[8] Misión Encubierto

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Me desperté antes que los demás agentes, sintiendo una energía renovada después de la noche anterior. Me puse mis zapatillas y mi ropa de correr, y salí a la ciudad para disfrutar del amanecer.

Mientras corría, escuchaba música que me hacía sentir viva y libre. La ciudad estaba en silencio, excepto por el sonido de mis pasos y la música en mis auriculares.

Después de una hora de correr, regresé al cuartel, sudada y con la piel radiante. Me di una ducha refrescante y me cambié de ropa.

Al recorrer el cuartel, me encontré con Junior sentado en el sofá, con una expresión de dolor en su rostro.

— Buenos días — dije, sonriendo.

Junior me miró con ojos entrecerrados.

— ¿Qué es tan bueno en este día? — preguntó, con una voz ronca.

Me reí.

— Tú no pareces muy bien — dije.

Junior se masajeó las sienes.

— Resaca — dijo. — No recuerdo la última vez que me emborraché así.

Me senté a su lado.

— Fue divertido, ¿verdad? — dije, recordando la fiesta.

Junior me miró con una mezcla de dolor y nostalgia.

— Sí — dijo. — Fue increíble. Pero no creo que pueda hacerlo de nuevo.

Me reí.

— No te preocupes — dije. — Estoy aquí para cuidarte.

Junior sonrió débilmente.

— Gracias, Daphne — dijo. — Eres una verdadera amiga.

Me sentí conmovida por su gratitud. Tal vez, después de anoche, nuestra relación había cambiado. Tal vez habíamos encontrado un nivel de confianza y conexión que iba más allá de la amistad.

Pero por ahora, me conformaba con ayudarlo a recuperarse de su resaca. Le traí un vaso de agua y unas pastillas para el dolor de cabeza.

— Bebe esto — dije. — Y descansa un rato.

Junior asintió y se recostó en el sofá, cerrando los ojos.

Me senté a su lado, observándolo mientras dormía. Tal vez, después de anoche, nuestra aventura apenas comenzaba.

Ese día, más tarde, Junior y yo fuimos llamados a la oficina de Don Nadie. Me sentí un poco nerviosa, ya que no sabía qué esperar. Junior aún se estaba recuperando de su resaca, pero parecía más centrado ahora.

Al entrar en la oficina, Don Nadie nos recibió con una expresión seria.

— Buenos días, agentes — dijo. — Tengo una misión para ustedes.

Me senté al lado de Junior, preparada para escuchar.

— Hay un traficante de armas que ha estado operando en la ciudad — explicó Don Nadie. — Se llama Victor LaGraine. Es peligroso y ha estado evitando a las autoridades durante meses.

Junior y yo intercambiamos una mirada. Sabíamos que esto sería una misión difícil.

— ¿Qué necesitan que hagamos? — pregunté.

Don Nadie nos miró con intensidad.

— Necesito que hagan trabajo encubierto. Deben infiltrarse en la organización de LaGraine y recopilar evidencia suficiente para llevarlo ante la justicia.

Junior asintió.

— Entendido — dijo. — Pero ¿cómo vamos a infiltrarnos?

Don Nadie sonrió.

A Dangerous Love || Pequeño Don NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora