentáneamente del trance de sus pensamientos. Una llama de renacimiento se había encendido en su interior, expandiéndose y logrando aliviar su dolor. Pegó el mentón a su pecho y apreció sus manos: las responsables de que viva aquél cuadro, cuyo genio era lo que conmovía a Adora en lugar de su propio brillo porque fue su talento lo que superó su belleza y haciendo ese retrato la había inmortalizado.
Bow se paró delante de la ventana por donde divisó el calmado océano oscuro en el que descansaba un espectro el cual, rodeado de miles de almas más chiquitas, le regalaba su sereno resplandor. Ahí fue cuando entendió cuánto de sí había dejado en esa obra que él había parido, la obra de su vida; su ideal, su belleza. El cuadro que era él.
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El Retrato de Adora Grayskull (ADAPTACIÓN)
FanficTras verse golpeada por la realidad de que su inigualable belleza se marchitará algún día, Adora Grayskull jura que daría todo con tal de conservarla... Incluso el alma. Basado en el apasionante trabajo de Oscar Wilde, El Retrato de Dorian Gray.