[16] Felices

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Desperté lentamente, sintiendo la calidez del sol que entraba por la ventana de nuestro hotel en Ibiza. Al abrir los ojos, vi a Scott mirándome con detenimiento, una sonrisa suave en su rostro.

— Buenos días — dijo, su voz baja y suave.

Me sentí un escalofrío de emoción.

— Buenos días — respondí, sonriendo.

Scott se acercó y me besó suavemente en los labios.

— ¿Cómo estás? — preguntó.

Me reí.

— Estoy bien — dije. — Y tú?

Scott sonrió.

— Estoy perfecto — dijo. — Estoy contigo.

Me sentí el corazón lleno de amor.

— Eso es todo lo que importa — dije.

Scott se recostó junto a mí y me abrazó.

— Me encanta despertar contigo — dijo.

Me sentí emocionada.

— A mí también — dije.

Pasamos un rato en silencio, disfrutando del calor del sol y la compañía del otro.

— ¿Qué planes tienes para hoy? — preguntó Scott.

Me reí.

— No sé — dije. — ¿Qué sugieres?

Scott sonrió.

— Podríamos ir a la playa de Talamanca — dijo. — He oído que es preciosa.

Me sentí emocionada.

— Me encanta la idea — dije.

Y con eso, planeamos nuestro día en Ibiza, listos para disfrutar del sol, la playa y la compañía del otro.

Después de una relajante mañana en el hotel, Scott y yo decidimos prepararnos para un día en la playa. Nos pusimos a hacer nuestras mochilas, llenándolas con todo lo necesario para un día de sol y diversión.

— ¿No te olvides del protector solar — dije, mientras guardaba mi traje de baño.

Scott se rió.

— No me olvido — dijo, sonriendo.

Guardamos toallas, agua, frutas y otros snacks para mantenernos hidratados y energizados durante el día.

— ¿Listo? — preguntó Scott.

Me reí.

— Listo — dije.

Salimos del hotel y nos dirigimos a la playa de Talamanca. El sol brillaba intensamente y el aire estaba lleno de la salinidad del mar.

— Esto es increíble — dije, mientras caminábamos por la orilla del mar.

Scott sonrió.

— Sí, es precioso — dijo.

Encontramos un lugar perfecto para instalarnos, bajo una sombrilla para protegernos del sol. Nos pusimos nuestros trajes de baño y nos lanzamos al mar.

— ¡Esto es refrescante! — grité, mientras nadaba.

Scott se rió.

— ¡Sí, es genial! — dijo.

Pasamos horas nadando, tomando el sol y disfrutando del mar. Fue un día perfecto en pareja.

Después de instalarnos en la playa de Talamanca, Scott y yo decidimos pasar el día jugando en el agua. El sol brillaba intensamente y el mar estaba calmado, perfecto para un día de diversión.

— ¡Vamos a nadar! — grité, corriendo hacia el agua.

Scott se rió y me siguió.

— ¡No te adelantes! — dijo, alcanzándome en la orilla.

Nos lanzamos al agua y comenzamos a nadar. El agua estaba fresca y refrescante.

— ¡Este es el lugar perfecto! — dije, flotando en el agua.

Scott sonrió.

— Sí, es increíble — dijo.

Jugamos en el agua durante horas, nadando, buceando y riendo juntos. Fue un día lleno de alegría y libertad.

En un momento, Scott me tomó la mano y me llevó a un lugar más profundo.

— ¡Mira! — dijo, señalando un pez que nadaba junto a nosotros.

Me reí.

— ¡Es hermoso! — dije.

Después de un rato, salimos del agua y nos sentamos en la toalla para descansar y tomar el sol.

— ¿Quieres jugar a algo? — preguntó Scott.

Me reí.

— ¿Qué tienes en mente? — dije.

Scott sonrió.

— Podemos jugar a voleibol de playa — dijo.

Me sentí emocionada.

— ¡Genial! — dije.

Y con eso, pasamos el resto del día jugando voleibol de playa, riendo y disfrutando del sol y la compañía del otro.

Fue un día perfecto en la playa, lleno de diversión y amor.

Después de un rato, salimos del agua y nos sentamos en la toalla para comer y descansar.

— ¿Qué te parece si vamos a cenar en ese restaurante que vimos ayer? — preguntó Scott.

Me reí.

— Me parece perfecto — dije.

Y con eso, planeamos nuestra cena, listos para disfrutar de una noche romántica en Ibiza.
Después de un día lleno de diversión en la playa, Scott y yo decidimos disfrutar de una cena romántica en uno de los restaurantes más exclusivos de Ibiza.

— Estás preciosa — dijo Scott, mientras me ayudaba a ponerme el vestido.

Me reí.

— Gracias — dije. — Tú también estás guapo.

Salimos del hotel y nos dirigimos al restaurante. La noche estaba llena de estrellas y la brisa era suave.

— Esto es perfecto — dije, mientras caminábamos.

Scott sonrió.

— Sí, lo es — dijo.

Llegamos al restaurante y nos recibieron con una sonrisa. Nos llevaron a nuestra mesa, que estaba ubicada en una terraza con vista al mar.

— ¡Esto es increíble! — dije, mirando el mar.

Scott se rió.

— Sí, es precioso — dijo.

Pedimos nuestra comida y bebida, y nos sentamos a disfrutar de la noche.

— Me encanta estar aquí contigo — dijo Scott, tomándome la mano.

Me sentí emocionada.

— Yo también me encanta — dije.

La comida llegó y era deliciosa. Comimos y hablamos, disfrutando de la compañía del otro.

Después de la cena, decidimos dar un paseo por la playa. La luna estaba llena y iluminaba el camino.

— Esto es mágico — dije, mientras caminábamos.

Scott sonrió.

— Sí, lo es — dijo.

Nos paramos en la orilla del mar y nos miramos. Scott me tomó la mano y me besó.

— Te amo — dijo.

Me sentí el corazón lleno de amor.

— Yo también te amo — dije.

Y con eso, nos perdimos en el beso, bajo la luz de la luna y el sonido del mar. Fue una noche perfecta en Ibiza.

A Dangerous Love || Pequeño Don NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora