[9] Celos

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Pequeño Don Nadie




Entré en el cuartel de Marco como un guardaespaldas más, con una expresión seria y un físico imponente. Mi misión era proteger a Marco y ganarme su confianza, pero también tenía que mantener un ojo en Daphne, que se había infiltrado en la organización como una seductora.

Marco me recibió con una sonrisa y me presentó a los demás hombres.

— Este es mi nuevo guardaespaldas — dijo. — Él se encargará de mi seguridad.

Los hombres me miraron con curiosidad, pero Marco me dio una palmada en la espalda.

— No te preocupes — dijo. — Él es de confianza.

Comencé a hacer mi trabajo, vigilando a Marco y asegurándome de que estuviera seguro. Pero cada vez que miraba a Daphne, veía que Marco la miraba con una intención que no me gustaba.

La forma en que la miraba, con una mirada lujuriosa y posesiva, me hacía sentir incómodo. Sabía que Daphne estaba allí para hacer un trabajo, pero no podía evitar sentir que Marco la estaba utilizando para sus propios fines.

Un día, mientras estábamos en una reunión, Marco se inclinó hacia mí y me susurró:

— ¿Sabes, amigo? Creo que Sophia es más que solo una mujer hermosa.

Me miró con una sonrisa.

— Creo que puede ser muy útil para mí.

Me sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Sabía que Marco no estaba hablando de utilizar a Daphne para la organización, sino para sus propios deseos.

— ¿Qué quieres decir? — pregunté, tratando de mantener la calma.

Marco se encogió de hombros.

— Solo que creo que puede ser una buena compañía para mí.

Me sentí una rabia creciente, pero sabía que tenía que mantener la calma. No podía permitir que mis sentimientos personales interfirieran con la misión.

— Entendido — dije, asintiendo.

Pero en mi mente, estaba pensando en cómo proteger a Daphne de las garras de Marco. Sabía que tenía que actuar con cuidado, pero también sabía que no podía permitir que Marco la lastimara.

Por las noches, cuando el cuartel de Marco estaba en silencio, me sentaba en mi habitación y enviaba mensajes a Daphne. No era fácil comunicarse con ella sin levantar sospechas, pero había encontrado una forma de hacerlo.

— Cierra la puerta con llave — le escribía. — No la abras por nada del mundo.

Sabía que Daphne era capaz de defenderse muy bien, pero no podía evitar sentir preocupación por ella. Marco era un hombre peligroso, y no sabía hasta dónde podría llegar si se sentía amenazado o si quería satisfacer sus deseos.

— Estoy bien — me respondía Daphne. — No te preocupes.

Pero yo no podía evitar preocuparme. Sabía que Daphne estaba allí para hacer un trabajo, pero también sabía que era una mujer valiente y determinada. No quería que nada le pasara.

— Por favor, ten cuidado — le escribía de nuevo. — No confíes en nadie.

Daphne me respondía con un mensaje breve:

— Entendido.

Sabía que ella entendía la gravedad de la situación. Sabía que Marco no era un hombre que se detuviera ante nada para conseguir lo que quería.

Me sentaba en la oscuridad, pensando en la situación. Sabía que tenía que proteger a Daphne, pero también sabía que no podía hacerlo solo. Tenía que encontrar una forma de sacarla de allí antes de que fuera demasiado tarde.

Pensaba en las opciones que tenía. Podía tratar de convencer a Marco de que Daphne no era de confianza, pero sabía que eso no funcionaría. Marco estaba demasiado enamorado de ella.

O podía tratar de sacarla de allí por la fuerza, pero sabía que eso era demasiado riesgoso. Podríamos perder la misión y poner en peligro a todos.

No sabía qué hacer, pero sabía que tenía que hacer algo. No podía permitir que Daphne corriera peligro.

Me levanté de la cama y comencé a caminar por la habitación. Tenía que encontrar una solución, y la encontraría.

Al día siguiente, me asignaron la tarea de recoger la casa de Marco. Me puse a trabajar, limpiando y organizando todo. Pero cuando llegué al campo de golf privado de Marco, me encontré con una escena que no me gustó nada.

Daphne y Marco estaban jugando golf juntos, riendo y charlando como si fueran viejos amigos. Me sentí un golpe en el estómago al verla sonreírle a Marco de esa manera.

Sabía que la forma en que Daphne se ganaba la confianza de Marco era coqueteando con él, pero eso no me gustaba nada. Me sentía celoso, aunque sabía que no tenía derecho a sentirme así.

Me quedé detrás de una palmera, observando la escena. Daphne estaba vestida con un traje de golf ajustado, y Marco no podía dejar de mirarla. Me sentí una rabia creciente al ver cómo la miraba, cómo la tocaba.

— ¡Bien jugado, Sophia! — gritó Marco, cuando Daphne hizo un putt.

Daphne se rió y le dio una palmada en la espalda.

— Gracias, Marco — dijo. — Eres un buen profesor.

Me sentí enfermo. Sabía que Daphne estaba haciendo su trabajo, pero no podía evitar sentir que estaba cruzando una línea.

Me recordé a mí mismo que Daphne era una profesional, que sabía lo que estaba haciendo. Pero no podía evitar sentir que estaba en peligro, que Marco la estaba engañando.

Me alejé de la palmera y me dirigí de regreso a la casa. Tenía que encontrar una forma de sacar a Daphne de esa situación antes de que fuera demasiado tarde.

No sabía cómo, pero iba a hacerlo. No iba a permitir que Marco le hiciera daño.

A Dangerous Love || Pequeño Don NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora